Libros de Lolo : “Cartas con la señal de la cruz”
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Panecillos de meditación
Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.
Panecillo de hoy:
El dolor es, siempre que sea bien entendido como bien propio y particular, enriquece el alma de quien lo padece.
Y, ahora, el artículo de hoy.
Presentación de la serie:
Manuel Lozano Garrido, más conocido como “Lolo”, beato de la Iglesia católica, es más que conocido en este blog de InfoCatólica porque el que esto escribe lleva unos meses prestándole la atención, no toda, la que se merece.
Lolo escribió, a lo largo de su vida, una serie de libros que, en el número de 9, traen a la actualidad misma de ahora mismo, una realidad espiritual profunda, llena de luz y de gozo en Dios y, sobre todo, son expresión de un ser cristiano como tiene que serlo un hijo de Creador y que es siendo consciente que se es y gozando con ello.
Pues bien, esta serie va a estar dedicada, si Dios quiere y Dios mediante, a traer aquí cada uno de los libros escritos por aquel joven de Linares (Jaén, España) que supo, a lo largo de una trabajosa vida física cultivar un corazón sano y lleno de todo aquello que tantas veces nos falta a los que no nos podemos mirar en su espejo físico pero sí, y mucho, en el espiritual.
Por otra parte, voy a seguir, para la publicación de las recensiones, el mismo orden que siguió Lolo para publicarlos.
5- Cartas con la señal de la cruz (Manuel Lozano Garrido, “Lolo”)
Título: Cartas con la señal de la cruz
Autor: Manuel Lozano Garrido, “Lolo”
Editorial: Edibesa
Páginas: 284
Precio aprox.: 5,75 €
ISBN: 84-8407-228-2
Año edición: 2001
Lo puedes adquirir en Editorial Edibesa o dirigirte a la Asociación Amigos de Lolo.
5.- Cartas con la señal de la cruz (Manuel Lozano Garrido, “Lolo”)
Este libro sorprende por cómo es, por lo que supone y por lo que, en el fondo, representa para su autor y para sus lectores.
Manuel Lozano Garrido comienza el libro, antes del Prólogo, diciendo algo que explica más que bien lo que significa el mismo y el sentido que tiene. Dice, en la dedicatoria, “A Angelita Gómez, que nunca ha sabido lo que es la salud y ‘vive siempre esperando, con el corazón vestido de fiestas y las lámparas ardidas’ porque ‘el Amor se lo endulza todo”. Y continúa diciendo que “En ti mi admiración por todos los que, en silencio, dan un vivo testimonio de la actividad redentora del sufrimiento”.
Y eso es, exactamente, este libro de Lolo: expresión de lo que puede suponer el hecho mismo de sufrir si se entiende de forma sobrenaturalizada el mismo.
Este libro está dividido en tres partes. Y lo está de una forma muy curiosa porque la primera de ellas tiene como título “Cartas en horizontal” y tiene como expresión la correspondencia que mantuvo Lolo con muchas personas enfermas o sanas en las que se puede apreciar el sentido divino de mucho de lo que dice el beato de Linares; la segunda parte lleva como título “Palabras verticales” y es como una especie de Via crucis en el que va repasando cada uno de los momentos de dolor de Nuestro Señor desde que es condenado a muerte hasta que es sepultado; por fin, la tercera parte es una especie de conformación de la cruz con lo anteriormente escrito. Lleva como título “De la horizontal y la vertical, una cruz” . Allí dice, por ejemplo, en la página 216, que “Las cosas dan una Cruz; los hombres, también; la vida está por una Cruz maravillosa. ¡Cuántas cruces y qué claros o felices sus mensajes, deletreados con ojos limpios! Porque las cosas, los sucesos y los destinos –ahí tan quietos y silenciosos- tienen una palabra, una sugerencia, un signo, que es ese tan vigoroso y definitivo que se llama LA CRUZ, la grande, la del Dios que redime”.
Pero, bien sabía Manuel Lozano Garrido que aquellas Cartas que daban título a su libro se referían, también o, mejor, más que nada, a sí mismo. Por eso, antes de empezar el texto del mismo escribe un “Cartas a mí mismo” como capítulo primero y primario. Allí hace un repaso de su vida, de dolor y sufrimiento, porque, según dice del mismo (p. 33) “Entré con traje de soldado en un hospital y salí de paisano, con un certificado de inutilidad en la cartera”. Inutilidad que, como sabemos, ha sido y es tan útil a tantas personas…
Es tan verdad lo que nos dice Lolo en este apartado de su libro que cuando escribe (p. 33) “¡qué regalo éste de un corazón milagrosamente tierno a todas horas, palpitando en mis días exhaustos, sobrevolando mi cansancio, cantando sobre nuestros posibles momentos de llanto! pone sobre la mesa su propia y exacta verdad.
Y, ya, casi terminando esta parte de su libro, Lolo apunta (p. 36) que “Al principio parecía que el sufrimiento viniese con facha de segador. Por el contrario, lo que hizo fue sembrar en esperanza. Como me debo en sinceridad así digo que sólo él pudo hacer viables mi vocación humana y mis sueños espirituales”.
Y tal es este libro, lleno de paz aunque de dolor y sufrimiento esté lleno; lleno de esperanza aunque repleto de malos momentos y peores futuros; iluminando la existencia de quien se lo acerca a sus ojos y a su corazón aunque, en principio, su título augure instantes poco recomendables. Y Lolo nos lo ofrece con la caridad suprema de su corazón.
Permítanme, para terminar, decir que hay tanto y bueno en este libro de Manuel Lozano Garrido que no soy capaz de entresacar, como he pretendido hacer, más que lo esencial pues dejo a la voluntad de los futuros lectores el gozo de hacerlo por sí mismos. Seguro que sembrarán más alegría en el corazón de la que tenían antes de leerlo e incluso, a lo mejor, alivian algo alguna cruz que, como propia, carguen.
Eleuterio Fernández Guzmán
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