Un amigo de Lolo – Campanadas de necesidad – II, la Pureza
Presentación
Como suele ser habitual con el Beato de Linares (Jaén, España) Manuel Lozano Garrido, más conocido como Lolo, lo que escribe mueve a percibirlo como algo importante. Y eso es lo que ha pasado con esto.
El que esto escribe tiene por buena cosa publicar los artículos que Lolo dio a la luz pública (en los más diversos medios escritos) en la página de la Fundación Lolo. Y, como podemos imaginar, los hay de toda forma y condición cumpliendo siempre la característica de ser más que recomendable su lectura.
Pues bien, cumpliendo con tan gozosa labor, me correspondió publicar un artículo-petición titulado “Doce peticiones para doce campanadas” que Lolo había publicado el 8 de enero de 1955 en la revista “Signo”.
Debo reconocer que al leer las tales “campanadas” (referidas las mismas a las primeras del primer día del año) tuve la sensación de que tal texto debía ser difundido lo más y mejor posible porque son unas verdaderas campanadas de necesidad. Y por eso, a partir de hoy mismo, paso a publicar, con la ayuda de Dios, una a una, las doce de las que habla el texto con un humilde comentario del que esto escribe que es, sin duda, lo peor de todo lo que aquí se va a traer…
Vamos a poner siempre el texto que precede a las campanadas que es el que sigue:
“Estoy ante Ti, Señor, en este instante fugaz, a caballo de dos tiempos. Hace frío, y hace ahora en raro crepitar de estrellas. Se diría que todo descansa, pero el silencio de ahora nace de un duermevela electrizante.
¡Ves, Señor! En tus plazas y pueblos se han congregado muchedumbres con las frentes en alto; pero Tú no te hagas ilusiones, porque esos ojos que se describirán de ansiedad están hoy polarizados apenas por la estricta circulación de un reloj. Es absurdo, mi Cristo, pero así es. “Entonces- dirás, ¿es que al fin se reúnen para amarse?” No; en el fondo, esas células que integran lo que se llama la multitud tienen entre sí la repelencia de lo egocéntrico. Para ellos, en la autopista del tiempo corren hoy sólo dos leves saetas la carrera de lo personal. Apenas cuando crucen conjuntamente la cinta de las doce oirás el estruendo con que cada uno festeja el aparente hallazgo de un seguro de vida.
Para entonces, quiero ofrendarte mi súplica.
He oído ya la puesta en marcha de una sonajería y el martillo de bronce está en alto para la danza de las horas y el rigodón de la vida. En su honor, barrena ya la noche la pacífica metralla del champán y de lo que pudo ser tu sangre, el vino. Pero antes que con las burbujas llegue hasta tu rostro la afrenta que omite la gratitud a tu nombre, tolera que te envíe, como doce recursos de urgencia, los telegramas de otras tantas súplicas para cada una de las doce campanadas que inician el año.”
Y, a continuación, lo que corresponde a cada una de ellas.
Campanadas de necesidad – II, Pureza
“II
PUREZA.
Tú, el Puro, el eternamente Santo, haz que al segundo repique nuestro corazón florezca como en una nevada de azucenas y en el mundo se apague el fuego de lujuria que relampaguea en tantas pupilas. Te rogamos no hagan falta piedras de molino porque en lo venidero se prolongue la edad de oro de la inocencia en los niños; porque en el ánfora de cristal de la adolescencia arraiguen tus lirios y se dilate la mirada limpia y el tesoro de la virginidad. Que a la gracia de la mujer, reflejo de tu belleza, la cele el recato y no la aje el deseo que alumbra en el hombre, la cruda vanidad femenina o la ostentosa picardía. Que en el hogar, el placer y el egoísmo no consumen el crimen sellando la fuente de la vida y la familia sea crisol donde se fragüen las más caras virtudes.”
No podemos negar que lo que le pide Lolo a Cristo en este segundo “repique” no es poca cosa.Y es que, si consideramos los años pasados desde que escribiera esto nuestro amigo de Linares hasta hoy mismo es posible que nos echemos las manos a la cabeza y nos digamos algo así como ¡si entonces estaban así! (año 1955)… ¿Qué es ahora?
Tristemente podemos afirmar sin temor a equivocarnos que la cosa ha empeorado más que muchoal respecto de lo que el Beato de Linares (Jaén, España) aquí nos trae. Y bastará hacer la relación de lo que ansía Manuel para darnos cuenta de eso.
Quiere Lolo que la pureza se enseñoree de nuestro corazóncomo si se tratase de la floración de una flor que, por su blancura, venga a representar lo que es limpio y que eso que es limpio anide ahí, en el corazón…
Hasta ahí todo correctopues esto parece la principal premisa de todo lo que viene después o algo así como un “principio general de la pureza”. Y así y por eso lo tomamos…
Pero luego viene lo otro o, lo que es lo mismo, lo que quiere que se quite y que se deje o, en todo caso, ponga por si falta…
Por ejemplo, que desaparezca la lujuria que entra y sale por las pupilas de los hijos de Dios…
Por ejemplo, que no sean necesarias las piedras de molino que deberían colgar de los cuellos de aquellos que, como dice Cristo, escandalicen a los más pequeños…
Por ejemplo, que durante la adolescencia no sea la impureza la que rija el corazón de los jóvenes sino que, al contrario, sea de blanco del color que vista el corazón y, así, los actos de los mismos…
Por ejemplo, la mujer (aunque esto no sea bien visto ahora…) tenga por actitud que la misma sea recatada y no se deje llevar por todo aquello que hace que eso sea imposible y, por tanto y con mala consecuencia, pueda alumbrar, como dice Lolo, el “deseo” en el hombre…
Por ejemplo, que no se trate de actitudes egoístas o simplemente placenteras (¡Qué bien lo dice Lolo esto!) las que lleven al cegamiento de la vida en las relaciones propias del matrimonio o, lo que es lo mismo, que no se haga uso de los muchos métodos anticonceptivos de que se disponía entonces y ahora, aún más…
Por ejemplo, y como mejor y buena cosa, que sea la familia donde se manifiesten y difundan las más sensatas virtudes llevadas por corazones no manchados.
Todo esto, podemos entender según dice Lolo, se puede llevar a cabo si es la pureza quien rige las acciones, omisiones y pensamientos de los hijos de Dios.
Y, aunque es cierto, que todo eso puede parecer una labor titánica, también lo es que sólo los más fuertes de corazón y de espíritu van a poder llevarlo a cabo. Vamos, como lo fue Lolo… ni más ni menos.
Eleuterio Fernández Guzmán
Panecillos de meditación
Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.
Panecillo de hoy:
Campanadas que enmudezcan lo mundano siempre valen la pena y a nuestra alma bien le vienen.
Aforismos de fe católica: del libro de Lolo “Bienvenido, amor” (40)
“Dios, como el pan y el agua, existe para todos y satisface plenamente a todo el que se dedica a saborearlo.”
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Para leer Fe y Obras.
Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna.
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