Eppur si muove - Portales de Belén y portales del infierno (Sobre portales internáuticos católicos)
Es cierto eso de que de todo hay en la viña del Señor. Seguramente lo hay porque Dios quiere que lo haya pero no me negarán ustedes que hay cosas que son muy difíciles de entender.
La Iglesia católica, a lo largo de los siglos que lleva peregrinando por el mundo, ha tenido que enfrentarse, con sus medios, a todos aquellos que han querido hacerle daño. Pero no ha sido sólo la, digamos, “jerarquía”, que pastorea a la grey de Dios, la que ha tenido que dar la cara en muchos y determinados momentos sino que el laico, el católico seglar, ha dado el callo cuando ha sido necesario darlo.
Hoy día, bien entrado el siglo XXI las cosas, dado que existen medios de comunicación inexistentes hace siglos, se han puesto muy difíciles pues el arte del disimulo e, incluso, la más descarada actuación contra la Esposa de Cristo, está al orden del día.
En este sentido, los portales religiosos católicos dan una buena muestra de por dónde van las cosas y hacia qué camino se encaminan algunos o quieren encaminar a los que puedan llevarse por delante.
A este respecto, hay un índice, algo que marca lo que cada uno es, que no debería olvidarse nunca: acoger, en las páginas electrónicas a personas, pensamientos, hechos u omisiones contrarios o a favor de la doctrina ortodoxa católica.
Cuando, por una parte, se cumple con lo que la Iglesia católica dice que hay que cumplir y se ampara a quien cumple lo establecido, digamos que se actúa, sin temor a equivocarnos decimos esto, de forma correcta y en aras de la verdad; cuando, al contrario, en sus páginas se da cabida a quien procura sembrar cizaña, promover herejías claras y diáfanas y posicionarse contra la Iglesia católica so pretexto de querer “renovar” ciertas estructuras, lo bien cierto es que tales comportamientos son censurables, deberían serlo y, de hecho, lo son aquí mismo.
Entonces, cualquiera podría preguntarse qué sentido tiene que haya ciertas personas, pastores de las ovejas de Dios, que se empeñen en sembrar donde no va a crecer nada porque la superficie está marchita y bajo la superficie sólo puede haber raíces muertas donde nada puede fructificar.