Juan Pablo II Magno - Economía
Serie “Juan Pablo II Magno“
Al igual que pasa con la política, suele ser argumento usual el oír o leer que la Iglesia católica poco tiene que ver con los aspectos económicos de la vida ordinaria y que, por lo tanto, no es apropiado que pueda inmiscuirse en ellos.
Sin embargo, quien dice esto no conoce, para nada, la doctrina fijada por Juan Pablo II Magno al respecto de la economía.
En la Encíclica Sollicitudo rei socialis, de 1987 dejó escrito que “La Iglesia no propone sistemas o programas económicos y políticos, ni manifiesta preferencias por unos o por otros, con tal que la dignidad del hombre sea debidamente respetada y promovida, y ella goce del espacio necesario para ejercer su ministerio en el mundo. Pero la Iglesia es ‘experta en humanidad’ y esto la mueve a extender necesariamente su misión religiosa a los diversos campos en que los hombres y mujeres desarrollan sus actividades, en busca de la felicidad, aunque siempre relativa, que es posible en este mundo, de acuerdo con su dignidad de personas”
Por lo tanto, existen razones más que suficientes como para comprender que la intervención de la Iglesia católica en la economía también es necesaria:
1.-La consideración de la Iglesia católica como “experta en humanidad”.
2.-La extensión de la felicidad a todo el género humano.
3.-La consideración de la dignidad de la persona como elemento integrante de su vida ordinaria.
Pero es en su encíclica Centesimus annus (CA), de 1991 donde mejor se hace referencia al tema de la economía desde el punto de vista católico.
Sabemos, por ejemplo, que la economía es algo importante para el ser humano. Sin embargo, “No es malo el deseo de vivir mejor, pero es equivocado el estilo de vida que se presume como mejor, cuando está orientado a tener y no a ser, y que quiere tener más no para ser más, sino para consumir la existencia en un goce que se propone como fin en sí mismo” (CA 36)
Y es que, para un católico, la diferencia entre el tener y el ser debe ser perfectamente entendida: hay que ser antes que tener.
Por eso, “En efecto, la economía es sólo un aspecto y una dimensión de la compleja actividad humana. Si es absolutizada, si la producción y el consumo de las mercancías ocupan el centro de la vida social y se convierten en el único valor de la sociedad, no subordinado a ningún otro, la causa hay que buscarla no sólo y no tanto en el sistema económico mismo, cuanto en el hecho de que todo el sistema sociocultural, al ignorar la dimensión ética y religiosa, se ha debilitado, limitándose únicamente a la producción de bienes y servicios” (CA 39)
Entonces, reconociendo que la economía es importante para el ser humano, también ha de ser importante saber a qué sistema económico hay que acogerse.
Por eso dice el Papa polaco que “Da la impresión de que, tanto a nivel de naciones, como de relaciones internacionales, el libre mercado es el instrumento más eficaz para colocar los recursos y responder eficazmente a las necesidades. Sin embargo, esto vale sólo para aquellas necesidades que son ‘solventables’, con poder adquisitivo, y para aquellos recursos que son «vendibles», esto es, capaces de alcanzar un precio conveniente. Pero existen numerosas necesidades humanas que no tienen salida en el mercado. Es un estricto deber de justicia y de verdad impedir que queden sin satisfacer las necesidades humanas fundamentales y que perezcan los hombres oprimidos por ellas.
Además, es preciso que se ayude a estos hombres necesitados a conseguir los conocimientos, a entrar en el círculo de las interrelaciones, a desarrollar sus aptitudes para poder valorar mejor sus capacidades y recursos. Por encima de la lógica de los intercambios a base de los parámetros y de sus formas justas, existe algo que es debido al hombre porque es hombre, en virtud de su eminente dignidad. Este algo debido conlleva inseparablemente la posibilidad de sobrevivir y de participar activamente en el bien común de la humanidad”.
En realidad, el valor cristiano del dinero bien lo dio a entender Jesucristo: no hay que hacer un mal uso, egoísta, de él.
Por eso, “La Iglesia reconoce la justa función de los beneficios, como índice de la buena marcha de la empresa. Cuando una empresa da beneficios significa que los factores productivos han sido utilizados adecuadamente y que las correspondientes necesidades humanas han sido satisfechas debidamente. Sin embargo, los beneficios no son el único índice de las condiciones de la empresa. Es posible que los balances económicos sean correctos y que al mismo tiempo los hombres, que constituyen el patrimonio más valioso de la empresa, sean humillados y ofendidos en su dignidad” (CA 35)
Y, en resumidas cuentas, “la Iglesia ofrece, como orientación ideal e indispensable, la propia doctrina social, la cual —como queda dicho— reconoce la positividad del mercado y de la empresa, pero al mismo tiempo indica que éstos han de estar orientados hacia el bien común” (CA 43)
Es decir, que la Iglesia católica reconoce la importancia de la economía pero no por eso puede permitir que se produzcan desviaciones de la misma hacia alguno de los polos opuestos de la misma y tiene el bien común como elemento fundamental de la vida del ser humano.
Y eso, Juan Pablo II Magno lo supo y explicó a la perfección.
7 comentarios
1) La escuela de Salamanca expresó la teoría cuantitativa del dinero con anterioridad a Bodin.
2)El origen del capitalismo liberal no puede explicarse como consecuencia del calvinismo ya que puede encontrarse la defensa de la libertad económica en los jesuitas de la Escuela de Salamanca.
En fin la primera paradoja es que alguien off the record de la Iglesia Católica tiene que poner los puntos sobre las íes, acerca de quién es quién en la Ciencia Económica: Suarez,Vitoria, De Soto,Azpilicueta,De Mariana,De Mercado,De Molina,etc. antes que Smith,Ricardo,Marshall,etc..
La segunda es que maldito caso que le hacemos a los postulados,admirados en la Escuela Austríaca (Hayek,Von Mises,Menger,etc.), de estos hermanos en la fe católica:ni la menor mención desde la Rerum Novarum ,solo un poquito en la Centessimus Annus.
En fin, estamos empezando,siempre empezando,pero ¡caramba que hay mucho hecho desde el siglo XVI!.
¡Santa Cuaresma a todos!.
Me repito recomendándolo en todos los blogs, pero es que creo que todos los católicos deberíamos leerlo antes de despotricar contra el "capitalismo salvaje", etc.
La verdad es que muchas veces (casi siempre, vaya) se olvida la aportación del cristianismo (aquí, del catolicismo) a la creación de unas ciencias que, como la económica, no pueden entenderse fuera de la inteligencia de Dios.
Sin embargo, siempre nos queda el consuelo de saber que lo que tú dices es cierto y que, por eso, sólo podemos sentir la justa alegría de sabernos hijos de Dios.
Parece que nos resulte más cercano a los católicos recurrir a planteamientos filosocializantes cuando tenemos a los maestros de la Escuela de Salamanca, católicos y religiosos ellos, y que llegan a sus sus pioneras obras a partir de la fe,de la teología.¿Qué nos pasa,complejos de inferioridad o desconocimiento?.
En el libro que mencionas,lo tengo y leído dos veces, en la parte dedicada a la banca,se describe el modelo de banca que maneja dinero-mercancía (o sea con respaldo de bienes,el billete es un mero recibo,hasta comienzo del siglo XX) frente al modelo de banca que maneja dinero fiduciario;la crisis actual no se hubiera producido con el antiguo modelo.
Dicen que el nacionalismo es una enfermedad que se cura viajando,pues bien determinadas carencias se curan leyendo,o escuchando(p.e. La Linterna de la Economía), el libro,ya antiguo pero actual,de H. Hazlitt, "La Economía en una lección",puede descargarse,gratis, en
http://es.wikipedia.org/wiki/La_econom%C3%ADa_en_una_lecci%C3%B3n
Se lee de una,dos,sentadas.
Por lo que me toca a mí (de desconocimiento de la economía) gracias por la dirección internáutica.
Ahora mismo lo estoy bajando.
Por cierto, la "Linterna de la Economía" la escucho todos los días y te digo, con franqueza, que disfruto mucho y me gusta, también, mucho.
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