Un amigo de Lolo - Porque Dios siempre nos mira y perdona
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Presentación
Yo soy amigo de Lolo. Manuel Lozano Garrido, Beato de la Iglesia católica y periodista vivió su fe desde un punto de vista gozoso como sólo pueden hacerlo los grandes. Y la vivió en el dolor que le infringían sus muchas dolencias físicas. Sentado en una silla de ruedas desde muy joven y ciego los últimos nueve años de su vida, simboliza, por la forma de enfrentarse a su enfermedad, lo que un cristiano, hijo de Dios que se sabe heredero de un gran Reino, puede llegar a demostrar con un ánimo como el que tuvo Lolo.
Sean, las palabras que puedan quedar aquí escritas, un pequeño y sentido homenaje a cristiano tan cabal y tan franco.
Porque Dios siempre nos mira y perdona
“No estaremos muy lejos del secreto de Dios si le pensamos mirándonos con ojos empañados por la ternura ”
Manuel Lozano Garrido, Lolo
Bien venido, amor ( 72 )
Seguramente la relación que muchos creyentes mantienen con Dios no está muy alejada de la que supone saberse hijo de un Padre a quien, físicamente, no pueden ver. Así, muchos pensarán, resulta difícil dirigirse al Creador que es, sí, Quien te ha creado pero, al fin y al cabo, no podemos abrazar cuando necesitamos un abrazo o llorar y que nos vea.
En realidad, ser hijo de Dios debería ser lo más sencillo del mundo. Pero cuando se tiene una visión material de las cosas que nos pasa no se alcanza a comprender que el Todopoderoso está más cerca de nosotros de lo que muchas veces creemos y, siempre, más a mano de lo que sentimos.
También es cierto que nos hace falta una visión real de nuestra fe y de lo que supone la misma. Y, así, por ejemplo, vernos en la real dimensión que nos acerca al Padre y de la que nunca, pero nunca, deberíamos desprendernos si es que, acaso, la hemos encontrado. Por eso estar cerca de Dios ni es difícil ni, menos, imposible. Y basta con querer acercarse a través de la oración, de la contemplación del mundo con las maravillas creadas que lo adornan y embellecen o, incluso, con un simple pedir a sabiendas de que se nos dará.
Hace falta, pues, pensar en Dios como Quien es y no como quien queremos que sea según nuestros propios intereses que son, muchas veces, mundanos y otras tantas veces, ciegos y sordos y aquejados de una enfermedad espiritual que se llama tibieza.
Nunca, por eso, podemos dejar a Dios fuera de nuestra vida excusando nuestro comportamiento en una falta de imaginación para saber de Dios pues sabemos por todo de su existencia y, así, de su misma realidad expresada en lo que nos rodea y en nosotros mismos. ¿Qué más nos hace falta? Tan sólo tener como cierto lo que creemos y lo que, al fin y al cabo, nos sostiene en nuestro peregrinar hacia el definitivo reino de Dios.
Pero es que, además, no es posible, sabiendo lo que Dios ha hecho a lo largo de la historia de su criatura más querida (perdón, comprensión, amor) no tener en nuestro corazón a un Creador que nos mira como sólo puede hacerlo Quien tiene entrañas de misericordia y las mismas se manifiestan cada día de nuestra existencia.
Si se dejó escrito que un día del Señor son mil años aquí mismo podemos creer que el Creador lleva muchos días suyos pensándonos como hijos algo díscolos y difíciles de convencer de su Amor. E incluso así, según hemos sido y somos, perdonando nuestro comportamiento y esperando que nuestro corazón acabe siendo de carne y no de piedra pues su ternura no tiene parangón, limite o falta de perseverancia.
Y es que Dios, que es Amor, siempre es Amor y por eso no es imposible pensarlo. No lo es.
Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, ruega por nosotros.
Eleuterio Fernández Guzmán
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