Eppur si muove - ¿Tan difícil es entender esto?
No se trata de poner las cosas al mismo nivel sino, en todo caso, a cada una en el nivel que le corresponda estar. Pero eso parece que es imposible o que haya personas, muy intelectuales ellas, que no son capaces de entender lo obvio.
Cuando, por ejemplo, una persona mata a otra no podemos decir que sea lo mismo que la mate en un accidente de tráfico, digamos, no provocado a que haya meditado, pensado cómo y preparado la muerte del prójimo. Por tanto, no se puede tratar de la misma manera, judicialmente hablando, un caso y otro. Eso parece fácil de entender. Y es fácil porque los casos son muy distintos y las soluciones a tales casos también han de ser distintas.
Pues bien, parece que las beatificaciones (¡sí, otra vez!) del pasado domingo 13 de octubre, están escociendo más de la cuenta. Es decir, que pudiera dar la impresión de que conviene, para algunos, defender lo indefendible.
Ahora tenemos otro ejemplo. De un intelectual llamado Manuel Vicent, a la sazón escritor español y que el pasado 20 de octubre publicó, en “El País” un artículo titulado “Mártires”.
Empieza diciendo algo que es, sencillamente, falso:
“Las dos Españas enfrentadas en la Guerra Civil produjeron la misma cosecha de mártires, de uno y otro bando”
Es decir, que quiere equiparar, otros ya lo han hecho, la muerte de personas que son vilmente asesinadas por su fe que otras que fueron asesinadas de forma injusta por el bando llamado “nacional”.
Pues bien, desde aquí repudiamos tal tipo de muertes por injustas y ser contrarias a la voluntad de Dios pero no es de recibo que se diga que es lo mismo y que la “cosecha” (como algo que se recoge tras una siembra) es la misma. La misma, a nivel de mártires, no. No es la misma porque es muy, pero que muy distinta.
Y ahora hace una serie de comparaciones como las que siguen:
El olor a cera e incienso perfuma los pies de escayola de los mártires beatificados; pero los enterrados en los barrancos reciben el aroma de las plantas silvestres, la lavanda, el anís, el tomillo y el espliego.
A los mártires de la Iglesia les rezan los fieles de derechas; a los asesinados del otro lado las plegarias las trae el viento que dobla los narcisos salvajes sobre su memoria.
En los retablos barrocos envueltos en falso oro, las hornacinas cobijan a los religiosos que fueron vilmente asesinados; los mártires laicos, alcaldes, maestros, obreros, funcionarios y militares demócratas, que cumplieron con su deber y cayeron después de la victoria bajo los fusiles en las tapias de los cementerios solo son glorificados por el sol, que al amanecer y al final de la tarde les ofrece con el incendio de las nubes un retablo de oro puro.
Es decir, para unos muertos esto y para los otros, lo otro. Todo en el sentido de equiparar lo que no es equiparable. Y, en fin, todo muy relativista: digamos que todo es igual para que nada valga nada pero, sobre todo, que valga poco la muerte de los católicos…
¿Y qué les parece esto?
“la Iglesia se ha marcado el farol de beatificar a 522 religiosos asesinados en la Guerra Civil”
A este respecto, dice la aceptación cuarta de la palabra “farol” del Diccionario de la Real Academia Española que tal palabra también significa esto:
“Hecho o dicho jactancioso que carece de fundamento. Marcarse, tirarse un farol.”
Por lo tanto, este intelectual está seguro de que la Iglesia católica no tenía fundamento para beatificar no sólo a los 522 mártires de los que hablamos sino a otros muchos miles que, seguramente, con el tiempo acabarán siendo beatificados.
¡Carece de fundamento! o, lo que es lo mismo “Razón principal o motivo con que se pretende afianzar y asegurar algo” (acepción tercera de la palabra “fundamento” del Diccionario citado supra”. Dice Manuel Vicente que no tiene razón la Iglesia católica para beatificar a tales mártires.
¡Acabáramos! Resulta que se trata de deslegitimar que haya personas que crean que quien ha muerto por su fe y, además, perdonando a sus asesinos, no merecen el recuerdo ni merecen, como ejemplo siquiera, ocupar el sitio que les corresponde en el libro de los santos. ¡Y siendo católicos! ¡Ni siquiera se nos puede dejar que cumplamos con nuestro deber de hermanos agradecidos!
Pero a lo mejor es porque a él le parecía
“un acto fanático y provocativo”
Y dice “a simple vista” porque, de verdad, parece que no se fijó en nada más que en lo que a él le parecía lo que le parecía. ¿Para qué ir más allá?
De todas formas alguno podrá pensar y defender que, al fin y al cabo, lo aquí traído trátase, sólo, de la opinión de un particular. Sin embargo, como es más que conocido el sectarismo de la izquierda, al menos la española, podemos estar más que seguros que hay otras muchas, pero muchas, personas, que opinan lo mismo que Manuel Vicent, sin pensar más, sin darle mayor importancia a la verdad profunda de las cosas.
¡Verdad profunda! ¡Bah!, pensarán algunos, mientras sigamos nuestra ideología, ¡allá películas!
Creen, por otra parte, alguno de ustedes, que ¿se puede arar con estos bueyes? Como mucho, destripar terrones, que es lo que les gusta.
Eleuterio Fernández Guzmán
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Panecillos de meditación
Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.
Panecillo de hoy:
Amar y perdonar. Son tareas, digamos, fáciles de entender pero no siempre fáciles de cumplir.
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2 comentarios
Uno de izquierda según la terminología al uso(no "rojo", no "violento asesino", no "masón"...) fue a las Beatificaciones a honrar a los Mártires de la Fe que perdonaron a sus asesinos (teledirigidos por alcaldes, comisarios, militares, presidentes...) hasta el punto de querer su conversión (no a los caídos en el bando franquista, en el que había de todo un poco: desde el Duque de Alba y Cambó hasta obreros carlistas).
Ahora que está tan de moda entre el progrerío el incinerar los cadáveres de sus allegados y echar sus cenizas al viento, no sé de qué se quejan algunos de los cadáveres en cunetas... Y, si creen que tras la muerte no hay nada, a qué viene hacer homenajes (¿como arma arrojadiza contra los vivos contrarios? ahórrenselo en mi porque yo NI P... CASO).
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