Ciertos OK merecen más de un reproche
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“Por encima de la Ley, nada ni… nadie”.
Tal podría ser, puede ser, es, el lema de muchos políticos que tienen puestas una especie de anteojeras que sólo les deja ver lo que tienen delante y detrás de la urna electoral.
Así, puede dar la impresión de que bajo la lógica legitimidad que proporciona determinado resultado electoral se pudiera esconder cualquier tipo de actuación sea, ésta, buena, mala o mediopensionista.
Algo así pasa en un tema tan grave como es el del aborto y con la solución que, al parece, va a adoptar el Ejecutivo que preside Mariano Rajoy.
Se basa en una sentencia del Tribunal Constitucional y a ella se remiten para llevar a cabo los cambios legislativos necesarios para que la Ley del aborto actual deje de estar en vigor y vuelva la otra. Sí, la otra… porque no es que haya intención de que desaparezca la norma que permite matar impunemente a un ser humano sino que se pretende depurar la legislación de las aberraciones claras y evidentes que habían introducido en lo que llama, con falsedad real, la “interrupción voluntaria del embarazo”, los anteriores gobernantes mensajeros, todos ellos, de Satanás e hijos del Mal.
Sin embargo, a lo mejor la cosa no debería ir por tal camino y se está equivocando de senda. Pareciera que la semilla ha caído en el borde del camino y el sol, en cuanto la ha calentado, se ha quemado y ha muerto.
Mariano Rajoy, Presidente del Gobierno de España, dice que tiene las cosas bastante claras y, entonces se deduce, que no tiene que modificar su actitud. Lo primero es evidente que es así porque nunca ha sido muy partidario de evitar, en sí misma, la ley del aborto; lo segundo, sin embargo, debería de meditarlo un poco más y tratar de ir un poco más allá de campañas electorales. Debería ir al justo centro del corazón de la gran mayoría de sus votantes que no son, seguro, de centro sino más bien de derecha. Y, además, para más claridad, de la derecha católica española a la que acompaña, en fraternidad, los miles de millones de católicos que hay en el mundo.
Dice Rajoy que tiene el “OK” de los españoles que le votaron en las urnas y que, por eso mismo, debe atenerse a lo dicho entonces y, en todo caso, al lo que decía su programa electoral. Y que acerca del aborto, en resumidas cuentas, lo que hay es lo que hay. Y es poco, por desgracia.
Es poco porque nadie le puede negar el derecho de hacer lo que decía tal Programa. Sin embargo, no es menos cierto que puede ir más allá si es para mejorar la situación que, entonces, se planteaba.
Por ejemplo, si en su programa electoral decía, es un decir, que el déficit público sería del 4% al finalizar este año 2012 no por eso dejará que sea menor si lo puede conseguir y no se va a quedar de brazos cruzados si, es otro decir, puede ser el 3’5%. Mejorar siempre es bueno para todos y en todos los aspectos.
Pues algo igual debería hacer en el tema del aborto. Puede ir más allá de lo dicho entonces si el resultado ha de ser mejor o más benéfico para quien se puede, valga la casi redundancia, beneficiar de una mejora legislativa. Y el tema del aborto es uno que le viene que ni pintado para demostrar hasta donde puede llegar un político ambicioso y que no se arredra ante los diversos grupos de presión (empresas abortistas, medicamentos abortistas, etc.) que se le pueden poner enfrente y que, no debería olvidar esto nunca, son una inmensa minoría de la población.
Mejorar la ley del aborto, en el sentido inverso es, simplemente, derogar toda norma que permita matar a un ser inocente que no tiene defensa. En todo cado, sólo tiene aquella que consiste en posible que el ataque de conciencia que pueda “sufrir” la madre que lleva en su seno a su futura descendencia por medio de su propio corazón y por mediación de los muchos “rescatadores” que en las puertas de las clínicas abortistas se encuentran para tratar de convencer de lo obvio: no se debe abortar.
Y a eso debe atender Mariano Rajoy. No basta con prohibir que una menor de 16 años, o de 14, pueda abortar sin el permiso de sus padres. Entonces, ¿si hay permiso puede abortar?
La cosa no va por ahí, don Mariano. Va por otro lado muy separado del camino que lleva a la muerte del nasciturus.
Por eso los “OK” de Rajoy deberían ir en otro sentido y, aunque sabemos que no se pueden pedir peras al olmo, también sabemos que existen los injertos y que cosas más raras se han visto.
Eleuterio Fernández Guzmán
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3 comentarios
En otro orden de cosas, la autorización paterna, si bien la considero necesaria por cuestiones obvias, en la práctica no creo que suponga avance de ningún tipo. Por experiencia sé que la mayoría de los padres de las menores embarazadas son los que las inducen a abortar a veces en contra de la voluntad de las mismas.
¡Hum! Eleuterio. Ya hemos discutido tu y yo muchas veces sobre el momento que se inicia la vida humana, por eso esta vez no diré nada. Sólo lee:
Éxodo 21, 22-23
21:22 Si algunos riñeren, e hirieren a mujer embarazada y esta abortare, pero sin haber muerte, serán penados conforme a lo que les impusiere el marido de la mujer, y judgasen los jueces
21:23 Más si hubiere muerte, entonces pagarás muerte por muerte
Parece muy evidente, que Dios, el Dios de los judíos, el dios de la Biblia, no valora la vida del feto de igual modo que la vida de su madre. Luego ¿quien eres tu, y vosotros, para enmendarle la palna de tan escandalosa manera a tu propio dios?
Saludos
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