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26.01.25

La Palabra del domingo - 26 de enero de 2025

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Lc 1, 1-4; 4, 14-21


1 Puesto que muchos han intentado narrar ordenadamente las cosas que se han verificado entre nosotros, 2 tal como nos las han transmitido los que desde el principio fueron testigos oculares y servidores de la Palabra, 3 he decidido yo también, después de haber investigado diligentemente todo desde los orígenes, escribírtelo por su orden, ilustre Teófilo, 4 para que conozcas la solidez de las enseñanzas que has recibido.14 Jesús volvió a Galilea por la fuerza del Espíritu, y su fama se extendió por toda la región. 15 Él iba enseñando en sus sinagogas, alabado por todos. 16 Vino a Nazará, donde se había criado y, según su costumbre, entró en la sinagoga el día de sábado, y se levantó para hacer la lectura.17 Le entregaron el volumen del profeta Isaías y desenrollando el volumen, halló el pasaje donde estaba escrito:18 ‘El Espíritu del Señor sobre mí, porque me ha ungido para anunciar a los pobres la Buena Nueva,  me ha enviado a proclamar la liberación a los cautivos  y la vista a los ciegos, para dar la libertad a los oprimidos’ 19 y proclamar un año de gracia del Señor’.  20 Enrollando el volumen lo devolvió al ministro, y se sentó. En la sinagoga todos los ojos estaban fijos en él. 21 Comenzó, pues, a decirles: ‘Esta Escritura, que acabáis de oír, se ha cumplido hoy.’”


COMENTARIO

Admirados de la Verdad
 

Aquel hombre, que era médico y al que, por tanto, se le supone una educación y formación elevada (mucho más que la de los apóstoles escogidos por Jesús) sabía que su labor debía cimentarse sobre datos concretos y no sobre elucubraciones. Por eso, cuando empieza a escribir el relativo de la vida de Cristo lo hace advirtiendo acerca de eso. 

Suponemos que aquel Evangelio lo escribía para un tal Teófilo. Sería, como bien dice el propio Lucas, persona importante. Por eso le pone sobre la pista de que el trabajo que va a enviarle está hecho a conciencia porque ha investigado “diligentemente” y no ha dejado nada a la casualidad o a la imaginación. Sabemos, por tanto, que San Lucas escribe este Evangelio y los Hechos de los Apóstoles consciente de lo importante que es hacerlo bien. 

Lo que hace Lucas es confirmar lo que han escrito otros. Lo decimos porque escribe diciendo que hace lo que hace para que conozca Teófilo “La solidez de las enseñanzas que has recibido” y no dice, por ejemplo, para “decirte lo que verdaderamente sucedió”. Y es que aquel hombre, médico, sabe que lo que han escrito otros es cierto y lo que él hace es, por eso mismo, confirmarlo tras una ardua investigación. 

Escribe, por tanto, acerca de aquel hombre que, llamado Jesús, había sido enviado por Dios. Y lo hace poniendo un ejemplo de cómo, en efecto, aquel hombre, aquel Maestro, reconocía que era, en efecto, el Hijo de Dios. 

Vemos a Jesús movido por el Espíritu Santo. No es la primera vez que eso ocurre porque, como sabemos, lo mismo le sucedió cuando fue al desierto tras su bautismo. Pero ahora, ya empezada su vida, llamada, pública, camina enseñando la Buena Noticia: el Reino de Dios ha llegado y es necesaria la conversión del corazón. 

Lectio Divina: 2 de septiembre de 2019 - Iglesia en Aragon Jesús, como es de imaginar, iría a su pueblo algunas veces. Aquí lo vemos haciendo lo que tiene que hacer: enseñar. 

La enseñanza de Jesús, como sabemos, era de las llamadas con “autoridad”. Así mismo lo recogen otros textos evangélicos poniendo en boca de los que le escuchaban aquel “enseña con autoridad” y no como otros que, dándoselas de sabios y entendidos, no sabían explicar ni enseñar. 

Pero Jesús sí sabía. Por eso no dejaba pasar ninguna ocasión para que se supiese que había sido enviado al mundo a cumplir una misión de importancia no pequeña. 

Podemos decir, a tal respecto, que muchos no acababan de entender lo que quería decir. Por eso ahora, cuando acude a la sinagoga de Nazaret, ve en aquello un momento preciso y precioso para comunicarles algo. 

Antes de eso Jesús había caminado mucho y enseñado mucho. Y ahora no iba a dejar de hacerlo. Por eso se levanta a leer el texto que le dan. 

Nada más y nada menos que se trata del profeta Isaías que fue aquel que, en varios momentos de sus escritos, muestra cómo será la vida última del Mesías. Y Él, el Mesías, tenía su texto entre las manos e iba a leerlo. 

El caso es que Jesús no leyó cualquier parte del libro de Isaías. No, tomó aquella en la que se anuncia que el Mesías anunciará la Buena Noticia y que muchos, cautivos de males físicos y espirituales, sanarán cuando venga enviado por Dios. 

Podemos imaginar qué estaban haciendo aquellos que le escuchaban. Jesús no era nada desconocido en su tierra sino que habrían llegado muchas noticias de sus predicaciones y de los hechos extraordinarios que había llevado a cabo. Muchos signos hechos que, para ellos, significaban mucho. Y esperaban, claro, algo de parte de aquel Maestro. 

Se sabía, por tanto, que cuando el Mesías llegase a la Tierra pasaría eso: los cautivos del Mal serían liberados (pensemos en los endemoniados), los ciegos verían y, en general, aquellos que estaban oprimidos (por cualquier causa o circunstancia) alcanzarían la libertad. Y eso era lo que había pasado cuando Él había venido al mundo y otros lo habían presentado, porque lo era, como el Cordero de Dios. 

Podemos imaginar cómo quedarían muchos con aquellas palabras: unos contentos y felices por ver que había llegado el tan esperado Mesías; otros vivamente preocupados por lo que eso podía suponer para sus intereses al conocer que aquel Mesías no era como esperaban. 

PRECES

Pidamos a Dios por todos aquellos que no esperan el regreso del Mesías. 

Roguemos al Señor. 

Pidamos a Dios por todos aquellos que no quieren escuchar a Cristo. 

Roguemos al Señor. 

ORACIÓN 

Padre Dios; ayúdanos a escuchar las palabras de tu Hijo.

 
Gracias, Señor, por poder transmitir esto.

  
El texto bíblico ha sido tomado de la Biblia de Jerusalén. 

 
Eleuterio Fernández Guzmán                                                                                                                  

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Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy:

Se dieron cuenta de que aquel lector no era un lector cualquiera… al menos algunos. 

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Para leer Fe y Obras.


Para leer 
Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna. (¡Con nuevos artículos sobre Lolo!)

19.01.25

La Palabra del domingo - 19 de enero de 2025

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Jn 2, 1-11

1 Tres días después se celebraba una boda en Caná de Galilea y estaba allí la madre de Jesús. 2  Fue invitado también a la boda Jesús con sus discípulos. 3 Y, como faltara vino, porque se había acabado el vino de la boda, le dice a Jesús su madre: ‘No tienen vino.’ 4 Jesús le responde: ‘¿Qué tengo yo contigo mujer?, Todavía no ha llegado mi hora.’ 5 Dice su madre a los sirvientes: = ‘Haced lo que él os diga.’ =6 Había allí seis tinajas de piedra, puestas para las purificaciones de los judíos, de dos o tres medidas cada una. 7 Les dice Jesús: ‘Llenad las tinajas de agua.’ Y las llenaron hasta arriba. 8 ‘Sacadlo ahora, les dice, y llevadlo al maestresala.’ Ellos lo llevaron.9 Cuando el maestresala probó el agua convertida en vino, como ignoraba de dónde era (los sirvientes, los que habían  sacado el agua, sí que lo sabían), llama el maestresala al novio 10 y le dice: ‘Todos sirven primero el vino bueno y cuando ya están bebidos, el inferior. Pero tú has guardado el vino bueno hasta ahora.’ 11  Así, en Caná de Galilea, dio Jesús comienzo a sus señales. Y manifestó su gloria, y creyeron en él sus discípulos.”

COMENTARIO     

Una clara manifestación de poder

 
Nos dice este texto del evangelio de San Juan que con esto que contiene Jesús dio comienzo a sus señales porque, al parecer, era necesario que hiciese eso para que, al menos, fuese escuchado…


Bien podemos decir que dio comienzo a sus señales a su pesar. Y es que, como le responde a su Madre, aún no había llegado el momento de manifestarse al mundo. Y es que esto, lo que sucedió en aquella boda, fue una manifestación, una Epifanía, de Jesús. Digamos que es como un decir que el Hijo de Dios ha venido al mundo a cumplir con lo que ha sido establecido por Quien lo engendró y lo hace a plena satisfacción del prójimo.

También hay algo importante. Nos dice San Juan que con aquello que allí sucedió, en Caná de Galilea, los discípulos de Jesús, creyeron.

El caso es que hasta entonces el Emmanuel se había limitado, por decirlo así, a reclutar a los que iban a caminar con Él por los caminos del mundo conocido por ellos para transmitir la Buena Noticia según la cual el Reino de Dios ya había llegado. Seguramente, como bien nos dice aquí San Juan, aun no había manifestado Cristo un poder tan grande como el que aquí muestra. Se habría limitado a instruir a sus discípulos más allegados pero no había demostrado que el poder de Dios estaba en Él y con Él.

No podemos olvidar la intervención de María que aquí muestra un poder nada pequeño sobre su Hijo: un poder de Madre.

Aquella mujer, sabía (porque lo había guardado todo en su corazón) que su Hijo no era un hombre cualquiera: ni por su nacimiento ni por nada de lo que había antecedido podía pensar que era un hombre cualquiera. Sabía, por tanto, María, que era capaz de hacer mucho.

Seguramente por eso hace lo que hace la Madre.

No puede callar. Ante la situación de aquellos amigos que los habían invitado a la boda no puede hacer otra cosa que dirigirse a su Hijo Jesús. Él puede hacer algo por ellos. Sin duda que María no sabe qué va a hacer pero tiene la confianza absoluta en el que algo puede hacer que los saque de aquella mala situación.

Y María casi ordena a los presentes: ¡Haced lo que él os diga! No sabe, decimos, qué va a ser lo que les diga pero espera algo bueno porque sabe que de su hijo sólo puede salir lo bueno y lo mejor.

Jesús se resiste. Y no es que sea mala persona y no quiera hacer uso de sus dones sino que cree que aún no ha llegado el momento de decir al mundo que es Quien es. Pero no puede hacer otra cosa. Su Madre insiste. Y es que no se conforma María con que su Hijo le diga que no ha llegado su momento. No. Ella insiste y pide a los tiene que pedir que hagan lo que Él les va a decir. Y algo dirá.

Y lo dice. Más bien lo hace. Transforma el agua en vino o, lo que es lo mismo (y por equiparar situaciones) convierte lo que sería su sangre en Sangre de vida eterna. Eso es lo que haría con el vino de la Última Cena. Y es, a lo mejor, algo que nos muestra lo que luego pasaría aunque es fácil entender que entonces nadie, salvo Él, conocían nada de lo que iba a suceder años después.

Es más, Jesús saca de donde no hay nada (las tinajas parece que estaban vacías) para entregar a quien lo pide lo mejor que puede entregar: el mejor vino.

Y por cierto, lo mismo que en alguna que otra ocasión dijo a Dios, su Padre del Cielo, acerca de que el Creador escondía las mejores cosas a los sabios y se las daba a entender a los más sencillos, lo mismo hace ahora: son los sirvientes los que conocen lo que ha pasado.  Y el maestresala no se da cuenta de nada. Y es que Dios parece que goza al hacer que los más sencillos accedan a lo mejor porque, con seguridad, tienen el corazón más preparado.
 

PRECES


Pidamos a Dios por todos aquellos que no aceptan la mediación de María.

Roguemos al Señor.

Pidamos a Dios por todos aquellos que no creen en la señales del poder de Dios en Cristo.

Roguemos al Señor.

ORACIÓN

Padre Dios; ayúdanos a perseverar en la oración y pedir sin cansarnos y dar gracias sin cansarnos

.
Gracias, Señor, por poder transmitir esto.
 

El texto bíblico ha sido tomado de la Biblia de Jerusalén.

 
Eleuterio Fernández Guzmán

Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy:

Para Dios nada hay imposible.

Para leer Fe y Obras.


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Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna.

12.01.25

La Palabra del domingo - 12 de enero de 2025

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Lc 3, 15-16. 21-22
 



15 Como el pueblo estaba a la espera, andaban todos pensando en sus corazones acerca de Juan, si no sería él el Cristo; 16 respondió Juan a todos, diciendo: ‘Yo os bautizo con agua; pero viene el que es más fuerte que yo, y no soy digno de desatarle la correa de sus sandalias. El os bautizará en Espíritu Santo y fuego’.

21 Sucedió que cuando todo el pueblo estaba bautizándose, bautizado también Jesús y puesto en oración, se abrió el cielo, 22  y bajó sobre él el Espíritu Santo en forma corporal, como una paloma; y vino una voz del cielo:  ‘Tú eres mi hijo; yo hoy te he engendrado’”.


COMENTARIO

Aquel que bautiza con fuego

Muchos judíos esperaban, con franqueza y con fe, la llegada del Mesías. Y es que sabían que Dios, que nunca incumple sus promesas, había prometido que lo enviaría para que el mundo se salvase de la perdición eterna. 

El caso es que muchas señales mostraban, en los textos sagrados del pueblo elegido por Dios para ser el Suyo, que el Enviado del Todopoderoso haría cosas grandes, que muchas otras cambiarían de signo y que, en general, vendría al mundo el perdón de los pecados. No extraña, por tanto, que muchos miraran a Juan el Bautista de una forma muy especial y esperanzadora. 

Juan, aquel hombre que había nacido de la prima de María, la Virgen, llamada Isabel estaba más que seguro de una cosa: él no era el Cristo. Lo sabía, primero, porque no se sentía capaz de serlo (por su indignidad personal según él mismo creía) pero, sobre todo, porque se le había dicho que sería él, precisamente él, quien anunciaría al Enviado de Dios. 

Es bien cierto que Juan sabía eso. Y lo muestra con unas palabras que son muy fuertes porque enseñan que Quien tenía que venir haría algo que él, el Bautista, no podía hacer: bautizaría con Espíritu Santo y fuego. 

¡Espíritu Santo y fuego! Estas dos realidades mostraban, bien a las claras, que quien bautizada en el río Jordán no era el Mesías. Él bautizaba, sí con un bautismo para el perdón de los pecados. Lo hacía, sin embargo, con agua. No lo hacía, tampoco, con Espíritu Santo. Eso era cosa de otro, del Otro. 

Juan, por tanto, presenta al Hijo de Dios mostrando dos características propias, en exclusiva de él: el Espíritu Santo estará con él y el fuego de su bautismo limpiará los pecados con el fuego de la purificación. 

Y entonces acude Jesús a ser bautizado por Juan. 

Jesús recibiendo la bendición del espíritu santo durante su bautismo 12 |  Imagen Premium generada con IA ¿El Hijo de Dios pecador para ser perdonado? No, el Hijo de Dios mostrando qué se debía hacer a sabiendas de no haber cometido, Él, pecado alguno y, además, haber nacido de mujer Inmaculada. 

Jesús muestra qué se ha de hacer: nacer a la vida eterna a través de un bautismo que perdona los pecados, de la infusión del Espíritu Santo que sana el alma y prepara el corazón para ser su templo. Eso es lo que muestra Aquel que había venido a ser bautizado por su primo Juan. 

La cosa, como es de imaginar, no iba a quedar ahí. Dios debía manifestarse porque todos debía conocer, todos debían saber a qué atenerse. 

Dios, diciendo que Aquel era su hijo y que le había engendrado, sienta las bases de una fe, de una creencia, que se asentaba en una Voluntad santa: el Todopoderoso había engendrado, no creado, a Aquel que había salido de las aguas del río Jordán. Además, sobre Él se había posado el Espíritu Santo, que desde entonces regirá su vida de una forma muy especial (llevándolo, por ejemplo, enseguida, al desierto) y, a partir de entonces, iba a bautizar con fuego, con aquel que sana, con aquel que purifica y, en fin, con aquel que prepara para la vida eterna que dura para siempre, siempre, siempre. 

Por otra parte, Juan se sabe indigno. Y es que nos dice que no lo es para desatarle la “correa de sus sandalias”. Y se refiere al Cristo. 

Podríamos preguntarnos nosotros mismos si creemos que somos más que Juan y podemos hacer otra cosa que no sea seguir la santa Providencia de Dios que envió a su Hijo para que el mundo se salvase… y el mundo no lo recibió.

PRECES

Pidamos a Dios por todos aquellos que no aceptan el bautismo de fuego de Cristo.

Roguemos al Señor.

Pidamos a Dios por todos aquellos que no quieren escuchar la voz de Dios.

 Roguemos al Señor.

ORACIÓN
 
Padre Dios; ayúdanos a escuchar tu voz y a seguirla; y a seguirla.

Gracias, Señor, por poder transmitir esto.

 
El texto bíblico ha sido tomado de la Biblia de Jerusalén.

  

Eleuterio Fernández Guzmán

Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy:

Cristo nos bautiza con Espíritu Santo y Fuego.

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Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna.

 

5.01.25

La Palabra del Domingo – Domingo, 5 de enero de 2025

Resultado de imagen de SAnta BibliaJn 1, 1-18

 

1 En el principio existía la Palabra y la Palabra estaba con Dios, y la Palabra era Dios. 2 Ella estaba en el principio con Dios.  3 Todo se hizo por ella y sin ella no se hizo nada de cuanto existe. 4 En ella estaba la vida y la vida era la luz de los hombres, 5 y la luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la vencieron. 6 Hubo un hombre, enviado por Dios: se llamaba Juan. 7 Este vino para un testimonio, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por él. 8 No era él la luz, sino quien debía dar testimonio de la luz. 9 La Palabra era la luz verdadera que ilumina a todo hombre que viene a este mundo. 10 En el mundo estaba, y el mundo fue hecho por ella, y el mundo no  la conoció. 11 Vino a su casa, y los suyos no la recibieron. 12 Pero a todos los que la recibieron les dio poder de hacerse hijos de Dios, a los que creen en su nombre; 13 la cual no nació de sangre, ni de deseo de hombre, sino que nació de Dios.

14 Y la Palabra se hizo carne, y puso su Morada entre nosotros, y hemos contemplado su gloria, gloria que recibe del Padre como Hijo único, lleno de gracia y de verdad. 15 Juan da testimonio de él y clama: ‘Este era del que yo dije: El que viene detrás de mí se ha puesto delante de mí, porque existía antes que yo.’ 16 Pues de su plenitud hemos recibido todos, y gracia por gracia. 17 Porque la Ley fue dada por medio de Moisés; la gracia y la verdad nos han llegado por Jesucristo. 18 A Dios nadie le ha visto jamás: el Hijo único, que está en el seno del Padre, él lo ha contado.

 

COMENTARIO

 

En el Principio

 

Este texto del evangelio de San Juan es crucial o, mejor, cardinal. Lo es porque nos llega al corazón donde siembra la Verdad. En ella podemos vernos y podemos crecer. A cambio nos pide que la recibamos y no hagamos como aquellos que, viniendo al mundo la Luz, la Palabra, miraron para otro lado e hicieron como sus padres hicieron con otros profetas: despreciaron el mensaje que Dios les llevaba y, de paso, acabaron con sus vidas.

San Juan, en este maravilloso texto, nos habla de la historia de la salvación en estado puro.

La Palabra, el Hijo, estaba frente a Dios en actitud de diálogo. Mientras, en aquel Principio, el Espíritu Santo sobrevolaba las aguas. Y es que el evangelista más  joven de los que fueron toma el relato del Génesis para completar aquello entonces escrito por el amanuense inspirado por la Tercera Persona de la Santísima Trinidad. Y lo hace de forma esplendorosa y, para nosotros, bien gozosa.

La Palabra, que era, que es, Luz, vino al mundo. Fue enviada por Dios para que iluminara la vida de aquellos que el Creador había puesto sobre la faz de la Tierra. Y lo hizo porque sabía que se estaban precipitando hacia el abismo sin darse cuenta y, lo que es peor, aprobando un comportamiento tan alejado de la voluntad del Todopoderoso (¡Alabado sea por siempre!)

El evangelista nos habla de otro Juan al que bien que conocemos. El Precursor, enviado por Dios para que diera noticia de Quien tenía que venir al mundo.  Y, siendo cierto que muchos no lo recibieron otros sí aceptaron el mensaje que traía al mundo. E introdujo a Jesús bautizándolo.

Pero este texto es muy importante, además de por lo ya dicho, por algo en concreto. Nos dice que los que creen en el Enviado de Dios se convierten en hijos de Dios.

En realidad es lo único que nos conviene como seres humanos: aceptar a Cristo en nuestra vida como Quien vino para que fuésemos salvos.

Por cierto, al respecto de la importancia que Cristo ha tenido en la historia de la salvación el Bautista, en palabras de Juan evangelista, sabía que existía antes de todo, antes de que todo fuera creado. Y era posible porque el Enviado era Dios  mismo hecho hombre que es lo único que explica que existiese antes que todo, antes de todo.

 

Y lo que es más importante: por la Palabra se hizo todo; y nosotros, también.

 

PRECES

 

Por todos aquellos que no creen en el bien de la Palabra.

 

Roguemos al Señor.

 

Por todos aquellos que no tienen a bien aceptar a Cristo en sus vidas.

 

Roguemos al Señor.

 

ORACIÓN

 

Padre Dios; ayúdanos a tenerte en nuestro corazón.

 

Gracias, Señor, por poder transmitir esto.

 

El texto bíblico ha sido tomado de la Biblia de Jerusalén.

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Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano GarridoLolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

 

Panecillo de hoy:

Es que las tinieblas no recibieron a la Luz…

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29.12.24

La Palabra del domingo – Domingo, 29 de diciembre de 2024

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Lc 2, 41-52

 

41 Los Padres de Jesús solían ir cada año a Jerusalén por la fiesta de la Pascua. 42 Cuando tuvo doce años, subieron ellos como de costumbre a la fiesta 43 y, al volverse, pasados los días, el niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin saberlo sus padres. 44 Pero creyendo que estaría en la caravana, hicieron un día de camino, y le buscaban entre los parientes y conocidos; 45 pero al no encontrarle, se volvieron a Jerusalén en su busca.46  Y sucedió que, al cabo de tres días, le encontraron en el Templo sentado en medio de los maestros, escuchándoles y preguntándoles; 47 todos los que le oían, estaban estupefactos por su inteligencia y sus respuestas. 48       Cuando le vieron, quedaron sorprendidos, y su madre le dijo: ‘Hijo, ¿por qué nos has hecho esto? Mira, tu padre y yo, angustiados, te andábamos buscando.’ 49 El les dijo: ‘Y ¿por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo debía estar en la casa de mi Padre?’ 50 Pero ellos no comprendieron la respuesta que les dio. 51 Bajó con ellos y vino a Nazaret, y vivía sujeto a ellos. Su madre conservaba cuidadosamente todas las cosas en su corazón.52 Jesús progresaba en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y ante los hombres.”

 

COMENTARIO

Siendo Hijo

Cumpliendo con sus tradiciones, los judíos, y con el comportamiento ordinario de todo miembro del pueblo elegido, Jesús, María y José, acudían, regularmente, a Jerusalén, desde Nazaret, a celebrar la fiesta de la Pascua. El respeto a la Ley era, pues, elocuente. De hecho Jesús, en su vida, nunca se alejó del verdadero sentido que de Dios partió para que su semejanza, la que había creado, se condujera por el camino correcto. 

Ante este hecho, el que Jesús se “pierda”, por así decirlo, de su familia, y se quede en Jerusalén, donde le encuentran, bien podemos ver tres formas distintas de encarar la situación que son la de María, la de José y, por último, la del mismo Jesús.

María, Madre

María, además de Madre de Jesús era, eso, Madre y, como tal, es por lo que muestra ese enfado que ella y José tienen por lo que ha hecho Jesús. Es la que, digamos, lleva la batuta y, en cuanto encuentran a Jesús, en el Templo, a pesar de saber Quien era el que había dado a luz 12 años antes y por medio de Quién lo había engendrado, no deja de llamarle la atención; de regañarle, vamos. 

Cuál sería la situación de nerviosismo del matrimonio de Nazaret nos la podemos imaginar: el único hijo que tienen se les pierde (¡Hasta podían pensar que era por culpa de ellos mismos!) y cuando lo encuentran está, allí, tan tranquilo, hablando con los maestros y sacerdotes como si no hubiera pasado nada. Por eso, es comprensible la actitud de María. “¿Por qué nos has hecho esto?, “angustiados”. Estas son expresiones de una madre enfadada que le manifiesta al hijo no sólo su preocupación sino que le lanza ese por qué tan clarificador: sabía que lo había hecho por su voluntad, por eso se lo pregunta, claro. 

José, padre

Sin embargo, José, como siempre en la vida que le conocemos, no emite ni una sola palabra. Al igual que hiciera cuando el ángel le comunicó lo que iba a suceder a María, asiente, reconociendo, en Jesús, a Alguien más que a un niño de 12 años que se extravía. Bien sabía José que no se había perdido sino, al contrario, que se había encontrando, en la casa de Dios, con su Padre y por eso se había visto obligado a “no aparecer” con su padre durante tres días no por casualidad, los mismos que se “perdió” del mundo, tres su muerte de hombre. Es la actitud de José, el carpintero, una actitud calmada, conocedor de lo que la incomprensión ante lo que pasa es debido a la naturaleza de Quien la lleva a cabo. Aunque no lo diga el texto, yo creo que podemos pensar que José también guardaría aquellas cosas en su corazón, al igual que María, que tantas veces lo hace.

Jesús, el Emmanuel  

Por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo debía estar en la casa de mi Padre ?"

Jesús, como tantas otras veces, nos sorprende con su actuación. No se limita a quedarse en Jerusalén (recordemos aquello de “porque me devora el celo por tu templo”, del Salmo 69,10 que les vino a la memoria a los apóstoles cuando zahirió  a las personas que negociaban con cosas religiosas, o más bien, utilizadas en el Templo) sino que, sabedor de su misión, debió de dirigirse directamente al Templo, donde tenía que demostrar su sabiduría preguntando a los más entendidos de entre ellos sobre las cosas de Dios pues estaba en su casa. Pensemos que dijera algo como esto:

 

Aquí custodiamos la Ley de nuestros padres, debatimos sobre las formas correctas
y las incorrectas, pero…yo pregunto: ¿hasta dónde cumplimos?,
¿no utilizamos la Palabra para no llegar a comprenderla?.
Yo pregunto: ¿es lo que quiere el Dios único y verdadero?.

 

Y así transcurrirían muchas horas…

La respuesta dada a María es, sobre todo, definitiva. Ese “estar en la casa de mi Padre” no debió de entenderse en ese momento, pero dejó claro quién era Él y Quien era su Padre.

Sin embargo, Jesús, que tenía muy claro cuál debería de ser su comportamiento, queda bajo la mano de sus padres, se somete a sus voluntades y regresa, con ellos, a Nazaret donde se sabe que vivía. Esto es un gran ejemplo, una vez más, de cómo debe de comportarse un discípulo suyo, de cómo ha de ser el proceder de quien se dice su seguidor: una cosa es el gusto de cada uno, aunque este sea razonable y hasta noble y otro, el comportamiento adecuado a la naturaleza espiritual de cada cual. 

Además, y como bien sabemos por lo sucedido luego, ese crecer en estatura, en sabiduría y en gracia ante Dios ante los hombres, era lo único que debía suceder. El crecer en estatura era la medida humana, el crecer en sabiduría y en gracia, la medida divina. Por eso Jesús es, también aquí, ejemplo a seguir porque con su crecer en ambos sentidos nos indica cual es nuestro camino: oración y vida común, mirar a Dios y al hombre, la verticalidad y la horizontalidad.

 

PRECES

 

Pidamos a Dios por todos aquellos que no esperan nada de la sabiduría de Dios.

 

Roguemos al Señor.

 

Pidamos a Dios por todos aquellos que no quieren cumplirla misión que tienen encomendada.

 

Roguemos al Señor.

  

ORACIÓN

 

Padre Dios; ayúdanos a cumplir con lo que nos corresponde cumplir como hijos tuyos que somos.

  

Gracias, Señor, por poder transmitir esto.

  

El texto bíblico ha sido tomado de la Biblia de Jerusalén.

Eleuterio Fernández Guzmán

Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy:

El caso es que Cristo no se perdió sino que se encontró.

Para leer Fe y Obras.


Para leer 
Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna. (¡Con nuevos artículos sobre Lolo!)