Gallardón: un Alcalde cuyo sentido de la caridad es, francamente, mejorable
Las personas se definen, las más de las veces, por lo que hacen porque, al fin y al cabo, las palabras se las lleva el viento.
Algunas personas, con sus actos, hacen algo más: manifestar ruindad en el comportamiento y unas miras llevas por lo mundano y que conviene.
Informaba SECTOR CATOLICO que el Alcalde de Madrid ha dejado, su sentido de la caridad, a la altura del talón de sus zapatos.
Incluso, más abajo.
Los afectados son el Padre Enrique González, la Asociación Una Casa para los Pobres y, sobre todo, las personas desfavorecidas que atendían en el albergue “El Don de María”.
Pero ya tenía antecedentes la cosa.
En el mes de febrero del presente 2009 publicaba “elEconomista.es” el paso previo a la expulsión que ahora se ha producido.
Pero ante, el 22 de noviembre de 2007, el semanario Alfa y Omega se refería a la figura del Padre Enrique González, a la labor que venía realizando y, sobre todo, al espacio físico sin el cual la tal labor no hubiera sido posible: el citado albergue ahora clausurado.
En el albergue “El Don de María” se daba leche y galletas, en lo material, pero mucho más en lo espiritual: ayuda, amor, comprensión.
Se atendía, sobre todo, a alcohólicos, inmigrantes, y algunos hombres separados, sin hogar y desesperados.
Seguramente, muchos piensen que tales personas no son presentables… pero los creyentes en Dios e hijos suyos no pueden hacer lo mismo. Tampoco puede hacerlo quien pertenece a un partido político que dice defender ciertos valores.
Allí, los voluntarios echaban una mano y daban calor humano…
Seguramente, muchos piensen que han estado perdiendo su tiempo acudiendo al albergue… pero los discípulos de Cristo, que tanto amó a los pobres, no pueden pensar lo mismo. Tampoco lo puede hacer quien apoya, seguro, otras causas solidarias pero, quizá, no tan caritativas.
Es muy posible que, legalmente, el Ayuntamiento de Madrid haya tenido la legitimidad absoluta para hacer lo que ha hecho.
Sin embargo, lo legítimo no conduce, siempre, a lo bueno y benéfico sino, como es el caso, a lo malo y peor.
También hubiera sido posible, sin embargo, haber hecho otra cosa aunque a lo mejor la voluntad de presentar un Madrid “atractivo” y despejado de personas pobres de cara a la candidatura para los Juegos Olímpicos de no sé cuándo haya tenido algo que ver.
Eso ya se hizo en Barcelona, en 1992.
¿Y qué es lo que se quiere poner en el edificio que, hasta ahora, ha albergado a los más pobres de los pobres?: un centro de interpretación de la muralla musulmana de Madrid.
¡Acabáramos!. Alí Gallardón hecha a los pobres llevados por católicos para ocupar el espacio con temas moros.
¡Gran humanidad la suya, Sr. Alcalde!
Es una pena que la tenga tan raquítica y tan políticamente correcta.
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