Juan Masiá: en el justo medio, sobre el aborto, está... la corrupción
En el capítulo 3 del Apocalipsis se dice, más o menos, que a los tibios los vomitará Dios de su boca.
Esto, que en sí mismo, es una idea muy fuerte y muy dura (imaginarse expulsado del Padre de tal forma supone una gran tristeza) es, a la vez, algo bueno porque viene a establecer la situación en la que debemos encontrarnos para no ser, por ella misma, alejados del Creador.
Y es que ser tibio, en lo espiritual, es, sin duda, lo peor que se puede ser.
También hay otra expresión que dice, más o menos, que en el justo medio está la virtud. Sin embargo, tal no es la frase completa porque la misma viene a decir que, efectivamente, ahí está lo virtuoso siempre que los extremos sean malos.
Por ejemplo, Cristo se entregó hasta el extremo de dar su vida por sus amigos. Y en tal extremo no había nada bueno ni, en su actitud, era de esperar que adoptara un comportamiento medido escrupulosamente para no ofender a nadie: dio su vida porque era lo máximo que podía hacer sin hacer cálculos políticamente correctos.
Por tanto, el pensamiento extremo no es, en sí, negativo, porque es muy posible que lo que se defienda con el mismo sea bueno y benéfico.
Tenemos, en esto, un ejemplo claro: la vida y la defensa de tal inalienable derecho humano.
Y en el aborto, el ejemplo del incumplimiento de tal extrema defensa de la vida.
Pues aquí también encontramos perdido a Juan Masiá, jesuita poco insigne, distraído religiosamente y muy dado a confraternizar, más de la cuenta, con lo relativo y, en suma, con una actitud tibia.
En un artículo titulado “Equilibrio al debatir sobre el aborto” manifiesta, Juan Masiá, lo malo que es, en el fondo y en la superficie, no tener claras las ideas en materia de doctrina católica sobre la vida y la defensa de la misma.
Todo en el articulo es ni sí ni no; todo es situarse en el justo medio porque, al parecer, no entiende que en el aborto no hay tal justo medio porque todo el mismo es malo y huye, por tanto, del extremo bueno que es la defensa del vivir.
“Las situaciones límite no deberían formularse como colisión de derechos entre madre y feto, sino como conflicto de deberes en el interior de la conciencia de quienes quieren (incluida la madre) proteger las vidas de madre y feto. En los casos trágicos no hay soluciones prefabricadas”
Pues existe una solución claramente previa a la decisión sobre el aborto: la necesidad de la defensa de la vida del ser humano formado en el seno materno. No parece, tal idea, muy difícil de entender ni de apoyar.
“Las campañas de mal gusto –por ambos extremos, pro-abortistas y anti-abortistas- no ayudan al debate”.
Nada, al parecer, es permitido en la defensa de la verdad. Aquí se refiere, sin duda, a la campaña de la Conferencia Episcopal Española en la que se compara la defensa de la vida de una vida humana con la de un animal irracional. Eso es una “campaña de mal gusto” para Masiá porque, sin duda, tiene el gusto espiritual estropeado a base de tergiversar y torcer su fe.
“La vida naciente en sus primeras fases no está plenamente constituida como para exigir el tratamiento correspondiente al estatuto personal, pero eso no significa que pueda considerarse el feto como mera parte del cuerpo materno, ni como realidad parásita alojada en él”.
Al contrario, la vida, desde la fecundación, otorga a la misma unos derechos inviolables que no pueden ser preteridos.
“No hay que confundir la contracepción de emergencia con el aborto”
Referido, esto, a la píldora del día después, manifiesta una postura contraria a la doctrina católica según la cual cuando se imposibilita, artificialmente, la anidación, se acaba con una vida humana que se formó en la previa fecundación.
Cree, Juan Masiá, que es necesario “fomentar la educación sexual integral, que abarque desde higiene y psicología hasta implicaciones sociales, e incluya suficiente conocimiento de recursos contraceptivos, interceptivos y contragestativos”
Pues, la verdad, ¿No sería mejor que en la tal educación sexual el conocimiento suficiente fuera referido a lo negativo que encierra la contracepción?
Seguramente, creerá Masiá que soy demasiado extremista (“caliente” en el lenguaje del Apocalipsis) y que no estoy en el justo medio, corrupto, de la defensa, al fin y al cabo, del aborto.
Y él, demasiado tibio (ni “frío” ni “caliente”, en palabras de Dios en el último texto de las Sagradas Escrituras)
Y ya sabemos lo que dice Dios y las consecuencias de lo dicho: “¡Ojalá fueras frío o caliente!”
Eleuterio Fernández Guzmán.
3 comentarios
Es que no ve que nadie lee estas memeces?
enhorabuena ya tiene 2 comentarios...
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