La extraña equidistancia del obispo Uriarte
Antes de empezar, recordemos que fue el obispo, que lo fuera de San Sebastián, Juan María Uriarte el que le dio el Nihil obstat al polémico libro del teólogo José Antonio Pagola sobre Jesús. Y, claro, como sabemos qué escribió en tal libro y tantos y tantos lo han destripado para descubrirle unas tripas bastante podridas, no es difícil entender lo que ahora, y antes, antes y antes, ha pasado con este obispo emérito repleto, a contrario, de méritos buenos y benéficos.
Está muy bien eso de quedarse a mitad de camino entre dos situaciones y, desde allí, predicar sobre lo buena que es la reconciliación y que qué bien si todos somos hermanos.
Es cierto que todos somos hermanos pero también lo eran Caín y Abel y miren lo que pasó. El asesino pagó, para siempre, la muerte de su hermano porque creía que no era su guardián cuando, en verdad, lo era, pues para eso era su hermano.
Pues algo así pasa aquí.
Resulta que el emérito obispo de San Sebastián (¡Qué desgracia ha tenido tal diócesis con algunos de sus obispos hasta que ha llegado Monseñor Munilla!) quiere, le gustaría y estaría gozoso de que eso se hiciese, que se dulcifique la situación de los presos pertenecientes a ETA. Se refiere, claro, a que se posibilite su excarcelación, acercamiento a Vascongadas o lo que diantre quiera que se haga según este singular católico. Y, para compensar, pide a ETA que deje lo que llaman lucha armada y entregue las armas. Como si todo fuera igual o supusiera establecer compensaciones entre unos y otros.
Aquí hay poco decir. Tan sólo que, si es posible, ponga el obispo Uriarte, en una balanza algo que puede equilibrar la imagen que aquí se ha traído. ¿Puede, señor obispo, hacer eso?
Si el caso es que no puede, porque no podrá por mucha labia que le eche a la cosa, lo bien cierto es que está favor de una de las parte de la balanza y no es, precisamente, la que más pesa porque tiene muchas muertes, muchas desgracias familiares y muchos olvidos políticos y, a veces, religiosos.
¿A que no puede?
De todas formas, por mí, si se quiere dulcificar la situación de los encarcelados, presos comunes pertenecientes a la banda asesina ETA, lo mejor que se puede hacer es poner en el menú diario de la cárcel algún que otro dulce. Es más, si se quiere que sean de los muy buenos que, seguro, se han de elaborar en Vascongadas. Y que sean muchos los que se coman, a razón de uno por día, los próximos también muchos años.
Y eso, como mucho.
Por cierto, por respeto a su edad no voy a decir lo que pienso del obispo emérito de San Sebastián (lo que me parece que es) y donde puede irse con su equidistancia, aunque es fácil que cualquiera pueda pensarlo.
Exactamente, justamente eso pienso y es ahí donde puede irse.
Eleuterio Fernández Guzmán
Ha salido el recopilatorio de “El Pensador”
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Por la libertad de Asia Bibi.
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Por el respeto a la libertad religiosa
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Panecillos de meditación
Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.
Panecillo de hoy:
No es bueno eso de poner una vela a Dios y otra al diablo.
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2 comentarios
Yo, si pretendiera destruir la Iglesia, justamente habría nombrado a gente de esta calaña para los puestos de obispos.
Habrá que leerse La Infiltración, de Ricardo de la Cierva.
La tarea de demolición que han realizado ha sido impagable, para los enemigos de la Iglesia, claro está.
Cada vez que salía éste o su predecesor con alguna declaración, se podían ver numerosos comentarios en la prensa on-line de gente asqueada que decía iba a romper con la Iglesia, o que si antes señalaba la casilla en la declaración del IRPF, a partir de entonces no lo iba a hacer.
Si algo ha quedado patente y claro en todo esto es que estos obispos (también denominados obisparras), participaban del mismo culto idolátrico que el resto de su tribu atribulada.
Si en algo han ayudado, ha sido, desde su posición privilegiada, en dejar como un erial la tierra vasca, otrora rica en frutos para la Iglesia Católica.
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