Entre la luz y la tiniebla - Creer
El espacio espiritual que existe entre lo que se ve y lo que no se ve, entre la luz que ilumina nuestro paso y aquello que es oscuro y no nos deja ver el fin del camino, existe un espacio que ora nos conduce a la luz ora a la tiniebla. Según, entonces, manifestemos nuestra querencia a la fe o al mundo, tal espacio se ensanchará hacia uno u otro lado de nuestro ordinario devenir. Por eso en tal espacio, entre la luz y la tiniebla, podemos ser de Dios o del mundo.
Creer
“Ocho días después, estaban otra vez sus discípulos dentro y Tomás con ellos. Se presentó Jesús en medio estando las puertas cerradas, y dijo: ‘La paz con vosotros.’ Luego dice a Tomás: ‘Acerca aquí tu dedo y mira mis manos; trae tu mano y métela en mi costado, y no seas incrédulo sino creyente.’
Tomás le contestó: ‘Señor mío y Dios mío.’
Dícele Jesús: ‘Porque me has visto has creído. Dichosos los que o han visto y han creído.’
Este diálogo que recoge San Juan en su evangelio (Jn 20, 26-29) es algo más que una conversación entre un incrédulo y el Hijo de Dios. A los pocos días de haber resucitado se presenta, otra vez, ante los discípulos. Ahora estaba con ellos Tomás que había manifestado ciertas dudas acerca de que el Maestro se les hubiera presentado el domingo anterior, al atardecer del día Su Resurrección, como le dijeron que sucedió. Si no veía y no tocaba no creería. Fue, así, meramente carnal y poco espiritual.
Pero lo que tenía que suceder sucedió para aprendizaje no sólo de Tomás sino, en general, de todo el que quiera creer y no sepa cómo hacerlo o en qué sustentar su fe.