Beato Manuel Lozano Garrido - Lolo, libro a libro - "Mesa redonda con Dios" - Hacia Dios vamos (1)
Presentación
Yo soy amigo de Lolo. Manuel Lozano Garrido, Beato de la Iglesia católica y periodista que vivió su fe desde un punto de vista gozoso como sólo pueden hacerlo los grandes. Y la vivió en el dolor que le infligían sus muchas dolencias físicas. Sentado en una silla de ruedas desde muy joven y ciego los últimos nueve años de su vida, simboliza, por la forma de enfrentarse a su enfermedad, lo que un cristiano, hijo de Dios que se sabe heredero de un gran Reino, puede llegar a demostrar con un ánimo como el que tuvo Lolo.
Sean, las palabras que puedan quedar aquí escritas, un pequeño y sentido homenaje a cristiano tan cabal y tan franco.
Continuamos con el traer aquí textos del Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo. Lo hacemos ahora con “Mesa redonda con Dios”.
Hacia Dios vamos (1)
“Estamos aquí los hombres, unos junto a otros, como en la raya de salida de una carrera. De un momento a otro se hará la señal y ¡hala! a dar zancadas hacia la meta. ¿Sabes, Señor, que yo también creo que la vida es una hermosa galopada para buscarte y que Tú siempre esperas a la llegada con el laurel de la felicidad entre las manos, sonriente y henchido, para coronar las frentes de los triunfan?” (El sillón de ruedas, p. 35)
Es bueno eso de saber que los seres humanos, creados por Dios a su imagen y semejanza, tenemos una meta, que es donde debemos querer ir.
Esto lo decimos porque el Beato Manuel Lozano Garrido nos dice que sí, que estamos, algo así, como preparados para una carrera y que, como en todas las de su tipo y estilo , hay un lugar donde llegar, hay una meta. Y es que, de otra forma, no se entendía algo así como correr, sea como sea el tipo de forma de correr o cómo se haga la misma.
Tenemos, por tanto, una meta.
Es bien cierto que hay quien cree que la vida es como algo así circular, como que no tiene lugar donde ir y que siempre volvemos al sitio desde donde hemos partidos como si fuéramos Quijotes que, en su Rocinante, acaba volviendo, él sí, a su pueblo de donde partió a correr grandes aventuras y desfacer entuertos.
Nosotros, de todas formas, los hijos de Dios y hermanos de Lolo, sabemos que no, que nunca hemos de volver cuando nos vayamos de este mundo y que, en todo caso, aspiramos alcanzar una meta que no es otra que el definitivo Reino de Dios, llamado Cielo.
El caso es que decimos eso de “definitivo” porque bien sabemos que nuestro propio Cielo lo tenemos aquí y que lo trajo Jesucristo, portador y hacedor de la Buena Noticia.
Eso lo sabe muy bien nuestro hermano de Linares.
Sí, es cierto: tenemos una meta y esa meta es Dios. Y el Beato Lolo nos lo dice con una claridad ante la que no se puede plantear duda alguna. Y es que es hermoso caminar hacia el Padre Eterno porque sabemos, primero, que Él mismo nos acompaña y, luego, porque bien sabemos y lo tenemos como verdad de fe, que nos espera con el gozo de ver cumplido su mayor sueño: tener a toda su descendencia cabe sí.
Nosotros, de todas formas, no podemos caminar algo así como desentendiéndonos de lo que nos corresponde cumplir o de lo que, en definitiva, es nuestra misión. Por eso habla Lolo de las “frentes que triunfan” porque no es poco oponerse, en la vida, a las asechanzas del Maligno y resistir tanto sus tentaciones como las que nosotros mismos nos preparamos a conciencia… para caer en ellas. Y a conseguir eso sólo le podemos llamar haber triunfado en toda regla. Triunfan, por tanto, aquellos hijos de Dios que, habiendo comprendido que lo son, actúan de tal forma que se pueda predicar de ellos que sí, que lo son y que por sus hechos los conoceréis, como dijo Jesucristo en un momento determinado de su primera venida al mundo.
Buscar a Dios, eso es lo que propone el Beato de Linares (Jaén, España). Y es tal proposición no sólo algo así como lo que pueda decir de forma voluntarista, sin contenido ni nada por el estilo. No. Lo que dice Lolo lo dice de verdad y, además, lo cumple. Vaya si lo cumple.
Eleuterio Fernández Guzmán
Panecillos de meditación
Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.
Panecillo de hoy:
Saber sufrir, espiritualmente hablando, es un verdadero tesoro.
Para leer Fe y Obras.
Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna.
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