Otra vez el Opus Dei: con lo bueno que es callar para que no se note…
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A lo mejor existe una ley de la lógica que recoja el hecho según el cual hay casos que, por su recurrencia, muestran algún tipo de síntoma preocupante en quien caiga en ellos. Lo digo por lo que sigue.
Entre los temas preferidos, yo diría que suculentos para según qué personas, y a los que se recurre de vez en cuando para arrear mandobles, está el relacionado con la Obra que fundó en Madrid un entonces joven sacerdote llamado Josemaría Escriva y que, con el paso de los decenios y con los vientos del Espíritu Santo ha devenido en ser conocido como San Josemaría.
También hay personas que muestran cierta preferencia por este movimiento de la Iglesia católica que tanto bien hace desde que aquel 2 de octubre de 1928 Escrivá diera un paso al frente y no diera la espalda a la inspiración divina.
Personalmente tengo que decir que si bien no me preocupa en exceso lo que se pueda decir sobre el Opus Dei porque con su misma realidad se defiende lo que en contra se diga, sí que llega a ser un poco cargante, además de mosqueante, que según qué personas se dignen a gastar su tiempo en acordarse de lo que fueron para desdecirse de lo que fueron y venir a ser, según parece, otro tipo de personas no sin antes haber renegado de su pasado.
Alberto Moncada, sociólogo, fue miembro del Opus Dei y eso le debería permitir, más que al resto de personas que tienen del movimiento fundado por S. Josemaría referencias “de oídas”, tener un conocimiento adecuado de la situación de la Obra.
Una vez escribió que “El Opus Dei pertenece hoy, con los Legionarios de Cristo, los Kikos y Comunión y Liberación a esos grupos de católicos acríticos, muy del agrado del Vaticano con los que compensa la disminución de sus clientelas tradicionales”.
En estas palabras se encierra no poca equivocación, no poco desvío de la realidad, no poca falsedad porque, por ejemplo, escribe sobre “clientela” cuando, en realidad, no cabe aplicación de tal institución (muy antigua) en este caso pues la misma suponía un pacto entre un jefe y un subordinado. Y esto sólo se puede hacer para zaherir a los que intervienen en tal situación y que no son otros que los fieles católicos y, digamos por ejemplo, el Vaticano.
Pero como parece que Alberto Moncada parece que no conoce aquello de que es mejor no moverse para que no se note que existes en determinados temas, ha vuelto a caer en los mismos excesos de siempre. Al menos, de los años en los que dejó de pertenecer al Opus Dei.
En su libro “La evolución del Opus Dei” parece que se deshace en elogios contrarios a la Obra. No extraña esto porque suele común entre las personas que abandonan determinadas instituciones que, en vez de loar lo bueno se empeñan en apuntar hacia lo que creen negativo y disparan con toda su fuerza hacia tal blanco de sus iras.
A raíz de la propaganda de tal libro (cosa propia y muy necesaria para hacerse un hueco en la sociedad capitalista) ha dicho que:
“En realidad el Opus más que un grupo fundamentalista, neoconservador es un grupo sectario caracterizado por:
1º La creación de un mundo propio donde sus miembros solteros cumplen una serie de reglas muy minuciosas que les convierten casi en “robots” teledirigidos.
2º La obediencia al superior es básica y los superiores son elegidos sobre todo por su lealtad.
3º Se persigue al que disiente o abandona, tratando de hacerle difícil su incorporación a la vida ordinaria, especialmente a través de presiones económicas.
4º Hostilidad hacia el resto de los grupos católicos y un empeño por la conquista del poder eclesiástico, favorecido por el Papa polaco, que canonizó a Escrivá en tiempo record y otorgó al Opus un estatuto especial de independencia de los obispos.”
Y todo esto para decir que el Opus Dei es una secta… a la que, entonces, él mismo perteneció en su día y en su tiempo y para el consiguiente consumo de la progresía eclesial que, más o menos, abunda entre nosotros.
Pero hay más.
Por ejemplo, sabemos lo que está pasando con la Universidad “católica” del Perú y con la intervención del cardenal de Lima, Monseñor Cipriani (miembro del Opus Dei) porque aquí mismo, en InfoCatólica (Director incluido), se ha dicho más de una cosa al respecto.
Pues bien, dice Alberto Moncada que “Cuando pueden, los obispos del Opus tratan de imponer censuras y controles como hace el cardenal de Lima, Monseñor Cipriani, numerario, que está tratando de acabar con la autonomía académica de la Universidad católica del Perú, una de las más antiguas y prestigiosas de America Latina”.
Ahí es nada: censura, control… en fin los fantasmas de siempre azuzados por quien, en el mejor de los casos, debería guardar un prudente silencio.
Pero, entonces, ¿De qué viviría tal persona?
Eleuterio Fernández Guzmán
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9 comentarios
Saludos,
De las conclusiones de Alberto Moncada se obtiene bastante información sobre la vara de medir que utiliza. Se evidencia que denigra las virtudes como la obediencia y la piedad. Se evidencia que su medida es la búsqueda del poder, que a lo mejor no consiguió en su paso por le Opus y eso le frustró. Tampoco es capaz de diferenciar los comportamientos de las personas de los modelos en los que esos comportamientos se basan Esto se evidencia al decir eso de “robots” teledirigidos. ¿menos teledirigidos que los diputados que votan las consignas del jefe de filas en el congreso? ¿Menos teledirigidos que los alumnos a los que se hace inmnesión de educación para la ciudadanía?
Borregos hay en todas partes, pero hay que saber diferenciar quienes obedecen desde su libertad de aquellos que obedecen porque no saben que son libres.
Triste, como siempre.
Que Dios le bendiga D. Eleuterio :)
Vd. no tiene ninguna necesidad de aludir a este señor, porque lleva años haciendo lo que Vd. dice - no es ninguna novedad -, y además, hay otras fuentes de crítica al OD, mucho más extensas.
Además Vd. ha intentado defender al OD en varias, ocasiones sin ningún motivo especial.
Sin embargo, nunca le he visto escribir sobre los métodos tan desafortunados de captación de menores, ni sobre las consecuencias y los daños causados en mucha gente por la aplicación de sus métodos.
A cuenta de esto - verdad verdadera -, ese tipo y otros montan películas de miedo donde su objetivo principal es la Iglesia, incluyendo por supuesto numerosas licencias artísticas. El OD les da algunos argumentos bastante precisos por desgracia, y la principal víctima es siempre la Iglesia.
Mientras tanto, los afectados - chavales, la mayoría de ellos - no reciben la más mínima disculpa, ni reparación por los abusos cometidos, porque unos les utilizan como arma para atacar a la Iglesia, y para otros - como Vd. - simplemente no existen, son falacias.
Por cierto, y mientras tanto en el Opus, siguen acosando la conciencia de chicos de a partir de 14 años para que sean numerarios. Ahora mismo sin ir más lejos.
Los amores grandes se despiertan e. La adolescencia y algunos como tú quieren ahogarlos a cualquier precio. Que triste!
Si es acoso. ACOSO. Y ese acoso, ese forzar conciencias es pecado cuando se hace con pleno conocimiento. Sus excusas son lamentables.
Su ultima frase define una actitud, me defiendo denigrando. La verdad es que cuando no hay argumentos tampoco hay mucha más salida.
Lo anterior no quita que el Opus sea un camino de santificación personal para muchos de sus miembros, ni que muchas de sus malas praxis típicas no hayan sido o estén siendo corregidas, purificadas.
Saludos cordiales
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