La Palabra para el Domingo - 26 de septiembre de 2021

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Como es obvio, hoy no es domingo 26 sino sábado, 25 de septiembre de 2021. Esto lo decimos porque hemos publicado hoy el comentario del Evangelio que siempre hemos traído aquí en día, precisamente, domingo. Sin embargo, un amable lector, sacerdote, me hizo la sugerencia de poner el comentario del Evangelio del primer día de la semana, el sábado porque, como es verdad y lamento no haberme dado cuenta, el texto del Evangelio de la Santa Misa del sábado por la tarde es el del domingo siguiente.

También lamento no haberme dado cuenta de que publicando este comentario a determinada hora de España aún es viernes en la América hispana. Por eso, y por cumplir con el horario y que las cosas sean razonables, es publicado este comentario ahora, a esta hora en España cuando ya es sábado en América. Y a lo mejor es posible que haya quien piense que decir esto no hace falta pero con franqueza digo que creo es necesario y más que necesario.

 

 

Mc 9, 38-43. 45. 47-48

 

“38 Juan le dijo: ‘Maestro, hemos visto a uno que expulsaba demonios en tu nombre y no viene con nosotros y tratamos de impedírselo porque no venía con nosotros.’ 39 Pero Jesús dijo: ‘No se lo impidáis, pues no hay nadie que obre un milagro invocando mi nombre y que luego sea  capaz de hablar mal de mí.40 Pues el que no está contra nosotros, está por nosotros.’

41 ‘Todo aquel que os dé de beber un vaso de agua por el hecho de que sois de Cristo, os aseguro que no perderá su  recompensa.’42 ‘Y al que escandalice a uno de estos pequeños que creen, mejor le es que le pongan al cuello una de esas piedras de molino que mueven los asnos y que le echen al mar. 43 Y si tu mano te es ocasión de pecado, córtatela. Más vale que entres manco en la Vida que, con las dos manos, ir a la gehenna, al fuego que no se apaga.45 Y si tu pie te es ocasión de pecado, córtatelo. Más vale que entres cojo en la Vida que, con los dos pies, ser  arrojado a la gehenna.47 Y si tu ojo te es ocasión de pecado, sácatelo. Más vale que entres con un solo ojo en el Reino de Dios que, con los dos ojos, ser arrojado a la gehenna, 48 donde = su gusano no muere y el fuego no se apaga’”.

                                

 

COMENTARIO

 

Con el que me sigue

1.- A pesar de que hacía muy poco tiempo, relativamente, que Jesús predicaba y enseñaba que el Reino de Dios ya había llegado, alguno de sus contemporáneos se habían arrogado la posibilidad de actuar en representación suya y, así, extender su misterio a todo aquel que quisiera atender lo que decía y hacía. 

Sin embargo, aquellos que le seguían más de cerca, los que creían tener la “exclusiva” de ese Mesías, los que, quizá egoístamente, querían acapararlo para sí (no obstante hacía bien poco que se preguntaban quién sería el primero al morir Él) no podían, o no querían, permitir que nadie actuara dentro de ese pequeño grupo: quien no iba  con ellos se suponía que no estaba “autorizado” a hacer nada, ni aunque fuera bueno. 

Esta actitud tenía mucha relación con lo que creían muchos judíos sobre el hecho de que nada se podía hacer contrario a la ley en sábado. Por lo tanto, aún parece que no habían recorrido el camino existente entre su antigua ley y la verdadera Ley de Dios y de su Reino. 

2.-Jesús, como tantas veces ha de hacer con sus rudos seguidores, seguramente ávidos de ese poder algo más acá, más palpable que la vida eterna, se ve en la obligación de darles a entender que ellos no son, ni serán, por el bien de todos, los únicos que podían predicar  o llevar a cabo hechos extraordinarios. Por lo tanto, actuar haciendo el bien y, al fin y al cabo, transmitiendo, de forma práctica, su mensaje, no estaba mal. Eso lo tenían que comprender, aunque les fuera muy difícil. 

Tan concienciado estaba el Mesías de lo que decía, que podía asegurar, como no puede ser de otra forma, que aquel que hace el  bien en su nombre no puede, luego, actuar en contra, ni Él ni de sus más inmediatos, digamos, discípulos. 

Deducía, por eso, una limpieza de corazón y una relación directa entre el bien y su persona, entre una concepción nueva de la Ley pero tan antigua como el hombre y aquello que se podía hacer con ella. Es más, para que vean que ellos también se pueden beneficiar de aquellas buenas acciones les viene a decir que el bien que puedan recibir los mismos que ahora le escuchan será recompensado por quien lo haga pues de otra forma no se entendería el bien supremo que Dios le entrega a su persona, la limpieza de corazón que irradia su comportamiento, el bienestar que lleva a todos. 

3.- También Jesús, para dar importancia a aquellos que, en  su juventud espiritual, recién llegados podríamos decir, al Reino de Dios, los defiende de una forma total, radical, o sea, de raíz, por lo más elemental. Bien sabía Jesús lo que decía. 

Quien, por medio de acción o de palabra, sea causa de que uno de aquellos que eran hermanos en la fe, obrara mal o pensara mal de otro (no actuara, por tanto, y forzado, con amor al prójimo) se vería aquejado por un mal muy gravoso (lo de la piedra del molino es figura bastante clarificadora). Lo que pretendía el Maestro era enseñar que el amor fuera verdadero,  que no se sembrase odio o rencor, a ser francos en el cumplimiento de la Palabra y voluntad de Dios, algo radicalmente importante y básico para quienes quisieran ser sus discípulos verdaderos. 

4.- Acaba el texto de San Marcos con una invitación de Jesús, con una invitación a la pureza de corazón. No tomemos la expresión al pie de la letra sino en el significado que podía tener. Al hablar de la mano y del ojo bien podemos entender que, por medio de estos, al fin y al cabo, sentidos, el de la vista y del tacto, podían producirse graves actos (robos, hurtos, codicia sobre los bienes ajenos, deseo de la mujer del otro, etc.) que es, precisamente lo que prohibía y prohíbe alguno de los mandamientos de la Ley de Dios (no he venido a abolir la ley…, llegó a decir). No pretendía, creo yo, que se cortara una mano o se sacara un ojo, sino que se evitara eso que no estaba permitido: que no se robara, que no se hurtara, que no se codiciara, que no se deseara lo que no debía desearse. 

Vemos, pues, que Jesús, instruía en lo elemental ya que parecía que, con el tiempo, se había olvidado. No eran grandes disquisiciones teológicas sino comportamientos de a diario, del común, lo que les decía y aconsejaba hacer. 

Pero aquí hay algo más que un mero hablar; hay indicación de cómo se ha de actuar: extendiendo el Reino de Dios, quien sea, no escandalizando con el comportamiento en la relación con los demás, no olvidando los Mandamientos. 

Sólo eso.

 

PRECES

 

Pidamos a Dios por todos aquellos que no quieren evangelizar. 

Roguemos al Señor.

 

Pidamos a Dios por todos aquellos que no comprenden la importancia de la vida eterna. 

Roguemos al Señor.

  

ORACIÓN

 

Padre Dios; ayúdanos a reconocer la importancia que tiene, para nosotros, la limpieza del alma.

 

Gracias, Señor, por poder transmitir esto.

 

 

El texto bíblico ha sido tomado de la Biblia de Jerusalén. 

 

Eleuterio Fernández Guzmán

     

Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

 

Panecillo de hoy:

Perder la vida o ganarla siendo la eterna.

Para leer Fe y Obras.

 

Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna. 

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