Apuntes inesperados – Esperar, siempre esperar
En realidad, son cosas que pueden pasar un día cualquiera. Momentos son que pueden originar una reflexión o algo así como un pensamiento que se alarga más o menos según sean las circunstancias y el pasar y ser de las mismas.
En realidad no se trata, esto, sino de unos inesperados apuntes.
Esperar, siempre esperar
Es cierto y verdad que hay un refrán que sostiene que “quien espera, desespera”. Y, ciertamente, no es ni poco cierto ni poca verdad que es así pues no creo que haya nadie que no haya caído en la sensación consistente en parecer que nunca llega lo que queremos que llegue.
De todas formas, tampoco podemos negar que muchas veces esperamos algo que, en realidad, no deberíamos haber ansiado porque, al fin y al cabo, puede que no se trate de nada bueno para nosotros pero, como somos como somos, no nos basta con tener claro que a lo mejor eso no lo debemos esperar sino que insistimos en esperar y, claro, luego pasa lo que pasa…
Esperar es, para empezar, un síntoma de paciencia. Es decir, que ejercitando la misma hasta es posible que no lleguemos a desesperar que es, como sabemos, el peor de los pecados pues supone el mismo que dejamos de confiar en Dios (todo está en su mano) y nos sometemos a las simples cosas de los hombres.
Por otra parte, hay cosas que, por sí mismas, nos hacen esperar y contra las que nada podemos hacer. Es decir, cuando, por ejemplo, se nos ha prometido algo que creemos es bueno para nosotros pero no sabemos ni cómo ni cuándo eso vamos a tenerlo. Entonces, créanlo, lo mejor es olvidar desde la propia raíz de la espera, tal cosa pues, de otra forma, es más que probable que se nos altere el alma y no sepamos, ciertamente, a qué atenernos. Y aquí es donde entra en juego el mismo ser de la paciencia que es una virtud más que recomendable cuando hay algo que no está en nuestras manos y ante lo cual sólo podemos, eso, esperar…
Esperar es, además, la espera queremos decir, síntoma de tener un corazón bien sentado en las cosas que verdaderamente importan y no en los gustos o goces volanderos que el mundo nos ofrece para alterar nuestro ser y, así, nuestra propia vida. Y saber esperar es, entonces, crucial pues, de otra forma, nada bueno puede acaecernos cuando la mayoría de las veces, nada podemos hacer para acelerar el fin ansiado.
Esperar, saber hacerlo quiero decir, es algo así como tener un seguro del corazón al día y sin deber cheque alguno por su tenencia. Y con eso quiero decir que es cosa de cada uno de nosotros que sepamos dejar pasar el tiempo para que llegue cuando tenga que llegar lo que tiene que llegar porque, sin esto un trabalenguas, es lo que más conviene a nuestro corazón que, hoy día, tan aquejado de “prisitis” (digámoslo así) y tantas ansias tiene de que todo sea ya y ahora mismo…
Esperar, ya por último, es expresión de tener las cosas claras. Y es que si debemos hacer eso, esperar, con nuestra llegada al Cielo (Dios la quiera y nosotros seamos capaces de comprender qué supone eso en nuestra actual vida) ¿Debemos tener prisa para algo distinto a eso?
Alguien de hoy en día, sin embargo, diría que sí, que esperar… eso para otro.
Y aquí les dejo, hasta otro apunte.
Eleuterio Fernández Guzmán
……………………
Panecillos de meditación
Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.
Panecillo de hoy:
Es inesperado todo lo que por inspiración nos llega.
2 comentarios
Esperanza en el Premio del Cielo con la mirada puesta en Él y los piés sobre la Tierra.
JHS.
Dios te salve, Reina
y Madre de misericordia,
vida, dulzura y esperanza nuestra;
Dios te salve.
A ti llamamos
los desterrados hijos de Eva;
a ti suspiramos, gimiendo y llorando
en este valle de lágrimas.
Ea, pues, Señora, abogada nuestra,
vuelve a nosotros esos tus ojos
misericordiosos;
y después de este destierro,
muéstranos a Jesús,
fruto bendito de tu vientre.
¡Oh, clementísima, oh piadosa,
oh dulce Virgen María!
EFG
Pues sí, acordarse de la Santísima Virgen es una buena forma de saber esperar y no perder la esperanza. Amén.
Dejar un comentario