J.R.R. Tolkien - Ventana a la Tierra Media – Mirando un mapa de la Tierra Media
Antes de empezar, debemos ser bien nacidos y agradecer a quien ha pensado, dibujado y hecho el mapa que traemos hoy aquí. Y aunque, ciertamente, ya agradecimos a Juan Manuel Villa en su día (cuando lo utilizamos por primera vez) la labor llevada a cabo, a nosotros nos da la santa gana volverle a dar las gracias por haber hecho posible que, los que no tenemos el inglés ni como segunda ni como tercera ni nada por el estilo lengua seamos capaces de pasearnos por los límites de la Tierra Media entendiendo por dónde vamos pues el castellano no es, ni mucho menos, una lengua muerta como, en ese aspecto, podía parecer.
Bien. Pues una vez hecho eso, vayamos al asunto del día.
Cualquiera sabe que cuando se mira un mapa surgen multitud de preguntas acerca del mismo. Y es que, como es lógico, nosotros lo miramos, digamos, “desde arriba” y no tocamos el suelo que el mismo contiene o representa. Y sólo cuando podemos tocar, con nuestros pies, lo que refiere tal mapa podemos decir que sí, que conocemos de verdad la tierra que ahí se expresa. Y eso es lo que hacemos cuando habiendo preparado, seguramente, durante mucho tiempo un viaje anhelado y mirado y remirado el mapa del sitio al que vamos, nos damos cuenta de que nuestras ansias han quedado colmadas cuando vemos que sí, que la tierra que podíamos mirar existe y es verdadera (y no es que antes no lo fuera pero, para nosotros, estaba en “expectativa de ser de verdad”) Y, entonces, podemos decir que somos verdaderamente felices cuando se han unido anhelo, sueños con realidad.
En esto, también en esto, hay algo que nos faltará siempre en la realidad: nunca podremos pisar la Tierra Media pero, gracias a J.R.R. Tolkien, podemos hacer como si la pisáramos porque, de hecho, son tantas y tantas las aventuras que han corrido sus/nuestros personajes y tantas las veces que las hemos llevado a nuestro corazón (aunque sea sólo una esto también vale) que bien podemos decir que también nosotros estamos allí.
En realidad, aquí todo nos parece algo cercano, algo que conocemos más o menos bien pero que, en el fondo, nos llena por dentro y es, digamos, como un mundo que para nosotros es nuestro, es “nuestro” mundo por más que sea de quien es su autor pero al que suponemos la voluntad de que también sea de sus lectores. Y así lo entendemos.
Podemos decir, a lo mejor equivocadamente, que el mapa de la Tierra Media (el que aquí traemos y el que sea) no es un mapa al uso. Y es que, a diferencia de otros que podamos ver, aquí todo está relacionado con un devenir particular (o con varios), con una historia en concreto (o con varias) o, en fin, con algo que acontece allí mismo, entre los ríos, los caminos, las montañas o las ciudades más o menos grandes, los reinos más o menos poderosos o todo aquello que podemos ver en el mismo.
Todo nos sirve para imaginar las batallas que se han ido produciendo a lo largo de las edades aunque la Tierra Media haya podido cambiar mucho desde que fue puesta ahí, en su día cuando eso sucediera; todo nos ayuda a comprender mejor lo que leemos pues no puede ser lo mismo llevarse a los ojos y/o al corazón (imaginemos a los que no pueden leer pero escuchan las narraciones…) sin tener el mapa delante que hacerlo viendo, por ejemplo, por el camino que nos dice van los protagonistas o por el que vienen hacia ellos, sin saberlo, los representantes del Mal y de la oscuridad.
Ciertamente, el mapa de la Tierra Media que aquí traemos nos pone sobre la mesa los nombres de todo aquello que nosotros hemos leído y nos demuestra que sí, que es verdad y que hay un lugar que se llama Arnor y otro Eriador y que un camino llamado del Norte nos puede llevar al Abismo de Helm donde simpar batalla terminó muy mal para el Mal…
Así, por ejemplo, podemos decir que la Oscuridad es un lugar rodeado por todos lados de montañas menos por uno, como si se tratase de una península donde el mar fuera la tierra y picos altos a más señas…; también que no nos extraña nada que allí todo sea negritud y que se llame, por ejemplo, Mandíbulas de Hierro, Torre Oscura o, ¡cómo no!, Montañas de la Sombra (de la Mala Sombra, podríamos decir y decimos)
De todas formas, siempre hay esperanza y bien que la siembra J.R.R. Tolkien. Y es que en el mapa de la Tierra Media encontramos un lugar desde donde toda esperanza se hace posible. Nos referimos a los Puertos Grises desde donde, tras pasar el Golfo de Lune, el viajero se adentra en El Gran Mar llamado Belegaer. Y hace muy bien el autor del mapa, repetimos, don Juan María Villa, en dibujar un barco muy cerca de los citados Puertos que nosotros creemos, por la posición de la vela, que acaba de salir de estos y se encamina a la búsqueda del Mar, del Gran Mar. Y queremos creer que sostienen, los que ahí viajan, que serán capaces de encontrar las Tierras mperecederas.
Aunque esto, claro está, queda más allá del Mapa de la Tierra Media, exactamente, tan lejos como queramos llegue nuestra imaginación.
Eleuterio Fernández Guzmán- Erkenbrand de Edhellond
3 comentarios
Siendo sincero, he de de confesar que yo no entraría en una web como InfoCatólica de motu proprio, pero si algo tiene Tolkien es que no solamente nos une, sino que saca lo mejor de nosotros. Somos nosotros, los que te leemos, los que tenemos que estar agradecidos por tu trabajo.
Un afectuoso saludo.
P.D.: Veo que el mapa que utilizas es una versión antigua. Si lo deseas, tengo una más actual.
EFG
Gracias por tus palabras porque sí, es el maestro quien nos une. Y sí, si tienes una versión más actual que la que he utilizado, me lo dices y la cambio en el acto.
¿Sería tan amable de facilitármelos? Ando inmerso en una campaña de rol de El Anillo Único y a mi grupo y a mi nos harían un gran papel.
Mi correo es [email protected]
Gracias por su atención.
EFG
Lo siento, pero no soy el autor de los mapas a los que usted se refiere. No tengo además la dirección de correo electrónico de esa persona para que usted se ponga en contacto con él.
Dejar un comentario