Eppur si muove - ¡Os han pillao!
Por la libertad de Asia Bibi.
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Por el respeto a la libertad religiosa.
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Panecillos de meditación
Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.
Panecillo de hoy:
Esperar de Dios que siempre nos atienda cuando pudiera parecer eso un exceso de egoísmo… quizá no sea tal el camino a seguir.
Y, ahora, el artículo de hoy.
Era cuestión de tiempo. La verdad es que algo así ya se esperaba desde que el Papa Francisco tomó las riendas de la Esposa de Cristo.
A veces es mejor quedarse un tanto escondido porque de tanto sacar la cabeza es posible que algún cazador, aunque sea espiritual, te endiñe un mandoble y quedes en el suelo arrastrándote cual reptil.
No es muy conveniente ir presumiendo por ahí y por aquí de los conocimientos que se tienen, o se suponen que se tienen: que si ahora sé qué obispo van a nombrar, que si la Curia vaticana va ir por aquí o por allá, que si el Papa Francisco parece que quiere cambiar mucho las cosas y que si esto y que si lo otro…
Tampoco vale mucho la pena alardear de lo que puede saber cualquiera pero que, a lo mejor, no tiene intención de que se sepa lo que sabe por si, luego, está equivocado y errado y queda más que fatal, retratado hasta la médula y haciendo el ridículo más grande de los ridículos conocidos.
En realidad, cuando se presume de algo, bien sabemos que podemos saber de qué se carece: si lo que se trata es de un exceso de información, lo que pasará es que la misma no pasará de ser mediocre o, en todo caso, proporcionada por fuentes manifiestamente mejorables que, a lo mejor, harían bien en dedicarse a otra cosa.
No conviene, por otra parte, ir por la vida como si actuando con soberbia y con displicencia hacia el prójimo que es, además, hermano en la fe, se alcanzaran mayores niveles de conocimiento o de formación religiosa.
Por eso, cuando uno hace, dice o escribe según qué cosas es posible que alguna persona avispada e inteligente se dé cuenta de que, en realidad, se están buscando otras cosas y que medrar es la esencia de tal comportamiento. Calar a una persona o a varias de esa forma supone apreciar la verdad de las cosas y poner las cartas sobre la mesa para que todo el mundo vea que no hay ninguna escondida en la manga como, por cierto, suelen hacer según qué personas.
Vale la pena, en estos especiales casos, disimular un poco porque es bien cierto que, si bien a nadie se le niega la posibilidad de conocer y, de hecho, puede conocer mucho acerca del funcionamiento institucional de la Iglesia católica, tampoco puede estar bien visto no ser humilde. Eso, para un cristiano, está más que mal porque denota cierta animadversión hacia su propia fe y, al fin y al cabo, manifiesta que se está en ella para otra cosa que no es, precisamente, aceptar su fe sino manipular todo lo que se pueda a la misma y sembrar algo de cizaña por si acaso fructifica y daña la estructura de la Iglesia católica que parece ser el fin buscado por según qué tipo de personas.
Y es que el Papa Francisco ha dicho que no hay lugar en la Iglesia para “ambiciosos” ni “trepadores”. Y, claro, entonces uno se acuerda, bastante, de algunos vidales y todo va cuadrando.
En realidad, los han pillao en toda regla. Y retratado, también.
Eleuterio Fernández Guzmán
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Para leer Fe y Obras.
Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna.
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