Como es de cristianos enseñar al que no sabe, ahí va esto

Antes de empezar, les tengo que decir que en principio el título iba a ir referido al “ignorante” y no, sólo, “al que no sabe”. Creo, con franqueza lo digo, que en este caso particular se trata de una persona, la aquí aludida, que es, eso, “ignorante” porque no conoce nada de lo que dice pero, por cumplir con lo que dice el principio católico le apeo de tal definición y le dejo con el más suave “al que no sabe” que es, aunque sea por caridad, más llevadero.

Pues bien, hecha esta advertencia, vayamos con lo que toca ir.

En la página web de título “Web católico de Javier” (www.webcatolicodejavier.org) que, por cierto, recomiendo muy vivamente y de donde he tomada la maravillosa, tierna e instructiva imagen que ilustra este artículo, se dice, al respecto de la Obra de misericordia denominada “Enseñar al que no sabe” que

“Es importante que cooperemos con nuestros hermanos, pero es mas importante enseñarles a realizar por ellos mismos aquello que no saben. Por ello, enseñémosle a orar, a perdonar, a perdonarse, a compartir, etc.”

Como comprenderán ustedes, es de suponer que el autor de tal definición se refiere, claro, otro creyente católico que, ciertamente, puede no saber de lo que dice y, claro, si eso es posible, conviene que lo sepa. Sin embargo, aquí hago extensión de lo que supone ser “hermano” porque como todos somos hijos de Dios es bien cierto que todos somos, pues, hermanos.

Y todo esto lo digo porque es posible, y hasta seguro, que el hermano David Torres, no se sienta nada católico pero, como digo, aunque no quiera aceptar la realidad de la existencia de Dios no puede escaparse a la verdad de que es hijo suyo; díscolo, alejado, embrutecido por el mundo… sí, pero hijo, al fin y al cabo.

Pues bien, el hermano David ha escrito en el diario, ahora internáutico, “Público” algo así, debe haberlo querido, como una ofensa al emérito Papa Benedicto XVI, otrora Vicario de Cristo y ahora emérito Vicario de Cristo a cuenta de que el mismo ha dado a conocer que cuando dejó la silla de Pedro lo hizo porque

Dice, por ejemplo, David Torres, refiriéndose al emérito Papa, que

“fue durante unos años jefe espiritual de una de las mayores sectas religiosas de la historia”

Pues bien está bastante claro que cuando habla de “secta” no se refiere, ni siquiera, a las acepciones que el Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua refiere al respecto de tal palabra que son, a saber:

1.f. Conjunto de seguidores de una parcialidad religiosa o ideológica.
2. f. Doctrina religiosa o ideológica que se diferencia e independiza de otra.
3. f. Conjunto de creyentes en una doctrina particular o de fieles a una religión que el hablante considera falsa.

Seguramente se refiere a lo que se tiene, por lo común, por una “secta” y que es un grupo cerrado en el que se manipula a sus miembros y a los que se les tiene, poco menos, por fáciles de manejar. Es decir, un sentido peyorativo de lo que por “secta” se puede tener y hecho, además, con ánimo de injuriar y de hacer daño.

Cualquiera sabe que la Iglesia católica no es nada cerrada sino que lleva muchos siglos, más de los que seguramente quisiera el autor de tal artículo, demostrando con claridad qué quiere. A nadie se le obliga a entrar en ella y quien quiere se sale y punto. Es más, hay muchos católicos que estando en ella demuestran que lo son poco o nada…

Pero lo peor de todo, lo que muestra un total desconocimiento de lo que supone creer en Dios es que se basa, todo el artículo, en el hecho de que, según David Torres,

“Ratzinger asegura que abandonó la tiara porque Dios se lo dijo de Tú a tú en una conversación.”

Pues bien, como antes se pilla a un mentiroso que a un cojo, lo bien cierto es que el emérito Papa alemán no dijo que había tenido una conversación con Dios sino todo lo contrario pues dijo que no se había tratado “de ningún tipo de aparición o ningún fenómeno de este tipo”, sino, más bien, que se trató “una experiencia mística". En la misma Dios hizo que creciera en su corazón “un deseo absoluto de permanecer a solas con él, recogido en la oración". Y por eso dimitió.

Es decir, de “conversación” nada de nada. Lo que pasa es que para sostener que el emérito Papa está loco o algo por el estilo tiene que escribir, David Torres, que el Papa habló con Dios directamente.

Pues bien, cuando presentó, públicamente, su dimisión, dijo el entonces Santo Padre:

“Después de haber examinado ante Dios reiteradamente mi conciencia, he llegado a la certeza de que, por la edad avanzada, ya no tengo fuerzas para ejercer adecuadamente el ministerio cetrino”.

Y es que, por si no lo sabe David Torres o los que como él piensen, los creyentes podemos dirigirnos a Dios porque sabemos que nos escucha. Y el Padre, a través de las mociones de su Santo Espíritu, puede dirigirse a nosotros. El caso es tener el corazón dispuesto a escuchar aquello que nos dicen tales mociones. Y, como es de suponer en la persona de Joseph Ratzinger, tal condición se cumple perfectamente.

Sobre esto recuerdo perfectamente que cuando fue elegido Pontífice le preguntaron qué hacia cada mañana cuando se levantaba. Pues bien, entonces dijo que, entre otras cosas, hablaba con Dios. Y lo dijo entonces porque no sería un comportamiento que se le hubiera ocurrido en cuanto fue elegido Papa sino que, espiritualmente, lo llevaría haciendo muchos años. Y esto, aunque no lo puedan comprender determinadas personas, es lo que supone tener fe y confianza en el Creador.

Y además, para mantener lo que dice, escribe David Torres acerca de si el emérito Papa alucinaba o algo por el estilo pues

“Nadie le ha preguntado a Ratzinger si esa noche cenó un risotto de parmesano y setas.”

Y es que hay personas, tipo David Torres, a las que yo les recomendaría vivamente no morderse la lengua por si acaso se envenenan. Esto, claro, dicho con toda caridad y miramiento por su persona.

Por cierto, el prefecto de la Casa Pontificia y ex secretario personal de Benedicto XVI, monseñor Georg Gänswein ha dicho que todo eso que dijo el Papa no es cierto. Pero lo que sí es más que cierto son escritos como el ahora aquí traído que se manifiesta como muchos enemigos de la Iglesia católica piensan.

Pues eso, que cuidado con morderse la lengua algún que otro individuo.

Eleuterio Fernández Guzmán

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Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy:

Nunca es tarde para salvarse. Ahora bien, lo mínimo que se debe hacer es quererlo.

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