Eppur si muove - ¿Los católicos podemos juntarnos con cualquiera?
Dada la situación por la que pasa el mundo, la mundanidad que reparte a manos llenas y lo especial del ser del cristiano, es bien cierto que los discípulos de Cristo debemos tener especial cuidado de a quién nos acercamos.
Está claro que ciertas opciones cristianas han declinado hacia la aceptación de todo lo que el mundo propone, han tergiversado lo que han podido la doctrina de Cristo y se han “adaptado” a su entorno social lo “mejor” que han podido. Por eso aceptan cosas como, por ejemplo, mujeres sacerdotes o el gaymonio o todo aquello que el mundo da por bueno y que ellas, las opciones citadas, han aceptado con gozo creyendo que van a ser aceptadas por quien, en realidad, no las quiere para nada pues en ellas aún queda inscrito el nombre de quien no se puede nombrar, Cristo.
Sin embargo si por algo nos caracterizamos los católicos es por una fidelidad bastante buena a la doctrina de Cristo. Por eso, a lo largo de los siglos no se ha producido una grave tergiversación de lo que dijo el Maestro y, con la Tradición y el Magisterio hemos podido conseguir que nada de lo que pusiera aceptación de lo mundano o de doctrinas ajenas a la nuestra, haya sembrado en la misma alguna semilla que estuviera podrida.
No es, sin embargo, falso que, como dijo Pablo VI, el humo de Satanás había entrado en la Esposa de Cristo. Sin embargo, una cosa es eso y otra, muy distinta, es que el mismo Satanás se haya adueñado de ciertas experiencias cristianas.
Por eso, y debido a eso, los católicos debemos saber a qué debemos acercarnos y, sobre todo, a qué nunca, y bajo ningún pretexto debemos acercarnos.
Sé, antes de seguir, que esto que voy a decir puede que no guste a muchos. Sin embargo, si sirve para que alguien corrija su excesiva bondad a lo mejor vale para algo.
Bueno, a lo que vamos pues, tras el preámbulo, digamos, básico de lo que supone estar en el mundo y lo que supone nuestra fe en relación a eso, es conveniente decir a qué viene todo esto.
Sabemos que en el tema del aborto hay dos posiciones claras: las personas que, por activa y por pasiva, están a favor del mismo y las que no lo están, de ninguna de las maneras.
Aquí, por tanto, no puede haber medias tintas ni situaciones intermedias, aplicación del mal menor ni nada por el estilo. O estás a favor de la vida del nasciturus o en contra. No hay otra posibilidad ni situación intermedia.
Pues bien, al parecer hay personas que, creyéndose lo que se dice desde determinadas ideologías homicidas (por lo que defienden) y olvidando que nacieron, tales ideologías, para maltratar al ser humano, dominarlo, acogotarlo y hacerlo de menos a gusto de sus misérrimas ideas políticas, osan, digo osan, se atreven y dicen, que no está mal lo que hacen.
No conviene olvidar, en este muy particular caso (decisivo, además, para la propia supervivencia de la especie humana) que las ideologías partidarias del aborto tienen una idea del mundo muy alejada de la que la tienen aquellas que no apoyan la muerte del ser humano más indefenso que hay.
Por tanto, y a tenor de lo dicho hasta aquí, resulta fácil entender, no hay que tener muchos títulos universitarios ni ser más listo que nadie, que un católico jamás de los jamases puede sustentar, apoyar o decir que es bueno lo que defiende aquel que lo que sustenta, apoya y dice es que matar al ser que una madre lleva en su seno es un “derecho” y que está la mar de bien y es un avance social que eso se permita, se proteja y se pague con dinero público.
¿Es difícil entender esto?
Pues, al parecer, sí lo es.
El Sr. Benigno Blanco goza de buena salud espiritual. Es, además, muy bien visto por muchos católicos e, incluso, por el que esto escribe. Tiene, según se ha visto a lo largo de los años, una idea clara de qué es lo que se debe defender y de lo que no se puede defender. Por tanto, no es lo que aquí se escribe una crítica por crítica y ya está sino porque extraña que haya dicho lo que ha dicho.
“Agradezco profundamente a Elena Valenciano (PSOE) que nos esté ayudando a internacionalizar el debate sobre la recuperación del derecho a la vida” .
Sabemos cómo piensa esta señora, qué defiende su partido político y que, sobre todo, fueron personas como esta señora y partidos políticos como el suyo los que introdujeron el aborto en España y los que lo han definido como un “derecho”. ¡A matar lo llaman derecho!
Pues bien, con esta señora, con su partido y con aquellas personas y partidos políticos que, de la manera que sea sustentan y consiente el aborto no hay que ir a ninguna parte. Menos aún dar a entender que son buenos cuando son discípulos del Maligno, sus sobrinos (como bien diría C.S. Lewis) cuando no son el propio Mal con voto en las urnas. Y a las pruebas me remito para eso.
A lo mejor cree Benigno Blanco que Elena Valenciano y su partido político ha pretendido que se supiera que en España el aborto mata a miles de personas todos los años y que eso no es bueno. ¡No!
No, lo que ha pretendido es que Europa, desde Europa, se diga que está la mar de bien la legislación abortista española que aún, aún y aún, pervive y se aplica en España. Eso es lo que quiere y, aún no siendo el que esto escribe profeta e hijo de profeta para saber que eso será así.
Recordemos, aquí mismo, aquello de la mujer del César…
Pues eso… también parecerlo.
Eleuterio Fernández Guzmán
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Por la libertad de Asia Bibi.
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Por el respeto a la libertad religiosa.
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Panecillos de meditación
Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.
Panecillo de hoy:
Jesús dijo que debíamos tener cuidado con los lobos con piel de oveja. Cuanto más con los lobos con piel de lobo.
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