La Palabra del Domingo .- 17 de marzo de 2013
Por la libertad de Asia Bibi.
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Por el respeto a la libertad religiosa.
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Panecillos de meditación
Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.
Panecillo de hoy:
Dios perdona siempre. ¿No es posible que tú hagas lo mismo?
Jn 8, 1-11
1 Mas Jesús se fue al monte de los Olivos.2 Pero de madrugada se presentó otra vez en el Templo, y todo el pueblo acudía a él. Entonces se sentó y se puso a enseñarles. 3 Los escribas y fariseos le llevan una mujer sorprendida en adulterio, la ponen en medio 4 y le dicen: «Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio.5 Moisés nos mandó en la Ley apedrear a estas mujeres. ¿Tú qué dices?»
6 Esto lo decían para tentarle, para tener de qué acusarle. Pero Jesús, inclinándose, se puso a escribir con el dedo en la tierra. 7 Pero, como ellos insistían en preguntarle, se incorporó y les dijo: «Aquel de vosotros que esté sin pecado, que le arroje la primera piedra.»8 E inclinándose de nuevo, escribía en la tierra.9 Ellos, al oír estas palabras, se iban retirando uno tras otro, comenzando por los más viejos; y se quedó solo Jesús con la mujer, que seguía en medio. 10 Incorporándose Jesús le dijo: «Mujer, ¿dónde están? ¿Nadie te ha condenado?»11 Ella respondió: «Nadie, Señor.» Jesús le dijo: «Tampoco yo te condeno. Vete, y en adelante no peques más.»
COMENTARIO
Pecadores
Es más que cierto que el cumplimiento de la Ley de Dios era muy importante para aquellos que se sentían pueblo elegido por el Creador. Nada había mejor, para ellos, que no dar al traste con la misma sino llevar a cabo el cumplimiento más escrupuloso de las normas.
Aquellos que llevan a la mujer sorprendida en adulterio saben lo que tienen que hacer porque lo dice la ley: han de apedrearla hasta morir. En ellos no hay siquiera sombra alguna del Amor de Dios ni de su Misericordia.
Jesús sabe que una cosa es una cosa y otra, muy distinta, otra. En otra ocasión diría que poder repudiar a una mujer había sido establecido por el duro corazón del pueblo elegido por Dios. Por eso, porque no parecía que fuera posible que, en el caso de la mujer prevaleciera el amor sobre el enfado momentáneo, fue permitido el repudio. Algo parecido ocurre ahora: también ve Jesús mucha dureza en el corazón de aquellos que acusan a la mujer de algo que, a lo mejor ha cometido pero ante lo que debería abrirse un corazón de carne para perdonar.
Aquellos que quieren apedrear a la mujer no quieren perdonar. Sólo quieren aplicar la ley a rajatabla. En ellos no hay misericordia alguna y tal forma de actuar no es, precisamente, un buen entendimiento de la voluntad de Dios.
Jesús sí perdona. Él sabe que la mujer a lo mejor es culpable pero sabe, más que de sobra, que el perdón es mucho más importante que la Ley. Por eso en una ocasión diría que no quería sacrificios sino misericordia. Y por ahí iba el comportamiento que debían tener los que eran tan duros de corazón.
Sin duda se van aquellos a los que Jesús dice que tiren la piedra a la mujer si no han pecado. Y, claro, los más viejos se van primero porque seguro que habían pecado más y, lo que es peor, eran conscientes de sus pecados y por eso dejan las piedras en el suelo y se van antes que nadie.
Pero Jesús aún tenía que dar una lección más de amor y de misericordia.
Era cierto que nadie había, al final, condenado a la mujer de adulterio. Por supuesto Jesús menos que nadie. En tal momento, el Hijo de Dios la despide para que siga con su vida. Le dice, sin embargo, algo que es muy importante y que presupone un cambio de corazón en la mujer: no debe pecar más.
Muchos, queriendo apoyar la teoría según la cual Jesús perdona a una adúltera y que eso podría suponer el apoyo de ciertas maneras de actuar. Sin embargo, olvidan en “no peques más” que manifiesta, en el fondo y en la superficie, que Jesús sabe muy bien qué es lo que está bien hecho y hacia dónde ha de ir el corazón del ser humano.
PRECES
Por todos aquellos que no quieren cambiar su corazón.
Roguemos al Señor.
Por todos aquellos que no acuden a Jesús para que les perdone los pecados.
Roguemos al Señor.
ORACIÓN
Padre Dios; ayúdanos a reconocer en Cristo a Quien nos perdona los pecados en el Sacramento de la Penitencia.
Gracias, Señor, por poder transmitir esto.
El texto bíblico ha sido tomado de la Biblia de Jerusalén.
Eleuterio Fernández Guzmán
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