Comentarios de Precepto - 19 de marzo: San José, esposo de la Virgen

S. José

Los textos aptos para el día de hoy, S. José, Esposo de la Virgen, establecidos en el Calendario Litúrgico, son los siguientes

2S 7,4-5a. 12-14a. 16

Sal 88

Rm 4, 13. 16-18. 22


Mt 1, 16.18-21. 24a

2S 7,4-5a. 12-14a. 16

4 Pero aquella misma noche, la palabra del Señor llegó a Natán en estos términos: 5 “Ve a decirle a mi servidor David: Así habla el Señor: ¿Eres tú el que me va a edificar una casa para que yo la habite?


12 Sí, cuando hayas llegado al término de tus días y vayas a descansar con tus padres, yo elevaré después de ti a uno de tus descendientes, a uno que saldrá de tus entrañas, y afianzaré su realeza.

13 Él edificará una casa para mi Nombre, y yo afianzaré para siempre su trono real.

14 Seré un padre para él, y él será para mí un hijo

16 Tu casa y tu reino durarán eternamente delante de mí, y tu trono será estable para siempre".

Sal 88

1 Poema de Etán, el Aborigen.

La alianza del Señor con David

2 Cantaré eternamente el amor del Señor,
proclamaré tu fidelidad por todas las generaciones.

3 Porque tú has dicho:
“Mi amor se mantendrá eternamente,
mi fidelidad está afianzada en el cielo.

4 Yo sellé una alianza con mi elegido,
hice este juramento a David, mi servidor:
5 ‘Estableceré tu descendencia para siempre,
mantendré tu trono por todas las generaciones’".

Pausa

6 El cielo celebre tus maravillas, Señor,
y tu fidelidad en la asamblea de los santos,
7 porque ¿quién es comparable al Señor
en las alturas?
¿quién es como el Señor entre los hijos de Dios?

8 Dios es temible en el consejo de los santos,
más grande y terrible
que cuantos están a su alrededor?

9 Señor, Dios del universo, ¿hay alguien como tú?
Tú eres fuerte y estás rodeado de fidelidad.

El poder de Dios creador

10 Tú dominas la soberbia del mar
y calmas la altivez de sus olas;
11 tú aplastaste a Rahab como a un cadáver,
deshiciste a tus enemigos con tu brazo poderoso.

12 Tuyo es el cielo, tuya la tierra:
tú cimentaste el mundo y todo lo que hay en él;
13 tú has creado el norte y el sur,
el Hermón y el Tabor aclaman tu Nombre.

14 Tu brazo está lleno de poder,
tu mano es fuerte, alta es tu derecha;
15 la Justicia y el Derecho son la base de tu trono,
el Amor y la Fidelidad te preceden.

16 ¡Feliz el pueblo que sabe aclamarte!
Ellos caminarán a la luz de tu rostro;
17 se alegrarán sin cesar en tu Nombre,
serán exaltados a causa de tu justicia.

18 Porque tú eres su gloria y su fuerza;
con tu favor, acrecientas nuestro poder.

19 Sí, el Señor es nuestro escudo,
el Santo de Israel es realmente nuestro rey.

La promesa del Señor a David

20 Tú hablaste una vez en una visión
y dijiste a tus amigos:
“Impuse la corona a un valiente,
exalté a un guerrero del pueblo.

21 Encontré a David, mi servidor,
y lo ungí con el óleo sagrado,
22 para que mi mano esté siempre con él
y mi brazo lo haga poderoso.

23 El enemigo no lo aventajará,
ni podrán oprimirlo los malvados:
24 yo aplastaré a sus adversarios ante él
y golpearé a los que lo odian.

25 Mi fidelidad y mi amor lo acompañarán,
su poder crecerá a causa de mi Nombre:
26 extenderé su mano sobre el mar
y su derecha sobre los ríos.

27 Él me dirá: ‘Tú eres mi padre,
mi Dios, mi Roca salvadora’.
28 Yo lo constituiré mi primogénito,
el más alto de los reyes de la tierra.

29 Le aseguraré mi amor eternamente,
y mi alianza será estable para él;
30 le daré una descendencia eterna
y un trono duradero como el cielo.

31 Si sus hijos abandonan mi enseñanza
y no proceden de acuerdo con mis juicios;
32 si profanan mis preceptos
y no observan mis mandamientos,
33 castigaré sus rebeldías con la vara
y sus culpas, con el látigo.

34 Pero a él no le retiraré mi amor
ni desmentiré mi fidelidad;
35 no quebrantaré mi alianza
ni cambiaré lo que salió de mis labios.

36 Una vez juré por mi santidad
–¡jamás mentiré a David!–:
37 ‘Su descendencia permanecerá para siempre
y su trono, como el sol en mi presencia;
38 como la luna, que permanece para siempre,
será firme su sede en las alturas’".

Pausa

Lamentación por la derrota del rey

39 Pero tú te has irritado contra tu Ungido,
lo has rechazado y despreciado;
40 desdeñaste la alianza con tu servidor,
profanaste por tierra su insignia real.

41 Abriste brechas en todas sus murallas,
redujiste a escombros todas sus fortalezas;
42 los que pasan por el camino lo despojan,
y es la burla de todos sus vecinos.

43 Alzaste la mano de sus adversarios,
llenaste de alegría a sus enemigos;
44 mellaste el filo de su espada
y no lo sostuviste en el combate.

45 Le quitaste su cetro glorioso
y derribaste por tierra su trono;
46 abreviaste los días de su juventud
y lo cubriste de vergüenza.

Pausa

Apelación a la fidelidad de Dios

47 ¿Hasta cuándo, Señor?
¿Te ocultarás para siempre?
¿Arderá tu furor como el fuego?

48 Recuerda, Señor, qué corta es mi vida
y qué efímeros creaste a los hombres.

49 ¿Quién vivirá sin ver la muerte?
¿Quién se librará de las garras del Abismo?

Pausa

50 ¿Dónde está, Señor, tu amor de otro tiempo,
el que juraste a David por tu fidelidad?
51 Recuerda, Señor, las afrentas de tu servidor:
yo tengo que soportar los insultos de los pueblos.

52 ¡Cómo afrentan, Señor, tus enemigos,
cómo afrentan las huellas de tu Ungido!

* * *

53 ¡Bendito sea el Señor eternamente!
¡Amén! ¡Amén!

Rm 4, 13. 16-18. 22

13 En efecto, no por la ley, sino por la justicia de la fe fue hecha a Abraham y su posteridad la promesa de ser heredero del mundo.


16 Por eso depende de la fe, para ser favor gratuito, a fin de que la Promesa quede asegurada para toda la posteridad, no tan sólo para los de la ley, sino también para los de la fe de Abraham, padre de todos nosotros,
17 como dice la Escritura: = Te he constituido padre de muchas naciones: = padre nuestro delante de Aquel a quien creyó, de Dios que da la vida a los muertos y llama a las cosas que no son para que sean.
18 El cual, esperando contra toda esperanza, creyó y fue hecho = padre de muchas naciones = según le había sido dicho: = Así será tu posteridad. =

22 Por eso = le fue reputado como justicia. =

Mt 1, 16.18-21. 24a

16 Jacob fue padre de José, el esposo de María, de la cual nació Jesús, que es llamado Cristo.


18 Este fue el origen de Jesucristo: María, su madre, estaba comprometida con José y, cuando todavía no habían vivido juntos, concibió un hijo por obra del Espíritu Santo.

19 José, su esposo, que era un hombre justo y no quería denunciarla públicamente, resolvió abandonarla en secreto.

20 Mientras pensaba en esto, el Ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: “José, hijo de David, no temas recibir a María, tu esposa, porque lo que ha sido engendrado en ella proviene del Espíritu Santo.

21 Ella dará a luz un hijo, a quien pondrás el nombre de Jesús, porque él salvará a su Pueblo de todos sus pecados".


24 Al despertar, José hizo lo que el Ángel del Señor le había ordenado: llevó a María a su casa

COMENTARIO

Sobre la fidelidad a Dios

1.-José, esposo de María y padre adoptivo de Jesús, entronca con el Antiguo Testamento por vía directa con el Rey David que fue, entre otras cosas, autor de los Salmos que tantas veces hemos leído, meditado y pensado. Quiso Dios darle un antepasado que bendijera con gloria la historia del pueblo elegido. Prueba de esto es que el Ángel del Señor la llama “hijo de David”. Se entiende que es hijo por linaje. Muchas generaciones después de que el pastor elegido por Dios para guiar a aquellas gentes, a veces tan infieles, viviera, nacería José, hijo, pues, de aquel Rey.

2.-Las referencias remotas a José que recogen los textos de la Antigua Alianza, tanto el texto del libro de la Sabiduría como el Salmo 88, lo son en el sentido de darle continuidad en el tiempo a lo que sería lo precedente al nacimiento del Mesías, cumpliéndose, así, la voluntad de Dios. Es cierto que se puede opinar que hacemos esas afirmaciones al haber conocido la vida de José, lo que hizo y que así configuramos la historia a nuestro gusto. Sin embargo, también sabemos que las Sagradas Escrituras fueron inspiradas por Dios y que, por eso, no es que hagamos lo que nos conviene, es que nos conviene lo que hacemos.

3.-José, ante la situación que se le presentaba (el embarazo de María sin comprender cómo) podía actuar de dos formas: hacer como si nada hubiera sucedido y tomar por esposa a María o denunciarla públicamente para que se le aplicara la Ley. Esto último hubiera conllevado, con toda seguridad, la lapidación de María pues esa era la pena aplicable a la mujer adúltera (en caso de que lo hubiera sido, que sabemos que no, claro) ya que, aunque no habían contraído matrimonio aún sí que habían llevado a cabo los desposorios, momento a partir del cual se establecía un vínculo muy especial entre los que iban a ser marido y mujer y, seguramente, esa sería la calificación para ella de haber conocido su estado. Tan especial era que, a efectos legales, era como si ya estuvieran casados; al menos, a efectos de incumplimiento de normas.

4.-Descartada la última posibilidad, pues José amaba y quería a María, optó por el repudio “secreto”. Esto es como si alguien, interiormente, hiciera lo mismo que en público, con los mismos efectos reales pero sin las consecuencias de la otra opción. Claro que para María ese repudio hubiera supuesto la vida misma que habría conservado pero, también, la pérdida del que iba a ser su marido.

Pero, claro, José quizá no contaba con Quien ve en lo secreto: Dios.

5.-Es evidente que el Creador no estaba dispuesto a que sus planes se torcieran porque José no entendiese lo que había pasado. Por eso le envía a su Ángel, para que le comunique a José cómo tenía que actuar. Ante esto, José podía hacer, también, dos cosas: hacerle caso al Ángel o seguir con su idea. Sin embargo, aquí José no duda: acepta lo comunicado por el enviado de Dios, tal sería la impresión de certeza que le debió producir el sueño.

6.-Cuando José hace lo que hace muestra, a tantos años de distancia, una virtud capital para el cristiano. Este protocristiano, padre putativo de Jesús, se mantiene fiel a pesar de las dudas iniciales. Esa fidelidad a Dios lo convierte en un padre de la fe un tanto especial pues nos muestra cómo ha de ser la confianza que se ha de tener en Dios: total. Ese era el confiar sin atender a más razones que podrían darle familiares o conocidos en caso de haber dado a conocer lo sucedido antes de la aparición del Ángel. Esa, por lo tanto, entrega a Dios es, por eso mismo, un servicio prestado a María y, también, y sobre todo, un servicio a Jesús, hijo de Dios, que fue entregado a la guarda y custodia del carpintero del que hoy celebramos día. Tal sería la entrega de José a este especial trabajo que, como sabemos, cuando encontraron a Jesús en el Templo después de buscarlo durante tres días, no fue aquel el que le regañó, pues eso fue la intervención de María, sino su propia Madre. José se sentía concernido por aquel papel que le había tocado hacer pero sabía, eso sí lo sabía, que la fidelidad prometida no iba más allá de lo que debía ir. Hasta en esto fue fiel: supo guardar su papel.

Por otra parte, ¡qué buena esta opción de Dios por un carpintero! que de la nada, de una madera informe saca algo útil, como hace Jesús con los que somos, incluido, el primero, el que esto escribe, pecadores que, sin ser nada, podemos llegar a ser algo espiritual, un algo en la inmensidad del amor de Dios. ¡Cuánto debemos a la sabiduría del Creador sin comprender casi nada o tratando de alcanzar una brizna de la estela de su luz!

7.-Es José, por eso, ejemplo a seguir, pero no por lo que hizo sino por las razones por las que lo hizo. Ese amor incondicional a Dios debería ser imitado por nosotros, aunque no sepamos, exactamente, como le pasó a él, la razón última del Dios y Señor nuestro.

ORACIÓN

José, Padre de la fe; ayúdanos, en estos tiempos atribulados y, muchas veces, tristes, a caminar con la entrega a Dios con la que tú caminaste; a sentir, como obligación propia, el amor a Dios y al prójimo.


Feliz Día de San José, Esposo de María.

Gracias Señor, por haber manifestado tu Gloria al mundo y por poder transmitir esto.

Los textos bíblicos han sido tomados del servicio de Biblia de www.catholic.net

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