La Palabra para el Domingo - 3 de julio de 2022
Como es obvio, hoy no es domingo 3 sino sábado 2 de julio de 2022. Esto lo decimos porque hemos publicado hoy el comentario del Evangelio que siempre hemos traído aquí en día, precisamente, domingo. Sin embargo, un amable lector, sacerdote, me hizo la sugerencia de poner el comentario del Evangelio del primer día de la semana, el sábado porque, como es verdad y lamento no haberme dado cuenta, el texto del Evangelio de la Santa Misa del sábado por la tarde es el del domingo siguiente.
También lamento no haberme dado cuenta de que publicando este comentario a determinada hora de España aún es viernes en la América hispana. Por eso, y por cumplir con el horario y que las cosas sean razonables, es publicado este comentario ahora, a esta hora en España cuando ya es sábado en América. Y a lo mejor es posible que haya quien piense que decir esto no hace falta pero con franqueza digo que creo es necesario y más que necesario.
Lc 10, 1-12.17-20
“1 Después de esto, designó el Señor a otros 72, y los envió de dos en dos delante de sí, a todas las ciudades y sitios a donde él había de ir. 2 Y les dijo: ‘La mies es mucha, y los obreros pocos. Rogad, pues, al Dueño de la mies que envíe obreros a su mies. 3 Id; mirad que os envío como corderos en medio de lobos. 4 No llevéis bolsa, ni alforja, ni sandalias. Y no saludéis a nadie en el camino. 5 En la casa en que entréis, decid primero: ‘Paz a esta casa.’ 6 Y si hubiere allí un hijo de paz, vuestra paz reposará sobre él; si no, se volverá a vosotros. 7 Permaneced en la misma casa, comiendo y bebiendo lo que tengan, porque el obrero merece su salario. No vayáis de casa en casa. 8 En la ciudad en que entréis y os reciban, comed lo que os pongan; 9 curad los enfermos que haya en ella, y decidles: ‘El Reino de Dios está cerca de vosotros.’ 10 En la ciudad en que entréis y no os reciban, salid a sus plazas y decid: 11 ‘Hasta el polvo de vuestra ciudad que se nos ha pegado a los pies, os lo sacudimos. Pero sabed, con todo, que el Reino de Dios está cerca.’ 12 Os digo que en aquel Día habrá menos rigor para Sodoma que para aquella ciudad.
17 Regresaron los 72 alegres, diciendo: ‘Señor, hasta los demonios se nos someten en tu nombre.’ 18 Él les dijo: ‘Yo veía a Satanás caer del cielo como un rayo.19 Mirad, os he dado el poder de pisar sobre serpientes y escorpiones, y sobre todo poder del enemigo, y nada os podrá hacer daño; 20 pero no os alegréis de que los espíritus se os sometan; alegraos de que vuestros nombres estén escritos en los cielos.’”
COMENTARIO
La verdadera alegría
Creer en Dios y tener por bueno y mejor que el Creador es Padre de la humanidad era una verdad que Jesús quería proponer. Es decir, no tenía intención de ir por el mundo obligando a creer. Ahora bien, avisaba muchas veces de lo que suponía no creer. Y esto, lo que quería decir era que el hombre era libre para aceptar o no lo que proponía el Maestro.
Exactamente igual tenía Cristo por verdad que eso hicieran aquellos a los que había enviado. En este texto se nos dice que fueron 72 los que quiso que fueran por el mundo a transmitir la Buena Noticia y que el Reino de Dios estaba cerca.
Lo que dice Jesús es bien claro: son pocos los que evangelizan y hay que pedir a Dios para que envíe a muchos que cumplan con tal labor.
Pero también les dice algo que valía para entonces y vale para ahora mismo: los envía a padecer porque sólo puede entenderse tal cosa cuando trata a sus enviados como ovejas y a otros, como lobos. Sin embargo, ellos debían mantener la esperanza siempre intacta y la confianza en Dios porque en muchos lugares los recibirían con alegría.
En otros, sin embargo, la cosa no se daría bien ni nada por el estilo. Es decir, en muchos lugares no querrían saber nada de ellos. Bien fuera por ignorancia de la Verdad o, simplemente, por ir a pueblos enemigos del pueblo judío… el caso es que en más de un lugar al que debieron ir aquellos 72 enviados nos lo debieron recibir de buen gusto. Y es casi seguro que los echaran con cajas destempladas.
¿Qué, entonces?
Jesús lo dice con toda claridad: ellos han de ir a anunciar la Buena Noticia que consiste, en esencia, en decir que el Reino de Dios estaba tan cerca como ellos quisieran que estuviese. Ahora bien, en aquellos lugares en los que fueran bien recibidos (casas o pueblos) debían informarles y formarles acerca de eso. Pero en aquellos lugares (casas o pueblos) en los que fueran maltratados (de palabra o de obra) no debían hacer más que marcharse. Ahora bien, dejándoles claro que el juicio que caería sobre ellos sería grave porque habían acudido allí a anunciarles su salvación y ellos la habían rechazado o, lo que es lo mismo, habían pecado contra el Espíritu Santo, la gracia de Dios a la que negaban la entrada en sus corazones.
Y aquellos hombres regresaron.
Seguramente vieron muchas cosas mal hechas pero, seguramente, vieron otras muy bien hechas y preparadas por Dios. Ellos, pues, estaban contentos por lo hecho porque, como seres humanos que era, se alegraban mucho de que su trabajo fuera fructífero.
Y eso estaba bien pero… ya sabemos cómo es Cristo.
En efecto, el Hijo de Dios iba a bajarlos de su nube mundana e iba a subirlos a otra mucho más importante: la de la vida eterna.
En realidad, lo que debían tener por bueno y benéfico para sus almas no es el trabajo que habían hecho (que estaba muy bien porque era lo mandado) sino que Dios los tuviese en su corazón y que, como dice Cristo, sus “nombres estén escritos en los cielos”.
Tal escritura es tan importante que, sin ella, nada de lo hecho en el mundo vale nada ni vale la pena hacerlo.
Y aquellos, que habían visto, seguramente, el fruto de su trabajo, debieron quedar alegremente sorprendidos. ¡Además de llevar a cabo bien su misión, ellos estaban en el corazón de Dios! Y es que la verdadera alegría está en que estemos en el corazón del Todopoderoso.
Lo demás es, por cierto, humo y polvo.
PRECES
Por todos aquellos que no quieren escuchar la Palabra de Dios.
Roguemos al Señor.
Por todos aquellos que no quieren recibir al Espíritu Santo en su corazón.
Roguemos al Señor.
ORACIÓN
Padre Dios; ayúdanos saber comprender lo que verdaderamente nos conviene.
Gracias, Señor, por poder transmitir esto.
El texto bíblico ha sido tomado de la Biblia de Jerusalén.
Eleuterio Fernández Guzmán
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Panecillos de meditación
Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.
Panecillo de hoy:
La alegría del hombre es saberse hijo de Dios.
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