Cardenal Martini-Fernando Delgado: encuentro en las nubes
El texto venía contenido en un artículo publicado en Levante-El Mercantil Valenciano ayer mismo, 12 de agosto y venía referido a un encuentro, fortuito, acaecido en el Aeropuerto de Barajas, entre el articulista y escritor Fernando Delgado y el Cardenal Carlo María Martini.
Aquí lo tomaremos por articulista pues se trata de lo aparecido en un artículo.
Pero lo mejor de todo el texto es que denota, por una parte, una actitud francamente chulesca por parte del articulista (por insultona) y que, además, gusta de tomar la parte por lo que sería su gusto del todo. Y esto, viniendo de quien viene lo escrito no hace más que afianzar la creencia de que la Iglesia católica española hace bien lo que hace y que opiniones como las que ahora vamos a referir hay que tenerlas en cuenta, sólo, como ejemplo de lo que no hay que hacer.
Está muy bien que uno diga, por ejemplo, que “Quizá ese despiste favoreció una conversación más libre de prejuicios”. Se refiere a que no reconoció al Cardenal Martini y que, tal cosa, le liberó de los “prejuicios” que podía haber aplicado a la situación.
Y digo que está bien esto porque explica cómo es la persona que escribe lo que escribe. Tenía “prejuicios”, es decir, ya iba al encuentro, fortuito, pensando que, como era cura (así iba vestido el Cardenal Martini) no era, seguramente, una persona de fiar y que, por si las moscas, había que ponerse en guardia.
O, lo que es lo mismo: cuando alguien se encuentra con una persona perteneciente a la Iglesia católica hay que estar preparado para lo peor.
Y esto es una buena definición de alguien.
Pero aún hay más porque esto, en realidad, sólo es el principio del desastre.
Lo que podemos destacar de tal artículo son, digamos, un, a modo de muestras, del estado en el que se encontraba Fernando Delgado (que era en las nubes, en la inopia, en Babia) dos ejemplos que son ejemplo del proceder laicista:
1.-Justificando por qué lo apoya
En realidad, cuando Fernando Delgado manifiesta lo que le mola del Cardenal Martini es cuando, por decirlo así, se retrata (y no sólo a él) Así, si dice que el purpurado italiano apoya la ordenación de hombres casados y de las mujeres es que, sin duda, no se manifiesta muy a favor de la doctrina de la Iglesia católica; si dice que lo que le gusta es que la Iglesia tenga una nueva mirada a la sexualidad lo que ha de querer decir es que se aprueben ciertas prácticas relacionadas con el uso del preservativo y, entonces, no se manifiesta muy a favor de la doctrina de la Iglesia católica; si dice que lo que quiere es que la Iglesia católica se muestre más interesada por la ciencia y la razón entonces lo que le pasa es que no estima como importante lo que la doctrina de la Iglesia católica dice sobre la ciencia y la razón porque no ha de ser de su gusto; si, en realidad, lo que dice es que soñó que con una Iglesia pobre es que, en realidad, lo que quiere es una Iglesia católica sin medios para difundir la Palabra de Dios y, entonces, apartada, exactamente así, del mundo y si se refiere a humilde es que desprecia la humildad de la Iglesia católica, y si se refiere a joven lo que pretende es que se produzca una renovación por “edad” porque se supone que los jóvenes (entendemos que sacerdotes y demás cargos eclesiásticos) van a ser más proclives al mundo y a la mundanidad y a dejarse llevar por lo políticamente correcto cuando, es muy posible que no sea así o que, al menos, no tenga que ser así.
Y esto, claro, como puede verse, no deja de estar, verdaderamente, en las nubes, un poco alejado de la realidad y manifestando unos deseos que, por más que se diga, son bastante caducos y pasados de rosca.
Pero, como he dicho antes, hay otra muestra del estado de “prejuicio” en el que decía el autor del artículo que no se encontraba al no haber conocido al Cardenal Martini. Después de conocerlo es cuando, en verdad, ha manifestado su original (no tanto) idea sobre la Iglesia católica española.
Y lo hace como sigue.
2.-Insultando a la Iglesia española y a los fieles de la misma
El mal comportamiento, la mala baba en el decir, se manifiesta cuando alguien dice, de otras personas, algo que las pone, digamos, mal ante otros seres humanos. Esto es mucho peor cuando se generaliza porque supone llevar a cabo un comportamiento bastante enfermizo y, además, simplón, porque se utiliza lo de uno para aplicarlo al todo o al mucho facilitando, así, el esfuerzo “intelectual” de quien profiera tales cosas (que es ninguno)
Y eso es lo que hace Fernando Delgado en su artículo y con lo que demuestra que, con el Cardenal Martini lo que hacía era estar, verdaderamente, en las nubes y cuando bajó a la tierra se dedicó a hacer lo que sabe (¿?)
De lo dicho se deduce lo siguiente:
1.-“Ciertos nombres” (imaginamos que se refiere a Rouco Varela, Cañizares, Gasco y así) de obispos de la “jerarquía” española y las personas a los que pertenecen son muy distintos a lo que es el Cardenal Martini.
Y eso está bien, pero que muy bien, según lo leído del pensamiento del Sr. Cardenal.
2.-Atribuye al Cardenal Martini ser un “creyente evolucionado” muy dado al diálogo y a encontrarse, nada más y nada menos, que con los que no creen. Pero no dice nada de que sea para que crean y se entiende que, a lo mejor, es para aceptar las ideas de los que, precisamente, no creen.
Esto lo que ha de querer decir, sin ánimo de atribuir pensamientos míos a Fernando Delgado, y según el pensamiento progre y laicista, es que el Cardenal Martini es de las personas que, dentro de la Iglesia católica, apuestan por un cambio notable en la misma. Vamos, lo de siempre en la disidencia.
3.-Decir que en España hay “falaces predicadores” (o sea falsos y mentirosos) que dicen que “tienen la desfachatez de considerar perseguida su libertad” (todo esto son palabras de Fernando Delgado) que, además, tienen “vocación de viejos inquisidores” y que, por si fuera poco, “persiguen la libertad de los otros” es, verdaderamente, una buena definición de lo que es, sencillamente, una persona impresentable en cuestiones religiosas que, apoyada en sectores de la progresía (política y eclesial) española se dedica a ensuciar, con la palabra regurgitada de la hiel estomacal, algo parecido a una idea que, en realidad, no es, sino, un vómito supuestamente intelectual.
Y es que, además, se permite el lujo de considerar, a las personas que no estamos de acuerdo con lo que dice que dice el Cardenal Martini gente poco limpia y poco noble porque entiende que la “dar noticia de Martini a muchos católicos españoles”/…/ es “ofrecer consuelo y esperanza a gente limpia y noble que lo merece“.
Por lo tanto, las personas que no nos consideramos progres ni estamos con las doctrinas que pretenden romper la Iglesia para ganar en el río revuelto del desconsuelo, no tenemos derecho ni al consuelo ni a la esperanza.
Sin embargo, para desgracia del gran insultador, no nos hace falta porque ya tenemos uno y otra.
Eso, por otra parte, no lo puede decir él.
Ahora que si tenemos en cuenta que, por ejemplo, en un artículo publicado en “El País” el día 25 de mayo pasado y escrito por Juan G. Bedoya dice lo que dice, ya sabemos el camino que lleva la cosa.
Pero lo que lleva, francamente, a la risa, es que el artículo, tuviera un título que es “Un caso raro” mientras que Religión Digital, que lo recoge, como eco, lo titula con una frase del mismo, “Aquel elegante señor vestido con clerimang”. Por tanto, alguien que no tuviera la curiosidad intelectual de dirigirse al mismo diario donde fue publicado el artículo de Delgado pensaría encontrarse ante una fineza lingüística cuando, en realidad, no es más que el intento de hacer pasar por general las opiniones del Cardenal Martini que, así, deja de ser “un caso raro” para convertirse en algo que cualquiera puede llegar a pensar.
Y es que, a veces, un cambio de palabras muestra, mucho, como es la persona que hace tales cosas.
8 comentarios
Así que en eso no anda errado el hombre.
No, incorregible, no, porque también digo "Esto lo que ha de querer decir, sin ánimo de atribuir pensamientos míos a Fernando Delgado"
Que conste que estoy tratando de corregir lo que pueden ser interpretaciones mías y no pueden ser atribuídas a los demás.
En fin, paciencia, paciencia, que no se conquistó Zamora en una hora... por lo menos les costaría dos o tres.
No sé a quien te refieres con lo de ir muy lejos a buscar a tal persona que así parece que se define. Y no lo sé de verdad (esto no es ninguna ironía ni nada por el estilo)
Estoy de acuerdo con lo que dice Ud. sobre que, al fin y al cabo, es Cristo el que lleva la barca de la Iglesia. Sin embargo, no podemos dejar que las cosas pasen como si nada y, creo yo, debemos mantener nuestra costumbre (buena) de decir lo que pasa con aquellas personas o instituciones que se oponen, de muchas formas, a la Iglesia católica porque es la única forma de que se sepa lo que pasa y, sobre todo, de que se sepa que no nos vamos a quedar callados cuando se actúa contra la Esposa de Cristo o contra sus sacerdotes o contra sus obispos o contra el Santo Padre.
Durante el último cónclave, también se esforzaron por presentar al cardenal Martini como un duro oponente al cardenal Ratzinger, como si hubieran estado ahí para saberlo.
Para mejor conocer a un cardenal de la talla de Martini habrá que conocer, con rigor, qué labor pastoral hizo o cuáles son sus escritos. Pero no atender a frases más o menos llamativas, pero claramente desposeidas de su contexto.
Es verdad que de ciertos medios, que tienen la intención principal de hacer todo el daño que puedan a la Iglesia, no se puede esperar nada bueno. El caso es, precisamente, éste (los dos que aparecen como, digamos, referencias articulísticas)
No me parece tan extraño que se presentar al Cardenal Martini como un duro oponente a quien ahora es Papa pues lo indicado en el artículo de El País al que hago referencia (en lo que quiere decir el propio Cardenal Martini) se ve que existen muchas diferencias entre una persona y otra. Aunque quien lo dijera no hubiera estado en el cónclave, es fácil suponer que hubo tal oposición.
Y sí, es, seguro, conocer en profundidad el trabajo del Cardenal Martini allí donde haya desempeñado sus funciones. Sin embargo, con que él mismo dice en el, otra vez, citado artículo de El País, creo que podemos hacernos una idea de cómo piensa (eso sin querer imaginarme nada de nada ni atribuirle nada de nada sino, sólo, por lo leído y dicho por él)
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