J.R.R. Tolkien - Ventana a la Tierra Media – Libros sobre Tolkien y su obra: El poder del Anillo, de Stratford Caldecott
Stratford Caldecott escribe y la Editorial Encuentro publica un libro dedicado a J.R.R. Tolkien que tiene un objeto claro que viene determinado en el subtítulo: “Trasfondo espiritual de El Hobbit y el Señor de los Anillos” y se refiere, claro, a eso, a lo que de espiritual tienen estos dos libros fundamentales de la obra del profesor de Oxford. Por eso el título del mismo es “El poder del anillo”.
Es bien cierto que el mismo Tolkien, al hablar de su Señor de los Anillos dice que no ha hecho uso, digamos que de forma explícita, de aquello que podríamos denominar, “doctrina católica”. Sin embargo, como muy bien se nos dice en este libro por parte de la Editorial, “Pocos saben que Tolkien era un ferviente católico, y que los personajes, acontecimientos y dilemas morales de sus novelas están configurados por los dogmas de su fe”. Y es que tal es, exactamente, la verdad y es que, también, no hay mejor forma de mostrar la fe que uno tiene que no se note que se tiene pero que todo lo impregne. Y tal es el caso del subcreador de la Tierra Media.
Pues bien, este libro habla, exactamente, de eso. Y el índice del mismo nos lo muestra con total claridad:
El libro se divide en dos partes: la primera de ellas con el título “El fuego secreto” hace referencia, por ejemplo, al árbol de los cuentos, a El Hobbit como una historia de una idea y una vuelta o, en fin, a lo que el autor llamada, una “presencia oculta” refiriéndose al catolicismo de Tolkien; la segunda de ellas está constituía por una serie de Apéndices que abarcan muchos temas como, por ejemplo, la relación entre Tolkien y Jung, la filosofía social del autor de las obras que estudia S. Caldecott, la obra del rey Arturo o lo que el profesor puede aportar a los escolares o sobre el paganismo. También, por haber sido escrito antes del estreno de las tres películas sobre “El Hobbit” nos habla, el autor de este texto, de la película de Peter Jackson sobre “El Señor de los Anillos”…
Podemos ver que son muchos los temas que son tratados en este libro porque, a pesar de lo que pueda pensarse, el católico J.R.R. Tolkien lo era y eso bien que se puede deducir de lo que escribe, sin alegorías ni nada por el estilo.
El caso es que podemos conocer (seguramente de otra forma también, pero…) que el personaje de Sam Gamyi (el inseparable amigo de Frodo Bolsón) “es en realidad un reflejo del soldado inglés, de los asistentes y soldados rasos que conocí en la guerra de 1914, y que me parecieron superiores a mí mismo” (esto lo escribe Humphrey Carpenter en su “J.R.R. Tolkien: Una biografía” y lo refiere Caldecott en el capítulo 3 de su libro, en concreto en la página 65 del libro)
Por otra parte, este libro tiene todo que ver, como su subtítulo dice, con aquello que, de espiritual, hay en El Hobbit y en El Señor de los Anillos. Y si hay algo que se pueda destacar es lo que llama Caldecott “El triunfo de la misericordia” que no poco tiene ver con la fe del propio Tolkien.
Nos dice que la libertad donada por Dios al ser humano, aquí habla de Frodo (que es un ser humano aunque mediano), le hace tomar una decisión en un momento muy grave de su camino hacia el Monte del Destino. Y si Sam hubiera dado muerte a Gollum, no podemos negar, con ganas y gusto (les había hecho muchas malas acciones a ambos), Frodo, al contrario, adopta una posición muy distinta. Así, “La salvación del mundo, y de Frodo, se produce como consecuencia de la piedad y el perdón que él había mostrado anteriormente hacia Gollum en la historia” (p. 71). Y es que aquí, como podemos ver, lo que triunfa no es el odio (por muy merecido que lo tuviera Smigol/Gollum) sino la misericordia o, al fin y al cabo, el amor que el mediano portador del Anillo mostró hacia quien quería arrebatárselo porque no era más que un pobre mediano corrompido por el Mal encarnado en aquella pieza de oro.
Por otra parte, mucho de lo que escribe el profesor tiene relación directa, digamos, con el relato de la Creación. Tolkien “subcrea” pero lo hace, según el autor del libro aquí traído, teniendo muy en cuenta lo que, a tal respecto, nos dice la Sagrada Escritura. Así, por ejemplo, esto que sigue (páginas 116-117):
“El punto crucial del Génesis es idéntico al del relato élfico: existe un Dios, que es el único y supremo Creador de todas las cosas visibles e invisibles. Es relevante hacer notar aquí que, incluso antes de que Dios pronunciara su palabra sobre la faz del abismo causando que de la luz surgiera, se hace mención a otra tres ‘cosas’ en el Génesis, si así podemos llamarlas, las cuales parecen haber sido ya creadas por Dios:
1. El cielo (o los ‘cielos y la tierra’)
2. La tierra (caos y confusión), y
3. Las ‘aguas’ sobre las cuales se mueve el Espíritu o viento de Dios.
Si hay una correspondencia directa de cada uno de estos elementos con los del relato de Tolkien, ésta probablemente sea la siguiente:
1. Los Ainur,
2. El caos y confusión que los rodea, y
3. El tema musical”.
Es bien cierto, de todas maneras, que quien se considere a sí mismo, ateo, agnóstico o, simplemente tenga otra religión que no sea la católica o, como poco, la cristiana (no siendo la Esposa de Cristo) puede obviar todo esto y, seguros estamos de esto, seguir admirando lo escrito por el profesor de Oxford. Sin embargo, lo del catolicismo de Tolkien, el no hacerlo explícito, como decimos arriba, es algo propio del autor de estas obras Terramedianas. Y, en concreto, lo dice así Caldecott en el capítulo 4 (página 85) que tiene como significativo título “Una presencia oculta: el catolicismo de Tolkien”:
“Una carta a su amigo Robert Murray SJ, escrita en diciembre de 1953, contiene el famoso comentario de Tolkien:
“El Señor de los Anillos es, por supuesto, una obra fundamentalmente religiosa y católica; de manera inconsciente al principio, pero luego cobré conciencia de ello en la revisión. Esa es la causa por la que no incluí, o he eliminado, toda referencia a nada que se parezca a la ‘religión’, ya sean cultos o prácticas, en el mundo imaginario. Porque el elemento religioso queda absorbido en la historia y el simbolismo.”
Esto, como es fácil de imaginar, aclara mucho o, mejor, todo lo que se pueda creer de la obra de J.R.R. Tolkien y el sentido religioso católico que le imprimió a la misma.
No está mal, podemos decir para terminar, que aceptar la especie según la cual J.R.R. Tolkien no quiso que se viera, claramente, que era católico, no está mal del todo. Y no está mal porque es cierto, así dicho, en general. Sin embargo, no es menos cierto que, siéndolo, demostró que lo era. Y eso, es más que seguro, no irá en contra suya por parte de quien, no teniendo especiales preferencias espirituales ama con todas las fuerzas de su corazón lo escrito por “Beren”. ¿A que no?
Eleuterio Fernández Guzmán- Erkenbrand de Edhellond
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Panecillos de meditación
Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.
Panecillo de hoy:
Hay mundos que, sin duda alguna, nos llevan más lejos del que vivimos, nos movemos y existimos.
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Para leer Fe y Obras.
Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna.
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