Un amigo de Lolo - “Lolo, libro a libro” - Dios siempre está ahí
Presentación
Yo soy amigo de Lolo. Manuel Lozano Garrido, Beato de la Iglesia católica y periodista que vivió su fe desde un punto de vista gozoso como sólo pueden hacerlo los grandes. Y la vivió en el dolor que le infligían sus muchas dolencias físicas. Sentado en una silla de ruedas desde muy joven y ciego los últimos nueve años de su vida, simboliza, por la forma de enfrentarse a su enfermedad, lo que un cristiano, hijo de Dios que se sabe heredero de un gran Reino, puede llegar a demostrar con un ánimo como el que tuvo Lolo.
Sean, las palabras que puedan quedar aquí escritas, un pequeño y sentido homenaje a cristiano tan cabal y tan franco.
Continuamos con el traer aquí textos del Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo. Lo hacemos ahora con “Mesa redonda con Dios”.
Dios siempre está ahí
“Qué tontos somos dándole vueltas a reconocer que necesitamos pedirle a Dios ayuda a cada momento y que la humildad ni por pensar que nos hunde, sino que restaura las alas de nuestra grandeza. “ (Mesa redonda con Dios, p. 44)
Es cierto. Como bien dice el Beato Manuel Lozano Garrido muchas veces manifestamos nuestra tontería haciendo según qué espirituales cosas.
Es una verdad más que verdadera el hecho según el cual nosotros creemos que, por nosotros mismos, somos capaces de esto o lo otro sin acudir a nadie salvo… a nosotros mismos.
Eso, así dicho es, para empezar, bastante pelagiano (el ser humano se vale de sí mismo para hacer y deshacer) pero, en segundo lugar, es una clara manifestación de ceguera espiritual y de que, en fin, deberíamos darle más de una vuelta a esto, precisamente a esto y a nuestra relación con Dios.
El Beato de Linares (Jaén, España) que, creemos, conoce muy bien sus limitaciones (y no sólo físicas las cuales eran obvias) sabe a qué atenerse en esto. Y no es, precisamente, a valerse por sí solo.
Muchas veces, es de suponer que siempre, los hijos de Dios reconocemos que lo somos y que, por tanto, aceptamos su Voluntad. Y eso, siendo una, digamos, “general de la ley” de la relación entre nuestro Creador y nosotros no es poca verdad que nos saltamos tal general, como suele decirse, a la torera y hacemos como si no fuera más que una proposición y no una obligación grave.
Tonto, como dijo aquel, es el que hace tonterías. Y ¿podrá haber tontería más grande que olvidarse de que Dios está para echarnos una mano cuando nos haga falta?
Muchas veces no tenemos en cuenta esto último porque creemos que, en compensación, nos va a exigir algo. Y sí, nos va a exigir, por ejemplo, ser fieles y aceptar lo que nos corresponda aceptar de su parte. Y, entonces, es cuando nos flojean las piernas del alma y nos batimos con el mundo por cumplir esto y o otro sin acudir a Dios pidiéndole ayuda y demandándole auxilio.
Ciertamente, tal actitud no deja de ser bastante irracional porque, a través de nuestra razón, hemos comprendido que Dios nos auxilia, que Dios nos ayuda. Por tanto ¿a qué esperar?
Pero luego está lo otro. Y aquí también somos tontos, ¡qué le vamos a hacer!
Sí, somos tontos porque, al parecer no acabamos de comprender qué significa ser humilde. Y no queremos saberlo, del todo, porque a lo mejor se nos cae el castillo de naipes que hemos elevado basándonos en nosotros mismos, en nosotros y en nosotros otra vez…
El caso es que debemos comprender que la humildad nos ofrece la posibilidad de darnos cuenta de que somos poco ante Dios. Por tanto, que Dios esté dispuesto a ayudarnos debería hacerlos ver que nos conviene ser humildes y, luego, dirigirnos al Padre.
Nos dice Lolo que no es que la humildad nos hunda y si, en todo caso, nos hunde, nos deja donde debemos estar. Pero es que, sobre todo, lo que nos permite ser humildes es presentar a Dios un corazón contrito y humillado. Y, entonces, al hacer eso, somos, no hacemos, más grandes espiritualmente hablando.
Y, entonces, ¿acaso Dios nos va a negar lo que nos convenga? No, no lo hará porque siempre está ahí, justamente a nuestro lado.
Eleuterio Fernández Guzmán
Panecillos de meditación
Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.
Panecillo de hoy:
Saber sufrir, espiritualmente hablando, es un verdadero tesoro.
Para leer Fe y Obras.
Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna.
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