Ad pedem litterae – P. Pablo Cabellos Llorente

Al pie de la letra es, digamos, una forma, de seguir lo que alguien dice sin desviarse ni siquiera un ápice.

En “Ad pedem litterae - Hermanos en la red” son reproducidos aquellos artículos de católicos que hacen su labor en la red de redes y que suponen, por eso mismo, un encarar la creencia en un sentido claro y bien definido.

Presentación del artículo del P. Pablo Cabelllos Llorente .

Si hay algo que identifica a un cristiano es, sin duda alguna, la cruz. En realidad, es bastante más que algo simbólico para nosotros, los discípulos de Cristo.

Es bien cierto que, como dice y aporta el autor del artículo, ya para griegos y judíos la cruz no era bueno tenerla en cuenta porque para unos era una locura y para otros una necedad. Sin embargo, eso lo decían porque no comprendían nada de lo que significaba lo que hizo Aquel que fue enviado por Dios para procurarnos la salvación eterna.

Dice, muy bien, el P. Pablo Cabellos, que “La fe cristiana no impide el dolor, pero le da un sentido nuevo, el de saber que encontrar la cruz es encontrar a Cristo” pues es más que cierto que debemos cargar con la nuestra (como también trae a su artículo, de las Sagradas Escrituras, el autor del mismo) si es que queremos que se nos pueda denominar, de verdad, cristianos.

Pero la cruz no siempre es entendida. Como hemos dicho arriba, ni lo fue entonces ni lo es hoy día. En realidad, la Cruz no es tema para ser tratado, en exclusiva, en la Semana más importante del año para un cristiano, la Santa sino para tenerla en cuenta cada uno de los días de nuestra vida. De otra forma, no habremos entendido nada de nada de lo hecho por Jesús. Y lo hizo por cada uno de nosotros.

Y, ahora, el artículo del P. Pablo Cabellos Llorente.

El escándalo de la cruz

Pablo Cabellos Llorente

Recientemente, me comentaba un compañero de una red social que no le gustaba la Madre Teresa de Calcuta porque aconsejaba y vivía la mortificación, en definitiva, porque buscaba la unión con la Cruz. Sí, con mayúscula porque, de otro modo no tiene sentido. El asunto no es nuevo. Ya san Pablo afirmaba que no predicaba con elocuencia o sabiduría sublimes, sino que sólo se preciaba de anunciar a Jesucristo, y a éste, crucificado. Poco antes, afirmaba que los judíos demandaban signos y los griegos buscaban sabiduría; nosotros, en cambio−decía−, predicamos a Cristo crucificado, escándalo para los judíos y necedad para los gentiles; pero para los llamados, judíos y griegos, predicamos a Cristo, fuerza de Dios y sabiduría de Dios. Porque lo necio de Dios es más sabio que lo hombres, y lo débil de Dios es más fuerte que los hombres.

Ya se ve que el escándalo de la Cruz no es una novedad, aunque resulte comprensible porque la cabeza del hombre no puede abarcar a Dios. Si así fuera, Dios no sería tal, aunque sea necesario afirmar de nuevo que la fe no es irracional sino situada por encima de la razón. En el fondo, el tema del dolor, de la cruz, del sufrimiento humano, hacen que se alce en nosotros la sospecha contra Dios, porque no entra en nuestra mente que permita el dolor, y menos aún, que sean la cruz y el sufrimiento un necesario camino de encuentro con Cristo. El propio Pedro fue llamado Satanás por Cristo al intentar apartarlo de la Cruz.

El Papa Francisco decía a finales del pasado año: A mí siempre me ha impresionado la pregunta: ¿por qué sufren los niños?, ¿por qué mueren los niños? Si se la entiende como un final de todo, la muerte asusta, aterroriza, se transforma en amenaza que quebranta cada sueño, cada perspectiva, que rompe toda relación e interrumpe todo camino. Esto sucede cuando consideramos nuestra vida como un tiempo cerrado entre dos polos: el nacimiento y la muerte; cuando no creemos en un horizonte que va más allá de la vida presente; cuando se vive como si Dios no existiese. Esa concepción es típica del pensamiento ateo, pero también del ateísmo práctico, consistente en un vivir solamente para los propios intereses, para las cosas terrenas.

Cuando la vida se mira de este modo, si Dios es el gran ausente, es imposible captar el valor de la Cruz; más aún, de la necesidad de santificar y amar el dolor como un camino de salvación. Bien claro lo dejó Cristo: el que no toma su cruz cada día y me sigue, no puede ser mi discípulo. No hay necesidad de pensar en torturas o similares, sino en el profundo sentido divino que tiene el cumplimiento de los deberes familiares, laborales, sociales; en la fuerza que tiene una privación voluntaria en la comida o bebida; en la capacidad de unión con el Crucificado que posee el ofrecimiento de una indigencia, de un dolor físico o moral…, lo que no significa que no hayamos de empeñarnos en su solución.

También son del Papa estas palabras: si miramos los momentos más dolorosos de nuestra vida, cuando hemos perdido una persona querida −padres, hermanos, cónyuge, un hijo o un amigo−, nos damos cuenta de que, incluso en el drama de la pérdida, desgarrados por la separación, sube desde el corazón el convencimiento de que no podemos abarcar todo, de que no fue inútil el bien dado o recibido. Hay un instinto poderoso en nosotros que nos dice que nuestra vida no termina con la muerte. Desde esa perspectiva de eternidad puede captarse algo más el valor de la mortificación cristiana, el valor de la Cruz, buscada también particularmente en el servicio a los demás.

He recurrido con frecuencia a unas palabras del último concilio declarando que el misterio del hombre sólo se esclarece en el misterio del Verbo Encarnado, es decir, a través de Cristo hecho hombre, muerto y resucitado por nosotros, hallamos el camino para entendernos un poco más a nosotros mismos y captar el sentido de nuestra existencia. Así, y no al revés: no pretendamos descubrir a Jesús a través de nuestra experiencia personal porque lo empequeñeceremos y nuestra propia búsqueda será inútil. La cruz es libro vivo −decía Juan Pablo II−, del que aprendemos definitivamente quiénes somos y cómo debemos actuar. Este libro siempre está abierto ante nosotros.

La fe cristiana no impide el dolor, pero le da un sentido nuevo, el de saber que encontrar la cruz es encontrar a Cristo y, por eso, ser hijo de Dios, como afirmaba san Josemaría, quien también escribió en Forja: Tener la Cruz es tener la alegría: ¡es tenerte a Ti, Señor! Seguramente, la ayuda de la Virgen en esos días santos nos puede hacer comprender, mejor que muchos razonamientos, el verdadero y alegre sentido de una vida pegada a la Cruz, como la suya: ya al presentar al Niño en el templo, el anciano Simeón le anunció que sería traspasada por una espada de dolor. Y estará allí, en pie, junto a la Cruz de Jesús, su Madre”.

P. Pablo Cabellos Llorente

Publicado originalmente en Almudi y traído a InfoCatólica con permiso expreso del autor.

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El Pensador

La Editorial Stella Maris convoca el I Premio de Ensayo REVISTA EL PENSADOR.

Las bases son las que siguen:


1.- Editorial Stella Maris convoca el I Premio de Ensayo REVISTA EL PENSADOR, conforme a las presentes bases.

2.- Podrán concurrir al Premio cualesquiera obras inéditas de ensayo, en lengua castellana, cuya temática verse sobre “De Franco a hoy: evolución de España desde 1975 a 2013″ desde el punto de vista social, cultural y/o moral. Esta temática podrá ser abordada en conjunto o desde cualquier aspecto concreto.

3.- Las obras tendrán una extensión mínima de 150 páginas y máxima de 300. La tipografía a utilizar será el Times New Roman, tamaño 12, espaciada a 1,5. Se presentarán dos copias impresas en papel y se adjuntará una copia en formato word.

4.- Los autores, que podrán ser de cualquier nacionalidad, entregarán sus obras firmadas con nombre y apellidos, o con pseudónimo.

En el caso de que la obra venga firmada con nombre y apellidos, es obliga-torio incluir fotocopia del documento oficial de identidad, una hoja con los datos personales (nombre y apellidos, dirección postal, teléfono y email), un currículum vitae detallado del autor, así como un certificado firmado en donde se haga constar que la misma es propiedad del autor, que no tiene derechos cedidos a o comprometidos con terceros y que es inédita.

En el caso de que la obra sea presentada bajo pseudónimo, se incorporará una plica (con el título de la obra y el pseudónimo utilizado), en cuyo interior se incluirá la documentación referida en el párrafo anterior. Las plicas sólo serán abiertas en el caso de que la obra fuera premiada. En caso contrario serán destruidas junto a los originales presentados.

5.- Se admite la presentación de obras colectivas, pero en este caso el premio se repartirá a prorrata entre los autores. Y la documentación exigida en la cláusula anterior regirá por cada uno de ellos.

6.- Las obras presentadas al Premio no podrán ser editadas, reproducidas, cedidas o comprometidas con terceros, hasta el fallo definitivo. El ganador y, en su caso, los accésits ceden, por el mismo acto del fallo y de manera inmediata, los derechos exclusivos y universales de edición durante quince años a favor de Stella Maris.

Ninguna obra presentada al Premio podrá ser retirada del concurso hasta el fallo del Jurado.

7.- El Premio consistirá en:
* 6.000 euros en concepto de anticipos de derechos de autor.
* Publicación de la obra en una de las colecciones de Stella Maris.
* El 7% sobre las ventas, en concepto de derechos de autor.

8.- El Premio puede ser declarado desierto. Asimismo puede otorgarse un Accésit por cada una de las siguientes modalidades: Ciencias Sociales, Cultura y Filosofía.

El premio de cada accésit será un diploma acreditativo. Stella Maris se reservará el derecho de publicación de cada accésit y, en este caso, el otorgamiento de un 7% sobre ventas en concepto de derechos de autor.

9.- El plazo máximo de presentación de obras que opten al Premio comienza el 1 de febrero y finaliza el 29 de diciembre de 2014 a las 24 horas.
Las obras deberán presentarse por correo certificado a la siguiente dirección:

Stella Maris
(PREMIO “REVISTA EL PENSADOR")
c/. Rosario 47-49
08007 Barcelona

10.- El Jurado estará compuesto por cinco profesores universitarios e intelectuales de reconocido prestigio, designados por Stella Maris. La composición del Jurado se hará pública al mismo tiempo que el fallo del Premio.

11.- El premio será fallado el 27 de febrero de 2015 y será publicado al día siguiente, comunicándose directamente además al ganador y accesits. El fallo del jurado será inapelable.

Las obras no premiadas serán automáticamente destruidas y no se devolverán en ningún caso a sus autores. Stella Maris no están obligados a mantener correspondencia con ninguno de los aspirantes al Premio.

12.- La concurrencia al Premio implica la aceptación expresa de las presentes bases de convocatoria.

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Por la libertad de Asia Bibi.
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Por el respeto a la libertad religiosa
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Enlace a
Libros y otros textos.

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Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy:

La Cruz es algo más que un símbolo.

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Para leer Fe y Obras.
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