Serie Un amigo de Lolo – Lolo, libro a libro – Cristo siempre salva
Presentación
Yo soy amigo de Lolo. Manuel Lozano Garrido, Beato de la Iglesia católica y periodista vivió su fe desde un punto de vista gozoso como sólo pueden hacerlo los grandes. Y la vivió en el dolor que le infligían sus muchas dolencias físicas. Sentado en una silla de ruedas desde muy joven y ciego los últimos nueve años de su vida, simboliza, por la forma de enfrentarse a su enfermedad, lo que un cristiano, hijo de Dios que se sabe heredero de un gran Reino, puede llegar a demostrar con un ánimo como el que tuvo Lolo.
Sean, las palabras que puedan quedar aquí escritas, un pequeño y sentido homenaje a cristiano tan cabal y tan franco.
Continuamos con el traer aquí textos del Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo. Lo hacemos ahora con “El sillón de ruedas”.
Cristo siempre salva
“Cristo, siempre, aún en lo humanamente desconcertante, está agavillando el fruto que un día ha de trenzarse sobre nuestras frentes reconocidas.” (El sillón de ruedas, p. 106)
Cristo, “siempre”.
Esta palabra entrecomillada, que es una sola y no tiene demasiadas sílabas es, sin embargo, el quicio sobre el que se debe apoyar nuestra fe y confianza en Dios Todopoderoso y, por supuesto, en su Hijo Jesucristo.
Es bien cierto que nosotros sabemos que eso es así. Bueno, en realidad, es parte esencial de nuestra fe católica reconocer que la Segunda Persona de la Santísima Trinidad nunca nos da de lado ni se olvida de nosotros. Y es que, claro está, siendo Dios hecho hombre otra cosa ni podemos esperar ni pasa. No. Jesucristo siempre está a nuestro lado y si me apuran… en nosotros mismos al estar, Su Espíritu, en nuestro corazón como Su templo.
Esto es más que verdad. Y el Beato Manuel Lozano Garrido, tan cerca de Cristo como quisiéramos nosotros (al menos, la mitad de cerca… con eso nos podríamos hasta conformar) sabe que sí, que siempre está su hermano y Dios. Y lo deja bien dicho en este corto texto de su libro “El Sillón de ruedas” donde expresa, por primera vez (fue el primer libro que publicó este nuestro Beato) lo que pasa por su corazón.
Pues bien. Sí, Cristo está siempre. Pero esto, al parecer, no es suficiente. Y es que está, también, en aquellos momentos en los a nosotros todo nos puede parecer más extraño, donde lo estamos pasando más que mal y nos preguntamos si es que, acaso, Dios nos ha abandonado…
Las dudas, en materia de fe, no nos son nada extrañas, por otra parte. Pero esto tiene un claro remedio: confiar en Cristo y en su presencia junto y en nosotros.
Como Dios que es, y como nos quiere siempre cerca, sabe Jesucristo que hay un momento en el que se define nuestro futuro espiritual: nuestro Juicio particular, ante el Tribunal de Dios y tras nuestra muerte física que no total porque el alma no muere nunca.
En cierta manera, podemos decir, como Jesucristo sabe que nosotros, en nuestra vida ordinaria y común, la de cada día, la de ahora mismo y la de mañana, podemos dar algún tipo de fruto, lo que hace es, sencillamente, recogerlo y, por decirlo así, apuntarlo en nuestra casilla espiritual del “haber”.
Así, con tal “haber”, cuando sea el momento oportuno, podremos compensar los muchos “debe” con los que nos presentemos, al ser llamado, ante, como decimos, el Tribunal de Dios.
Así, Jesucristo, es nuestro particular abogado defensor y, como tal, hemos de verlo un día, cuando eso tenga que ser.
Es posible que quiera decir nuestro Beato de Linares (Jaén, España) que aquellos frutos que haya podido recoger de cada nosotros a su debido tiempo, puede dar forma a una especial corona de laurel que, a antiguo vencedor deportivo, corone nuestras cabezas al salir, eso querríamos, bien parados en nuestro Juicio particular.
O, a lo mejor, Lolo quiere decir otra cosa que el que esto escribe no acaba de entender… pero esto que aquí modestamente aportamos nos sirve y nos es útil para saber que nunca somos abandonados por nuestro hermano Jesucristo. Y eso supone, verdaderamente, un gran descanso espiritual para nuestro corazón. Vaya que sí.
Eleuterio Fernández Guzmán
Panecillos de meditación
Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.
Panecillo de hoy:
Saber sufrir, espiritualmente hablando, es un verdadero tesoro.
Para leer Fe y Obras.
Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna.
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