Eppur si muove - ¿Es malo ser radical?
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Algunas personas, teólogos o historiadores, se quejan de que, actualmente en España existe una jerarquía a la que llaman “radical y conservadora” (José María Laboa, historiador, dixit en Religión Digital).
En realidad resulta curioso que se acuse a alguien de cumplir con la misión que tiene que cumplir y que eso se le eche en cara como si se tratase de un mal o daño que sería conveniente atajar, evitar y hacer desaparecer.
Conviene, cuando se escribe de una cosa, atenerse a la verdad de las cosas porque es la mejor, única, manera de que lo que se diga tenga sentido y responda no a una tergiversación sino a la manifestación de lo cierto.
Si atendemos a las puras definiciones sabemos que “radical” significa (segunda acepción) “Fundamental, de raíz”. Y, como nos encontramos con otro término, “raíz” acudimos al mismo sistema para saber que quiere decir “Causa u origen de algo”.
Entonces, las personas que critican que se haga lo que se hace desde la jerarquía y, al fin y al cabo, desde la Iglesia católica, parece que se quejan de que se proceda según el origen de la misma porque, además, se debe, también, “conservar” o, lo que es lo mismo, “mantener algo o cuidar de su permanencia” de lo que se está hablando.
Vemos, pues, que la cosa está bastante clara y que se critica y se zahiere que se vaya al origen de la fe católica y que, por lo tanto, se trata de mantener que la misma sea la que se sin dar pábulo a comportamientos imaginativos o fuera de lugar.
Por lo tanto, si se está en contra de tales comportamientos tendremos que suponer que se busca otra cosa porque no es de creer que se ponga en solfa el hacer para no proponer nada o dejar las cosa vacías de contenido y de sentido.
Pero…
¿Qué problema existe en tutelar la fe si la misma sólo va destinada a los creyentes y, en todo caso, a los que puedan serlo sin obligar a nada de nada?
¿Qué problema existe en que la Iglesia católica quiera mantener una correcta relación con las autoridades civiles cuando es una parte importante de la misma sociedad?
¿Qué problema existe en que la Iglesia católica defienda la vida desde la concepción hasta la muerte natural de la misma?
¿Qué problema existe en que la Iglesia católica defienda a la familia como núcleo básico de la sociedad?
¿Qué problema existe en que la Iglesia católica defienda que el matrimonio sólo puede entenderse si existe unión entre un hombre y una mujer cuando otra cosa no es posible?
¿Qué problema existe en que la Iglesia católica entienda, diga y defienda que son los padres a los que les corresponde la educación de sus hijos en determinadas materias y que el Estado no puede inmiscuirse en ellas?
Así, toda doctrina viene a ser una verdad enseñada por la Iglesia católica que se tiene como necesaria y ha de ser creída. Y así es si o bien fue formalmente revelada (como la Presencia Real Eucarística), es una conclusión teológica (como la canonización de un santo) o, en último caso, porque es parte de la ley natural (como lo pecaminoso del uso de anticonceptivos
A eso, a lo mejor, se le llama ser radical y conservador…
Pero la Iglesia católica se juega, por decirlo pronto, todo su ser si se acepta lo que se dice por parte de quien quiere otra cosa manejable; se juega su esencia, se juega su mismo futuro porque de hacer tal cosa el final de la Esposa de Cristo estaba asegurado por inmersión en la Nueva Era pues pasaría a ser una corriente más de, digamos, pensamiento religioso.
Eso, a lo mejor, es lo que se busca… negar dogmas y verdades defendidas por la Iglesia católica.
En tales especiales casos quien niega algún dogma está negando, quiera o no quiera, la misma fe, su misma fe, porque si se trata de personas ajenas a la Iglesia católica su negación cae, por sí misma, en saco roto: importa poco que niegue un dogma quien sea ateo, agnóstico o pertenezca a otra religión o creencia porque se trata de una cuestión de fe y de fidelidad porque lo que quiere es una Iglesia light, una Iglesia mundana y una Iglesia politizada al servicio del poder establecido. Por eso, exactamente por eso la Iglesia católica ha de ser radical (de raíz) y conservadora.
Otra cosa, por cierto, no se entiende sin ver, en eso, mucha apostasía.
Eleuterio Fernández Guzmán
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3 comentarios
estoy "radicalmente" de acuerdo con lo que dices y además creo que no podría ser de otra manera.
Los dogmas de la Iglesia Católica son como su propia definición dice la Doctrina de Dios revelada por Jesucristo a los hombres y testificada por la Iglesia, así que no cabe aquí nigún tipo de tergiversación, interpretación ni cualquier otro tipo de afirmación tendente a la Doctrina de Nuestro Padre.
Los cánones del Codigo de Derecho Canonico son sólo para la Iglesia latina.
Las costumbres universales o particulares actualmente vigentes y contrarias a estos cánones, quedan totalmente suprimidas si se reprueban en los cánones de este Código, y no se ha de permitir que revivan en el futuro; las otras quedan también suprimidas, a no ser que en el Código se establezca expresamente otra cosa, o bien sean centenarias o inmemoriales, las cuales pueden tolerarse cuando, ponderadas las circunstancias de los lugares y de las personas, juzga el Ordinario que no es posible suprimirlas.
Por eso, yo también entiendo exactamente lo mismo que tú, que la Iglesia católica ha de ser radical (de raíz) y conservadora, y la Iglesia.
Pero además hay que añadir, que por su regeneración en Cristo, se da entre todos los fieles una verdadera igualdad en cuanto a la dignidad y acción, en virtud de la cual todos, según su propia condición y oficio, cooperan a la edificación del Cuerpo de Cristo.
Así, dice el Título I "DE LAS OBLIGACIONES Y DERECHOS DE TODOS LOS FIELES (Cann. 208 – 223):
209 § 1. Los fieles están obligados a observar siempre la comunión con la Iglesia, incluso en su modo de obrar.
§ 2. Cumplan con gran diligencia los deberes que tienen tanto respecto a la Iglesia universal, como en relación con la Iglesia particular a la que pertenecen, según las prescripciones del derecho.
210 Todos los fieles deben esforzarse según su propia condición, por llevar una vida santa, así como por incrementar la Iglesia y promover su continua santificación.
211 Todos los fieles tienen el deber y el derecho de trabajar para que el mensaje divino de salvación alcance más y más a los hombres de todo tiempo y del orbe entero.
212 § 1. Los fieles, conscientes de su propia responsabilidad, están obligados a seguir, por obediencia cristiana, todo aquello que los Pastores sagrados, en cuanto representantes de Cristo, declaran como maestros de la fe o establecen como rectores de la Iglesia.
§ 2. Los fieles tienen derecho a manifestar a los Pastores de la Iglesia sus necesidades, principalmente las espirituales, y sus deseos.
§ 3. Tienen el derecho, y a veces incluso el deber, en razón de su propio conocimiento, competencia y prestigio, de manifestar a los Pastores sagrados su opinión sobre aquello que pertenece al bien de la Iglesia y de manifestar a los demás fieles, salvando siempre la integridad de la fe y de las costumbres, la reverencia hacia los Pastores y habida cuenta de la utilidad común y de la dignidad de las personas.
213 Los fieles tienen derecho a recibir iie los Pastores sagrados la ayuda de los bienes espirituales de la Iglesia principalmente la paiabra de Dios y los sacramentos.
214 Los fieles tienen derecho a tributar culto a Dios según las normas del propio rito aprobado por los legítimos Pastores de la Iglesia, y a practicar su propia forma de vida espiritual, siempre que sea conforme con la doctrina de la Iglesia.
215 Los fieles tienen derecho a fundar y dirigir libremente asociaciones para fines de caridad o piedad, o para fomentar la vocación cristiana en el mundo; y también a reunirse para procurar en común esos mismos fines.
216 Todos los fieles, puesto que participan en la misión de la Iglesia, tienen derecho a promover y sostener la acción apostólica también con sus propias iniciativas, cada uno según su estado y condición; pero ninguna iniciativa se atribuya el nombre de católica sin contar con el consentimiento de la autoridad eclesiástica competente.
217 Los fieles, puesto que están llamados por el bautismo a llevar una vida congruente con la doctrina evangélica, tienen derecho a una educación cristiana por la que se les instruya convenientemente en orden a conseguir la madurez de la persona humana y al mismo tiempo conocer y vivir el misterio de la salvación.
218 Quienes se dedican a las ciencias sagradas gozan de una justa libertad para investigar, así como para manifestar prudentemente su opinión sobre todo aquello en lo que son peritos, guardando la debida sumisión al magisterio de la Iglesia.
219 En la elección del estado de vida, todos los fieles tienen el derecho a ser inmunes de cualquier coacción.
220 A nadie le es lícito lesionar ilegítimamente la buena fama de que alguien goza, ni violar el derecho de cada persona a proteger su propia intimidad.
221 § 1. Compete a los fieles reclamar legítimamente los derechos que tienen en la Iglesia, y defenderlos en el fuero eclesiástico competente conforme a la norma del derecho.
§ 2. Si son llamados a juicio por la autoridad competente, los fieles tienen también derecho a ser juzgados según las normas jurídicas, que deben ser aplicadas con equidad.
§ 3. Los fieles tienen el derecho a no ser sancionados con penas canónicas, si no es conforme a la norma legal.
222 § 1. Los fieles tienen el deber de ayudar a la Iglesia en sus necesidades, de modo que disponga de lo necesario para el culto divino, las obras de apostolado y de caridad y el conveniente sustento de los ministros.
§ 2. Tienen también el deber de promover la justicia social, así como, recordando el precepto del Señor, ayudar a los pobres con sus propios bienes.
223 § 1. En el ejercicio de sus derechos, tanto individualmente como unidos en asociaciones, los fieles han de tener en cuenta el bien común de la Iglesia, así como también los derechos ajenos y sus deberes respecto a otros.
§ 2. Compete a la autoridad eclesiástica regular, en atención al bien común, el ejercicio de los derechos propios de los fieles.
Que Dios te bendiga, hermano Eleuterio.
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