Serie tradición y conservadurismo – La tolerancia religiosa para un católico
“Nos hacemos conservadores a medida que envejecemos, eso es cierto. Pero no nos volvemos conservadores porque hayamos descubierto tantas cosas nuevas que eran espurias. Nos volvemos conservadores porque hemos descubierto tantas cosas viejas que eran genuinas.“
G.K. Chesterton
Ser tolerante, así dicho, pudiera dar la impresión de que es algo propio de personas abiertas, que aceptan lo que les pasa sin mayor problema pero que, sobre todo, aceptan, sin mucha oposición, cualquier tipo de idea si hablamos de lo espiritual o, por resumir, de lo religioso.
Generalmente, se entiende por tolerancia una actitud que consiste en no poner impedimentos a lo que se considera ilícito pero sin aprobarlo. Sería algo así como un “dejar hacer” a sabiendas de que tal hacer no está bien ni puede estarlo.
Tal forma de pensamiento ha concluido o, mejor, ha llegado a establecer la especie según la cual una persona es tolerante cuanto entiende que cualquier opinión es igual de válida que otra.
¿Qué significa esto?
Por decirlo pronto, esto supone que no es posible que existan valores absolutos porque todo es admisible, todo es “tolerable”. Y, además, cuando alguien no se comporte de forma tan “comprensiva” es, automáticamente, tachado de antisocial y anti todo lo que sea admisible desde el punto de vista políticamente correcto.
También podemos decir que esto no es que siembre sino que abona el relativismo que defiende que, en efecto, todo es posible y toda opción se debe admitir en aras de una convivencia que llaman socialmente aceptable.
Sin embargo, los católicos sabemos que no debemos ser nada tolerantes con muchas cosas y debemos manifestar tal forma de pensar y de hacer aunque eso suponga cualquier tipo de desapego de la sociedad en la que vivimos. Y eso siempre lo tuvo muy en cuenta san Juan Pablo II cuando en su Evangelium vitae dijo esto:
“La raíz común de todas estas tendencias es el relativismo ético que caracteriza muchos aspectos de la cultura contemporánea. No falta quien considera este relativismo como una condición de la democracia, ya que sólo él garantizaría la tolerancia, el respeto recíproco entre las personas y la adhesión a las decisiones de la mayoría, mientras que las normas morales, consideradas objetivas y vinculantes, llevarían al autoritarismo y a la intolerancia “(Evangelium vitae, 70)
“La tolerancia legal del aborto o de la eutanasia no puede de ningún modo invocar el respeto de la conciencia de los demás, precisamente porque la sociedad tiene el derecho y el deber de protegerse de los abusos que se pueden dar en nombre de la conciencia y bajo el pretexto de la libertad. “ (Evangelium vitae 71)
¿Lo ven ustedes? Democracia queda equiparada a tolerancia. Por tanto, quien no es tolerante no es demócrata y puede ser demonizado a satisfacción de la corrección política.
Hay cosas que, simplemente, un católico no debe tolerar:
-El aborto
-El divorcio
-La eutanasia
-El gaymonio
-La manipulación genética
-La manipulación ideológica de la infancia
-La falta de respeto del derecho a la educación de los hijos.
-El comportamiento políticamente correcto
-El respeto humano
-Los comportamientos homosexuales
-El relativismo
-El hedonismo
-El fariseísmo
-Las manipulaciones teológicas
Pues bien, al respecto de la tolerancia, el emérito Papa Benedicto XVI, en su Catequesis de 25 de junio de 2008 dijo esto:
“Pensemos en valores que justamente se defienden hoy, como la tolerancia, la libertad y el diálogo. Pero una tolerancia que no sepa distinguir el bien del mal sería caótica y autodestructiva. Del mismo modo, una libertad que no respete la libertad de los demás y no halle la medida común de nuestras libertades respectivas, sería anárquica y destruiría la autoridad. El diálogo que ya no sabe sobre qué dialogar resulta una palabrería vacía.”
En realidad resulta bastante destructivo creer que todo es admisible porque facilitamos, con tal forma de pensar, que cualquiera pueda creer que no hay Verdad y que todo, al fin y al cabo, puede tenerse por bueno según nos convenga o en cada momento nos venga bien…
El católico no debe tolerar, de ninguna de las maneras, lo aquí dicho y, seguramente, otras muchas realidades que no mostramos pero que cualquiera podría añadir a lo dicho arriba.
Por su parte, el Papa Francisco, en un momento determinado del discurso que dirigió a los participantes del congreso internacional ‘’La libertad religiosa según el derecho internacional y el conflicto global de los valores’’ y les dijo, al respecto del equivocado sentido que de la tolerancia se puede llegar a tener que:
“La libertad religiosa no es sólo aquella de un pensamiento o de un culto privado –explicó el Papa-. Es libertad de vivir según los principios éticos consecuentes a la verdad encontrada, ya sea privada o públicamente. Éste es un gran desafío en el mundo globalizado, donde el pensamiento débil –que es como una enfermedad– disminuye también el nivel ético general, y en nombre de un falso concepto de tolerancia se termina por perseguir a los que defienden la verdad sobre el hombre y sus consecuencias éticas”.
Tampoco, pues, es admisible ser tolerante con lo que, al fin y al cabo, ataca a la religión católica. Y eso se permite cuando se piensa que, al fin y al cabo, tampoco tiene tanta importancia lo que se pueda decir acerca de la doctrina católica. Y eso tampoco, decimos, es admisible ni tolerable.
La tolerancia, en general, es mala cosa para un católico. No es que no se pueda tolerar nada sino que hay cosas que no se pueden tolerar. Pero nunca y nunca.
Alguien podría decir que tampoco es gran cosa se tolerante con aquellos que se denominan cristianos y que, a lo mejor con demasiado buenismo religioso, se entienden “hermanos separados”. Y es que la cosa es algo más grave porque, en realidad, los hermanos tienen la misma sangre y, en nuestro caso, siendo la de Cristo no resulta muy edificante creer que pueden serlo aquellos que por motivos más bien humanos quisieron seguir caminos separados de la única Iglesia verdadera que es la católica.
No. No podemos ser tolerantes con tales hermandades. Y no podemos serlo porque es fácil deslizarse por una ladera que nos lleve a la perdición definitiva como católicos si creemos que vamos a ser considerados buenos cristianos por tomar la mano de aquellos que, voluntariamente han querido seguir un camino distinto al que trazó Jesucristo cuando entregó a Pedro las llaves de su Iglesia (Mt 16, 18-9):
“Y yo a mi vez te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella. A ti te daré las llaves del Reino de los Cielos; y lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos, y lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos.”
Nosotros, como hemos visto arriba (aunque sea brevemente) tenemos unos principios, tenemos una doctrina y, en fin, tenemos mucho a lo que aferrarnos fuertemente y que es, en definitiva, lo que da forma y constituye nuestra fe. Y no podemos hacer como si no tuvieran importancia ni los principios ni la doctrina para llevarnos bien con aquellos que desprecian tanto a unos como a otra.
Para que veamos qué supone ser tolerante en según qué temas, ponemos un ejemplo.
En un artículo titulado, precisamente, “La intolerancia de la Iglesia católica” publicado en el diario “El Comercio” de Asturias, en concreto, el 17 de septiembre de 2008, su autor, a la sazón Javier Bericua González, escribía lo siguiente acerca de lo que consideraba intolerancia por parte de la Esposa de Cristo:
“No, ahora pretenden darnos lecciones de tolerancia. ¡Increíble! Sí, increíble, porque es la misma Iglesia que despide a profesores de Religión por vivir en pareja, la que se opone a las leyes de libertad religiosa, la que se manifiesta contra el divorcio o los matrimonios gays aunque nadie les obligue a casarse o divorciarse, la que reniega de la eutanasia, la que condenó la democracia, el socialismo y las libertades. Sí, la misma iglesia que se opuso a la Ilustración, cuna de nuestro progreso.”
¿Ven ustedes cuál es el estado de la cosa? Al parecer la Iglesia católica ha de ser tolerante, luego admitir, todo lo que se admite como bueno y mejor porque, de lo contrario es y será zaherida como perpetradora de los más graves delitos contra la libertad… la que sea.
Y, para que no haya duda alguna acerca de lo que, precisamente, no deber tolerar la Esposa de Cristo, el mismo autor, un poco más abajo dice lo que sigue:
“Por el contrario, el laicismo es tolerante. Respeta a quienes dicen que María fue siempre virgen, aunque la Biblia le adjudique más de siete hijos (Mateo 13:55 y 56). Escucha a quien asegura que Mahoma ascendió al cielo y que nos reserva un paraíso de vírgenes rubias. Y no margina a quienes predican el fin del mundo, ni a los que creen que si aceptas una transfusión de sangre o engulles una morcilla serás destruido por Jehová en la batalla final de Armagedón. Pero el laicismo nunca permitirá que esas ideas se impongan a la fuerza y pisoteen las conquistas sociales y democráticas.”
Pueden ver que, en efecto, el laicismo defiende lo que, de ninguna de las maneras, la Iglesia católica puede tolerar. Y, claro, al contrario de lo que dice el autor del artículo citado, es bien cierto que el laicismo no permite que las ideas, que llama religiosas, se impongan a la fuerza. Sin embargo, hartos y cansados estamos de ver cómo el laicismo impone las suyas y más que las impone.
¿Debemos, pues, ser tolerantes, los católicos?
Fácil es la respuesta porque, de ser tolerantes con tales temas, es seguro que dejamos de ser católicos. Ya saben ustedes… eso de no poder servir, a la vez (o no a la vez, pensamos) a dos señores…
Eleuterio Fernández Guzmán
Panecillos de meditación
Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.
Panecillo de hoy:
Sólo lo bien hecho ha valido y vale la pena.
Para leer Fe y Obras.
Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna.
1 comentario
Hay que recordar que todas las personas (excepto la Virgen ) hemos nacido con el pecado original. (Creencia del cristiano católico). Esto nos hace tolerantes.Un católico si es político también deberá no tolerar por ejemplo el aborto.
Que podemos pensar si el actual presidente de EE.UU, impulsa lo que no debe impulsar siendo católico, siendo de misa dominical, de rezo frecuente, de comunión, y de discurso público sobre su fe.?.
EFG
Es muy fácil: ese señor no es católico pues impulsa la voluntad de Satanás.
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