¡Gracias, hermano Joseph!
Por la libertad de Asia Bibi.
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Por el respeto a la libertad religiosa.
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Panecillos de meditación
Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.
Panecillo de hoy:
Aquellos católicos que son grandes lo son porque dan su vida por Dios y por el prójimo. Ejemplos de tal forma de ser los tenemos muy cerca de nosotros.
Y, ahora, el artículo de hoy.
A esta hora seguro estoy de que todo el mundo o casi todo el mundo sabe la noticia según la cual Benedicto XVI ha presentado su renuncia al Papado (con efecto a partir del próximo 28 de febrero) porque, con franqueza, no se siente con las suficientes fuerzas como para seguir ocupando la silla de Pedro. También estoy seguro que ha causado una sensación grande en quien la haya conocido como ha surgido: de repente y sin previo aviso.
A Benedicto XVI se le ha definido de muchas formas y no todas ellas demasiado delicadas
Al Santo Padre se le ha estado atacando a costa del tema de la pederastia como si fuera culpable de lo sucedido. Por eso Benedicto XVI merecía todo el apoyo por parte de la grey que pastorea porque, además, estaba llevando a cabo acciones, dentro de la legitimidad, en aras de dar solución a la difícil situación por la que pasa la Iglesia católica.
Estar con el Papa era, por eso mismo, una grave obligación que no podemos olvidar ni podemos dejar de llevar a cabo.
Al Santo Padre Benedicto XVI se le he atacado mucho porque quien tiene una doctrina clara (aborto, educación, intervención de la Iglesia en la vida pública, olvido de Dios por parte del hombre, etc.), la pone en práctica y la da a conocer, a lo mejor no es seguro que se le tenga muy en cuenta, en cuanto bueno, lo que dice.
Por otras muchas cosas se le ha afeado mucho la conducta a quien pronto dejará la silla de Pedro para volver, es esto un suponer, a su Alemania natal para vivir los años que Dios le dé para estar entre nosotros.
Pero a Benedicto XVI le tenemos que dar las gracias por lo mucho que ha hecho por la Iglesia católica y, así, por la humanidad.
Por ejemplo, por ser tan claro cuando ha hablado como Papa y, también, por ser tan sencillo al hacerlo.
Por ejemplo, por sus Encíclicas:
Deus caritas est (25 de diciembre de 2005)
Spe salvi (30 de noviembre de 2007)
Caritas in veritate (29 de junio de 2009)
Por ejemplo, por sus clarificadoras intervenciones en los Mensajes, Audiencias, Discursos, etc.
Por ejemplo, pos sus Motu Propio, entre los que destaca “Summorum Pontificum” sobre la “Liturgia romana anterior a la reforma de 1970”.
Por ejemplo, por sus muchos viajes apostólicos en los que ha transmitido una doctrina sana y ortodoxa por mucho que a muchos les haya chirriado algún oído o el corazón les haya dado un vuelco al escuchar la verdad puesta ante sus ojos.
Y así podríamos estar un rato muy largo porque nuestro hermano Joseph, hasta ahora, aún, Benedicto XVI, es todo lo que un buen Papa ha de ser.
Y lo deja con la mente clara de un teólogo con un nivel más que alto que sabe llegar a nosotros, los sencillos en la fe, y que, por lo tanto, está dotado de una ciencia teológica que llega al corazón del creyente.
En esto, en su renuncia, también ha sabido ser, ciertamente, claro y contundente. No se siente con fuerzas para cumplir con la misión que acepto en abril de 2005. Y sabe que lo mejor, para la Iglesia católica, es dejar paso a quien el próximo Cónclave, tenga a bien inspirar el Espíritu Santo.
Ahora no cabe más que dar las gracias a quien tanto ha hecho, y hace, por la Esposa de Cristo y por nosotros, hermanos suyos que ya le echamos de menos.
Será que ha sido bueno.
“Enraizados” nos ofrece la posibilidad de enviar un mensaje a Benedicto XVI.
Eleuterio Fernández Guzmán
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7 comentarios
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EFG
Era de esperar que, a partir de ahora, surgieran ideas acerca de las razones de por qué ha renunciado Benedicto XVI. Sin embargo, no creo yo que el Papa haya dejado de creer en la Gracia de Dios. El Espíritu Santo suponemos que inspiró a los que, en su día, establecieron normativamente la posibilidad de renuncia de quien ocupa la silla de Pedro. Ha hecho, por lo tanto, algo previsto y no hay problema alguno por eso.
Y, al respecto de eso, a mi me parece bastante despectivo criticar a alguien por la edad que tiene. Ya me gustaría a mí, con 49 años, tener sólo la mitad de inteligencia que Benedicto XVI y su disposición a la entrega a su trabajo.
Y, por otra parte, a mí me parece que Benedicto XVI ama la cruz y lo ha demostrado a lo largo de su vida como Papa.
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