Falsedades acerca de la Iglesia católica – La Iglesia católica no sabe adaptarse al mundo
-Vamos a ver si encontramos algo de luz.
-Eso, eso, veamos…
Es bien cierto que a la Iglesia católica y, por extensión, a los católicos, se le tiene, se nos tiene, por parte de muchos, una manía ciertamente enfermiza.
Si creen que exagero les pongo lo que suele decirse de la religión católica, de la fe católica y, en fin, de la Iglesia católica. Aquí traigo esto para que vean hasta qué punto puede llegar la preocupación por un tema que es, ciertamente, falso.
Se suele decir que:
La fe católica está manipulada por la jerarquía.
La fe católica no va con los tiempos.
La fe católica ve poco sus propios defectos.
La fe católica pretende adoctrinar al mundo.
La fe católica está alejada de la realidad.
La fe católica defiende siempre a los poderosos.
La fe católica quiere imponer sus principios.
La fe católica no sabe cómo van los tiempos.
La fe católica está anquilosada.
La Iglesia católica acumula riquezas inmensas.
La Iglesia católica busca el poder aunque sea de forma escondida.
La Iglesia católica no acepta cambios en sus doctrinas.
La Iglesia católica es gobernada por una jerarquía carca.
La Iglesia católica no comprende la política actual.
La Iglesia católica esconde sus propios defectos.
La Iglesia católica no actúa contra determinados delitos que ocurren en su seno.
La Iglesia católica tiene muchos privilegios (sociales, económicos, educativos…)
Y a esto, se podían añadir muchas cosas, muchas acusaciones que están en mente de cualquiera.
¿Qué les parece a ustedes?
La Iglesia católica no sabe adaptarse al mundo
Está anclada en el pasado; lo que opina no tiene nada que ver con los gustos de hoy día o, en fin, todo aquello que suponga la manifestación de una discordancia entre al vivir ordinario y diario de la Esposa de Cristo y el mundo donde vive y pasa.
El caso es que es cierto. Pero…
¿Adaptarse quiere decir lo mismo que aceptar?
El caso es que la imagen que hemos traído al artículo de hoy dice mucho. Ser católico no es una etiqueta que nos ponen cuando nos bautizan sino una forma de ser. En concreto, es la que corresponde a los discípulos de Cristo que consideraron ser sus herederos espirituales y siguieron a quien el Maestro había entregado las llaves de su Iglesia a un Cefas, llamado Pedro por Jesucristo, el fundador.
Eso, así dicho, significa más de lo que muchos creen. Es más, supone, sobre todo, no dejarse llevar por vientos de doctrina perecederos.
Bien sabemos que los dichos vientos de doctrina, como suele pasar con tales fenómenos meteorológicos, no tienen un rumbo fijo sino que, su propia naturaleza a eso los impulsa, van de aquí para allá: ora aquí, ora allá. Por eso mismo no son demasiado de fiar.
Algo parecido para con los pareceres del mundo que, de por sí, son perecederos. Sin embargo, siempre se presentan como lo mejor de lo mejor y es lo que se propone como aceptable. Es más, si no se aceptan es como ganarse el ostracismo y, seguramente, el apartamiento del mundo social.
La Iglesia católica está en el mundo. Eso no se puede negar porque está ahí desde que fue fundada. Sin embargo, es una realidad que se posiciona ante el mundo o, lo que es lo mismo, que no acepta todo lo que se le propone porque eso venga bien a la carnalidad o porque sea bueno para ser aceptado. Y es que la Esposa de Cristo nunca ha de buscar ser aceptaba. No lo debe hacer porque ella es portadora de la verdad y, aunque no se pueda negar que hay otras religiones que puedan tener algo de la verdad (por alguna inspiración del Creador) no por eso vamos a dejar de reconocer lo obvio: sólo la Iglesia católica es la verdadera.
Esto, dicho así, pudiera parecer muy rimbombante y como importante. Sin embargo, lo único que eso ha de significar es que se ha de enfrentar, muchas veces, al mundo. Y se trata de un enfrentamiento a muerte… espiritual: quien pierda la batalla lo hará en beneficio de la otra parte y, siendo vencida la Esposa de Cristo, el final del mundo está más que asegurado.
Se trata, por tanto, de que aquella que fundó el Hijo del hombre vea cómo es el mundo e, ipso facto, lo imite, trate de acercarse al mismo, y al fin y al cabo, se mimetice. Y siendo mimetizarse una acción de un estar como si no se estuviera eso sólo puede conseguirse si acepta, en sí y para sí, lo que se le proponga. Sea bueno o malo según sus creencias… aceptar.
El caso es que eso no puede hacerse. Y es que tenemos una serie de valores que son innegociables, una serie de doctrinas que no pueden cambiarse porque lo son dadas por Dios y, en fin, una serie de comportamientos que no debemos cambiar porque son los nuestros y eso ha de bastar (a las pruebas de fe nos podemos remitir siempre que queramos) y ser más que suficientes.
La Iglesia católica no se debe adaptar al mundo sino, al contrario, es el mundo el que ha de aceptar lo que la Esposa de Cristo le proponga. Y no es por querer imponer nada sino por lógica y sentido común. Y si no es así… nos remitimos a las pruebas más que evidentes del principado del Maligno en el mundo porque siendo Príncipe de este mundo se ha creído que puede serlo de Dios. Y sus muchos secuaces… también.
Eleuterio Fernández Guzmán
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Por la libertad de Asia Bibi.
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Panecillos de meditación
Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.
Panecillo de hoy:
La Esposa de Cristo es, precisamente, Esposa y, luego, de Cristo.
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Para leer Fe y Obras.
Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna.
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2 comentarios
Por internet, hay un señor, protestante, que aprovecha la menor opurtinidad para cargar contra la Iglesia católica.
Un saludo.
La parte difícil somos los humanos que somos pecadores, que provocamos escándalos, pero también hay que reconocer que algunos alcanzan la santidad, a la cual todos estamos llamados.
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