InfoCatólica / Eleuterio Fernández Guzmán / Archivos para: 2017

29.06.17

El rincón del hermano Rafael – “Saber esperar”- Dejarse hacer por Dios

“Rafael Arnáiz Barón nació el 9 de abril de 1911 en Burgos (España), donde también fue bautizado y recibió la confirmación. Allí mismo inició los estudios en el colegio de los PP. Jesuitas, recibiendo por primera vez la Eucaristía en 1919.”

Esta parte de una biografía que sobre nuestro santo la podemos encontrar en multitud de sitios de la red de redes o en los libros que sobre él se han escrito.

Hasta hace bien poco hemos dedicado este espacio a escribir sobre lo que el hermano Rafael había dejado dicho en su diario “Dios y mi alma”. Sin embargo, como es normal, terminó en su momento nuestro santo de dar forma a su pensamiento espiritual.

Sin embargo, San Rafael Arnáiz Barón había escrito mucho antes de dejar sus impresiones personales en aquel diario. Y algo de aquello es lo que vamos a traer aquí a partir de ahora.

             

Bajo el título “Saber esperar” se han recogido muchos pensamientos, divididos por temas, que manifestó el hermano Rafael. Y a los mismos vamos a tratar de referirnos en lo sucesivo.

“Saber Esperar” - Dejarse hacer por Dios 

“Bueno, Señor, no me hagas caso y haz de mí lo que quieras; yo lo único que puedo hacer es no ponerte obstáculos y dejarme modelar…; además, eso es tan sencillo y tan agradable…’”

Tener fe supone… ¡tenerla!

Esto que decimos parece algo obvio y, en realidad, lo es, pero encierra más de lo que, a primera vista, pudiera parecer. Y el hermano Rafael, San Rafael Arnáiz Barón, tiene mucho que decir a tal respecto.

Sobre esto, sobre la fe y lo que eso supone para quien dice tenerla, podemos decir que estas cosas se pueden hacer de muchas formas pero, en esencia, básicamente, de dos: aceptando o no aceptando.

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28.06.17

Reseña: “Mane nobiscum Domine - Quédate con nosotros, Señor - Desde Emaús”

Mane nobiscum Domine - Quédate con nosotros, Señor - Desde Emaús               Mane nobiscum Domine - Quédate con nosotros, Señor - Desde Emaús

Título: Mane nobiscum Domine - Quédate con nosotros, Señor - Desde Emaús.

Autor: Eleuterio Fernández Guzmán

Editorial: Lulu

Páginas: 90

Precio aprox.: 3. 99 € en papel – 0’99 € formato electrónico.

ISBN: , 5800123147836 papel; 978-0-244-61664-9 electrónico.

Año edición: 2017

 

Los puedes adquirir en Lulu.

 

Mane nobiscum Domine - Quédate con nosotros, Señor - Desde Emaús” - de  Eleuterio Fernández Guzmán.

 

Continuamos con la publicación de textos dentro de la Colección Fe sencilla. Este libro pertenece al apartado de título Biblia

Vayamos, pues, con la reseña. Y, para eso, reproducimos la “Presentación” del libro.

Muy sintomático es este ejemplo que los discípulos de Emaús nos ofrecen a todos los cristianos. Del todo a la nada casi de inmediato.

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27.06.17

Un amigo de Lolo – "Lolo, libro a libro"- La importancia de la fe

Presentación

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Yo soy amigo de Lolo. Manuel Lozano Garrido, Beato de la Iglesia católica y periodista vivió su fe desde un punto de vista gozoso como sólo pueden hacerlo los grandes. Y la vivió en el dolor que le infligían sus muchas dolencias físicas. Sentado en una silla de ruedas desde muy joven y ciego los últimos nueve años de su vida, simboliza, por la forma de enfrentarse a su enfermedad, lo que un cristiano, hijo de Dios que se sabe heredero de un gran Reino, puede llegar a demostrar con un ánimo como el que tuvo Lolo.

Sean, las palabras que puedan quedar aquí escritas, un pequeño y sentido homenaje a cristiano tan cabal y tan franco.

 

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A partir de hoy, y con la ayuda de Dios, vamos a dedicar los próximos artículos referidos al Beato Manuel Lozano Garrido, a traer aquí textos de sus libros. Y vamos a hacerlo empezando por el primero de ellos, de título “Mesa redonda con Dios”. 

La importancia de la fe 

“Una gota mía de sudor subida hasta el Calvario no es como una pulga colocada en la órbita de Júpiter, porque lo bueno de tu sangre es que Tú la mezclas y ya nosotros somos también gotitas redentoras.” ("Mesa redonda con Dios", p. 39).

Para aquellos que no tienen fe, los esfuerzos de la vida no tienen relación alguna ni con el Creador ni con su Hijo Jesucristo. Digamos, que las cosas que les pasan a tales personas están, ellos creen eso, desligadas del Todopoderoso.

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25.06.17

La Palabra del Domingo - 25 de junio de 2017

 

 Mt 10, 26-33

 

“26 ‘No les tengáis miedo. Pues no hay nada encubierto que no haya de ser descubierto, ni oculto que no haya de saberse.    27 Lo que yo os digo en la oscuridad, decidlo vosotros a la luz; y lo que oís al oído, proclamadlo desde los terrados.        28 ‘Y no temáis a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma; temed más bien a Aquel que puede llevar a la perdición alma y cuerpo en la gehenna. 29 ¿No se venden dos pajarillos por un as? Pues bien, ni uno de ellos caerá en tierra sin el consentimiento de vuestro  Padre. 30  En cuanto  a vosotros, hasta los cabellos de vuestra cabeza están todos contados. 31 No temáis, pues; vosotros valéis más que muchos pajarillos. 32 ‘Por todo aquel que se declare por mí ante los hombres, yo también me declararé por él ante mi Padre que está en los cielos; 33  pero a quien me niegue ante los hombres, le negaré yo también ante mi Padre que está en los cielos.”

 

COMENTARIO

Miedo, sí, a perder el alma

 

Este texto del Evangelio de San Mateo es uno en el que Jesucristo trata de que no seamos pesimistas, que no nos dejemos engañar por el Mal que quiere, muchas veces, hundirnos en la fosa del desamor y la desesperanza. 

Dice el Hijo de Dios que no les debemos tener miedo. Y no debemos tener miedo a los que quieren perjudicar nuestra alma. Y, por eso, nos pide confianza en el Todopoderoso que todo lo ve y todo lo sabe. 

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24.06.17

Serie “Al hilo de la Biblia- Y Jesús dijo…” – Saber lo que somos

Sagrada Biblia

Dice S. Pablo, en su Epístola a los Romanos, concretamente, en los versículos 14 y 15 del capítulo 2 que, en efecto, cuando los gentiles, que no tienen ley, cumplen naturalmente las prescripciones de la ley, sin tener ley, para sí mismos son ley; como quienes muestran tener la realidad de esa ley escrita en su corazón, atestiguándolo su conciencia, y los juicios contrapuestos de condenación o alabanza. Esto, que en un principio, puede dar la impresión de ser, o tener, un sentido de lógica extensión del mensaje primero del Creador y, por eso, por el hecho mismo de que Pablo lo utilice no debería dársele la mayor importancia, teniendo en cuenta su propio apostolado. Esto, claro, en una primera impresión.

Sin embargo, esta afirmación del convertido, y convencido, Saulo, encierra una verdad que va más allá de esta mención de la Ley natural que, como tal, está en el cada ser de cada persona y que, en este tiempo de verano (o de invierno o de cuando sea) no podemos olvidar.

Lo que nos dice el apóstol es que, al menos, a los que nos consideramos herederos de ese reino de amor, nos ha de “picar” (por así decirlo) esa sana curiosidad de saber dónde podemos encontrar el culmen de la sabiduría de Dios, dónde podemos encontrar el camino, ya trazado, que nos lleve a pacer en las dulces praderas del Reino del Padre.

Aquí, ahora, como en tantas otras ocasiones, hemos de acudir a lo que nos dicen aquellos que conocieron a Jesús o aquellos que recogieron, con el paso de los años, la doctrina del Jristós o enviado, por Dios a comunicarnos, a traernos, la Buena Noticia y, claro, a todo aquello que se recoge en los textos sagrados escritos antes de su advenimiento y que en las vacaciones veraniegas se ofrece con toda su fuerza y desea ser recibido en nuestros corazones sin el agobio propio de los periodos de trabajo, digamos, obligado aunque necesario. Y también, claro está, a lo que aquellos que lo precedieron fueron sembrando la Santa Escritura de huellas de lo que tenía que venir, del Mesías allí anunciado.

Por otra parte, Pedro, aquel que sería el primer Papa de la Iglesia fundada por Cristo, sabía que los discípulos del Mesías debían estar

“siempre dispuestos a dar respuesta a todo el que os pida razón de vuestra esperanza” (1 Pe 3, 15)

Y la tal razón la encontramos intacta en cada uno de los textos que nos ofrecen estos más de 70 libros que recogen, en la Antigua y Nueva Alianza, un quicio sobre el que apoyar el edificio de nuestra vida, una piedra angular que no pueda desechar el mundo porque es la que le da forma, la que encierra respuestas a sus dudas, la que brota para hacer sucumbir nuestra falta de esperanza, esa virtud sin la cual nuestra existencia no deja de ser sino un paso vacío por un valle yerto.

La Santa Biblia es, pues, el instrumento espiritual del que podemos valernos para afrontar aquello que nos pasa. No es, sin embargo, un recetario donde se nos indican las proporciones de estas o aquellas virtudes. Sin embargo, a tenor de lo que dice Francisco Varo en su libro “¿Sabes leer la Biblia? “ (Planeta Testimonio, 2006, p. 153)

“Un Padre de la Iglesia, san Gregorio Magno, explicaba en el siglo VI al médico Teodoro qué es verdaderamente la Biblia: un carta de Dios dirigida a su criatura”. Ciertamente, es un modo de hablar. Pero se trata de una manera de decir que expresa de modo gráfico y preciso, dentro de su sencillez, qué es la Sagrada Escritura para un cristiano: una carta de Dios”.

Pues bien, en tal “carta” podemos encontrar muchas cosas que nos pueden venir muy bien para conocer mejor, al fin y al cabo, nuestra propia historia como pueblo elegido por Dios para transmitir su Palabra y llevarla allí donde no es conocida o donde, si bien se conocida, no es apreciada en cuanto vale.

Por tanto, vamos a traer de traer, a esta serie de título “Al hilo de la Biblia”, aquello que está unido entre sí por haber sido inspirado por Dios mismo a través del Espíritu Santo y, por eso mismo, a nosotros mismos, por ser sus destinatarios últimos.

Por otra parte, es bien cierto que Jesucristo, a lo largo de la llamada “vida pública” se dirigió en múltiples ocasiones a los que querían escucharle e, incluso, a los que preferían tenerlo lejos porque no gustaban con lo que le oían decir.

Sin embargo, en muchas ocasiones Jesús decía lo que era muy importante que se supiera y lo que, sobre todo, sus discípulos tenían que comprender y, también, aprender para luego transmitirlo a los demás.

Vamos, pues, a traer a esta serie sobre la Santa Biblia parte de aquellos momentos en los que, precisamente, Jesús dijo.


Saber lo que somos 

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Y Jesús dijo… (Jn 13, 16)

“En verdad, en verdad os digo: no es más el siervo que su amo, ni el enviado más que el que le envía.’”

Digamos que la jerarquía espiritual queda bien definida aquí por las palabras del Hijo de Dios. Y es que lo dice todo para que se le entienda perfectamente.

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