Eppur si muove - ¿El catolicismo es, en exceso, espiritualista?
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Escribir sobre si, en verdad, el catolicismo, digamos, oficial-jerárquico, es sólo espiritualista y no se preocupa con la relación horizontal, pudiera parecer algo fuera de lugar. Sin embargo, hay personas, católicas ellas, que creen que es así y que, por decirlo de alguna forma, se mira más hacia arriba que hacia los lados permitiendo que no tenga importancia en la vida de la Iglesia católica, el sentido vertical (relación con el prójimo) frente al otro, horizontal, que nos relaciona con Dios.
En “Cristianismo y justicia” que es algo así como una corriente dentro de la Iglesia católica, han escrito, al respecto de lo dicho arriba, lo que sigue:
“La identidad cristiana se ve seriamente amenazada si, ante el desafío de la secularidad moderna, se reacciona sólo con intentos de ‘retorno a lo sagrado’. Lo primero que deberíamos preguntarnos es qué es lo realmente sagrado en una óptica cristiana. Y la respuesta no ofrece demasiadas dudas: para el Dios que nos ha manifestado Su solidaridad con los hombres -singularmente con los débiles y marginados- hasta dar su Vida por ellos, son más sagrados esos hombres que todos los actos religiosos, y que todos los tiempos de oración o los lugares, ceremonias y utensilios de culto.”
Pudiera dar la impresión que es, exactamente lo que se quiere hacer escribiendo tales cosas, de que una cosa es, para la Iglesia católica (véase jerarquía) Dios y otra, muy distinta, el hombre. Y tal es una gran falsedad.
A este respecto, sobre si es importante o no la oración en la vida del católico, dice San Josemaría, en el punto 82 de “Camino” que es necesario
Primero oración; después, expiación; en tercer lugar, muy en “tercer lugar”, acción.
Sobre eso tengo una anécdota que contar porque, a lo mejor, sirve de ilustración a lo que aquí pasa.
En una ocasión, en una reunión de mi Parroquia salió el tema del rezo del Santo Rosario una persona, a la que podemos considerar del sector progre, dijo que ella nunca había rezado uno. Y eso lo tenía como buena forma de comportarse. Y, aunque, a lo mejor pueda pensarse que tampoco es tan grave el caso, la verdad es que no es que sea grave el no rezar el Santo Rosario sino las razones que se puedan dar para no hacerlo que no sea, por ejemplo, la tan socorrida, “falta de tiempo”.
En fin…
Pero, a lo que vamos ahora es si, en verdad, la Iglesia católica, mira para arriba y no para abajo más de la cuenta o, en todo caso, más de lo que debería.
Nos acercamos a Dios, por ejemplo, cuando en los ojos del otro encontramos los ojos de un hermano; cuando en las necesidades de los otros sabemos que está muestra mano, que debería estar; cuando a la desazón del otro oponemos alegría, positividad, optimismo, ese estado que no ha de abandonar al cristiano y que ha de ser su marca de identidad porque se reconoce hijo de Dios; cuando reconocemos que Jesús comparte, con nosotros, nuestro yugo; cuando nos reconocemos en un fraterno afán; cuando podemos sentir ese sabor a gloria que produce darse como florecilla a los pies de Cristo; cuando podemos palpar con los dedos del alma el sentir la cercanía de Dios; cuando en nosotros no cabe duda alguna sobre todo esto; cuando en las Sagradas Escrituras encontramos algo más que sílabas, que palabras; cuando somos capaces de tornar el interno desierto en luz que irradie esperanza, amor, entre (y toda esa palabrería, para muchos, que nada les dice) nosotros y Dios.
Pero siempre Dios presente, antes, de hacer el qué tenemos que saber cómo y de Quién depende lo que hacemos. No obstante, el mismo Jesucristo dijo aquello de “Convertíos y creed en el Evangelio” (Mc 1, 15) por lo que, en primer lugar la conversión supone tener muy presente a Dios en nuestra vida y luego, luego, se lleva a cabo aquello que es la voluntad de Dios pues no es de creer que nadie, que no conozca a Dios, cumpla su voluntad a conciencia.
Dicen, además, en Cristianismo y Justicia, que
“No se puede caminar debidamente con Dios si no es practicando la justicia y amando de verdad y con ternura”.
Y eso, que es cierto, deja de lado algo que es muy importante y que no es otra cosa que toda esta forma de actuar se sirve de una fluida relación con Dios sin la cual nada de lo dicho tiene sentido. Y que, entonces, prescindir todo lo que se pueda del Creador bajo el pretexto de tener muy en cuenta al ser humano y a sus circunstancias, es invertir el orden de las cosas.
Ahora bien, si lo que se quiere decir desde Cristianismo y Justicia es que la Iglesia católica hace prevalecer el espiritualismo (defensa de la esencia espiritual y de la inmortalidad del alma) sobre el materialismo (la única realidad es la materia y proposición de un desconocimiento de las dimensiones espirituales del ser humano)… en esto sí estamos de acuerdo. Y eso es lo que les pone a ellos, exactamente, en el lugar en el que les corresponde estar que no es en otro que en el campo materialista y mal, muy mal, quedan al respecto de su forzado catolicismo.
En realidad, lo que aquí subyace es el planteamiento de un debate acerca de si el ser humano, que es uno que lo es miembro de la naturaleza, puede dejar de lado el sentido que le es propio acerca de su trascendencia vía priorización de lo material sobre lo espiritual. Y negar que el hombre tenga unas dimensiones espirituales que lo relacionan con Dios, primero, y, luego, con el prójimo, es ir, a nuestro modesto entender, demasiado lejos.
Y es que, además, para sostener que la Iglesia católica, digamos la jerarquía, no tiene más preocupación que Dios y que, por eso, olvida a sus semejantes, hay que tener un cuajo…
Eleuterio Fernández Guzmán
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3 comentarios
No veo que la jerarquía este inclinada a lo invisible si noto que hablan mas de lo visible.
Deberían decir lo siguiente:
1º) Amarás a tu prójimo sobre todas las cosas.
2º) Amarás a Dios como a ti mismo.
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EFG
¡Diantre! ¡Qué forma de ver las cosas!
Pues así, a veces, parece.
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