J.R.R. Tolkien - Ventana a la Tierra Media – La Comarca de Tolkien – Un mundo personal demasiado aislado

El que esto escribe, es más que posible, esté más que equivocado en esto que va a escribir. De todas formas, siendo cierto o no lo que diga… en fin, es una forma propia de entender las cosas. Es, además, una sensación que tiene.

Bueno. Vayamos, por tanto, con la cosa.

Al conocer a Tolkien, padre, y, sobre todo, a la obra que dejó escrita en vida (y luego, la que ha aportado a la humanidad lectora su hijo Chistopher, a uno le da la sensación de que ha entrado en un mundo nuevo donde todo lo bueno es posible pueda acaecer pero, ¡Ay!, todo lo malo está a la vuelta de la esquina.

Es cierto que la lectura personal, muy personal, de J.R.R. lo llena a uno de gozo y sabe, a ciencia y corazón ciertos lo sabe, que ha de haber muchas otras personas que llenen su alma con lo que los personajes de nuestro autor llevan a cabo, viven, existen y mueren.

Hay algo, sin embargo, que, tristemente, sucede a nuestro humilde entender.

Diera la intención de que el lector del profesor de Oxford es algo así como una isla donde el agua, sí, llega pero, al parecer no hay contacto con otras islas solitarias.

No sé, de todas formas, si soy capaz de explicar esto que siento.

Esto, ciertamente, tiene un origen y es que, desde el mismo principio de conocimiento más cercano de Tolkien he podido apreciar y comprobar que el mundo que el mismo crea y que es aceptado por sus seguidores y admiradores es tan personal que, al parecer, poco importa a uno lo que otro crea o piensa.

Se me dirá que eso es algo absurdo porque, por ejemplo, existe la Sociedad Tolkien Española y que a través de ella es ciertamente posible una relación fluida entre sus socios o, incluso, los que no lo sean pero se acerquen a tal casa. Y sí, eso es verdad y es cierto.

Sin embargo, da la impresión de que está todo demasiado separado. Y así, muchas páginas web que enriquecen este mundo hace mucho tiempo que han quedado, digamos, descolocadas por falta de actualización y eso da pena porque la riqueza que contenían ha quedado ahí, olvidada porque ya sabemos que hoy día lo que no se actualiza… pues ahí está y ya está.

A lo mejor pudiera parecer esto la manifestación de cierto pesimismo. No lo es, de todas formas sino, en todo caso, la constatación de una realidad que es fácilmente comprobable.

Todo esto es triste, ¡qué le vamos a hacer!, porque he de confesar que a mí tampoco me gustan mucho las reuniones porque reconozco que tengo poco que aportar en este tan crucial tema en la vida de muchas personas.

De todas formas, no son pocas las personas que se esfuerzan en dar a conocer la obra de J.R.R. Tolkien y que trabajan día a día en la difusión de este gran hombre, escritor y padre, que supo dar lo mejor de sí mismo en beneficio del prójimo. Y eso, estamos más que seguros, habrá sido bien recompensado por Dios, en quien tanto creía. 

Y eso, al menos, nos consuela.  

Eleuterio Fernández Guzmán - Erkenbrand de Edhellond

Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy:

Hay mundos que, sin duda alguna, nos llevan más lejos del que vivimos, nos movemos y existimos.

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Para leer Fe y Obras.

Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna.