La palabra del Domingo - 20 de febrero de 2011 - La verdadera Ley de Dios
Mt 5, 38-48. Amad a vuestros enemigos.
38 «Habéis oído que se dijo: ‘Ojo por ojo y diente por diente’.
39 Pues yo os digo: no resistáis al mal; antes bien, al que te abofetee en la mejilla derecha ofrécele también la otra: 40 al que quiera pleitear contigo para quitarte la túnica déjale también el manto; 41 y al que te obligue a andar una milla vete con él dos. 42 A quien te pida da, y al que desee que le prestes algo no le vuelvas la espalda.
43 ‘Habéis oído que se dijo: ‘Amarás a tu prójimo’ y odiarás a tu enemigo. 44 Pues yo os digo: Amad a vuestros enemigos y rogad por los que os persigan, 45 para que seáis hijos de vuestro Padre celestial, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y llover sobre justos e injustos. 46 Porque si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa vais a tener? ¿No hacen eso mismo también los publicanos? 47 Y si no saludáis más que a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de particular? ¿No hacen eso mismo también los gentiles? 48 Vosotros, pues, sed perfectos como es perfecto vuestro Padre celestial.
COMENTARIO
La verdadera Ley de Dios
Ser perfectos como Dios es perfecto. Eso dice Jesús a los que quieran seguirle. Eso les dijo a los que le oían y querían ir tras él porque sabían que hacía prodigios y, a lo mejor, podían ver alguno.
Pero la Ley de Dios es exigente para con sus hijos. No deja nada de lado porque todo es importante en el cumplimiento de la misma. Tiene, por así decirlo, sus propios cauces que no pueden ser evitados.
Por otra parte, en el pueblo elegido por Dios, el judío, habían hecho de su capa un sayo y habían ido adaptando los preceptos divinos a las circunstancias por las que había pasado, siglo tras siglo, desde que el Creador quiso manifestarse al mismo.
Muchas cosas no eran como tenían que ser que es, más o menos, lo que ahora mismo pasa con nosotros, discípulos de Cristo e hijos de Dios, hermanos en la fe necesitados de mucha confesión de fe cuando no de una interior conversión.
Lo que les propone el Hijo de Dios a aquellos que le oyen es difícil. Incluso, a veces, imposible para un corazón de piedra.
Poner la otra mejilla cuando te abofetee una de las dos es consejo espiritual de seguimiento, a lo mejor, escaso. Prevalece, como seres humanos que somos, la respuesta inmediata y no la comprensión completa de la Palabra de Dios.
Dar a quien te pide hasta lo que no se tiene es consejo espiritual de muy difícil cumplimiento porque la avaricia puede con nuestro corazón.
No odiar al enemigo. Nos pide Jesús que amemos a quien nos odia y a quien nos persigue. Eso es manifestar una gracia sobrenatural y es ir mucho más allá de nuestro ser cuerpo para ser alma y espíritu porque, para nuestra vergüenza, nos dice que amar ya aman los que llevan una vida no recomendable. Ser así sólo nos iguala a ellos pero sobrepasaremos el comportamiento común llevando el amor hasta sus últimas consecuencias: amar a quien nos odia.
Ante estos ejemplos de lo que se hace y, sobre todo, de lo que se debe hacer, podemos imaginarnos la cara que pondrían aquellos que le estaban oyendo. Asombrados, estarán asombrados ante lo que les decía alguien a quien seguían por lo que hacía pero, ¡Ay!, a lo mejor no por lo que decía.
Recordemos, ahora, precisamente ahora, el caso de aquel joven rico que, después de hablar con Jesús se marchó porque era muy rico y n quería dar todo a los pobres. No supo seguir y, claro, no siguió.
Al fin y al cabo, la Ley de Dios es la que es: verdadera y cierta.
Pero, a pesar de todo lo dicho siempre tenemos el ejemplo de Jesucristo para mirarnos en Él.
PRECES
Por todos aquellos que no quieren seguir la Ley de Dios y se aferran a sus normas de hombres.
Roguemos al Señor.
Por todos aquellos que no reconocen la Ley de Dios como aplicable a sus vidas.
Roguemos al Señor.
ORACIÓN
Padre Dios; ayúdanos a llevar a nuestros corazones y, desde ahí, a nuestra vida, lo que dice tu Ley.
Gracias, Señor, por poder transmitir esto.
El texto bíblico ha sido tomado de la Biblia de Jerusalén.
Eleuterio Fernández Guzmán
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Para el Evangelio de cada día.
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4 comentarios
Dios es amor y el hombre es amor…
Dios es verdad y el hombre es verdad…
Dios es belleza y el hombre es belleza…
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EFG
Yo lo celebro en el mes de abril pero, de todas formas, gracias por lo que me toca del nombre.
Unos miles de años antes, Él mismo, Jesús, que ya Era, estableció una Ley Original para Sus Hijos que fue transgredida por la soberbia de éstos -siempre la soberbia-.
Sólo Dios, que es Amor, tenía y tiene la Ciencia del Bien y del Mal, sólo Dios puede establecer una LEY PERFECTA, y no imposible de cumplir ni opresora, más al contrario. El secreto residía en ser obedientes y generosos, y aceptar que sin ÉL no somos NADA, y con ÉL se puede lograr TODO. Pero fallaron en la Fe y confianza ¡Qué lástima lo que se perdieron y la culpa que ensombreció el destino del hombre!
Más regresó de nuevo para rescatarnos haciéndose hombre mortal. Y estableció de nuevo el Árbol en el centro del Jardín abriendo para ello un nuevo un camino hacia el Paraíso, hacia la morada del Padre.
Pero desde que Jesús ascendió a los Cielos y especialmente en la actualidad, hemos ido comiendo de nuevo -unas veces más y otras menos- de ese Árbol Sagrado, tergiversando el Mandamiento Nuevo a nuestra conveniencia, tratando de poner en boca de Cristo palabras de liberación que jamás pronunció y dudando de su divinidad, poder y majestad.
Y como Jesús no ha vuelto todavía, pues hemos creado otro becerro de oro, colocado en el centro de nuestro virtual y efímero paraíso.
¡Pobres de nosotros cuando vuelva! Él vino a someterse a la Voluntad del Padre, a la LEY, Jesús es Su AMÉN. Y así hemos de someternos nosotros también a las cruces de la vida a imitación de Jesús. Ese fue el Mandato, esa fue la LEY. Y al abrazar esas cruces con el amor que Él lo hizo, demostramos que somos sabios y entramos en el mismo Corazón de JESÚS, donde no entra cualquiera. Y en el de Su Madre, claro, que le dió la Carne y la Sangre.
Adán y Eva se avergonzaron por lo menos al verse desnudos después de haber pecado al desobedecer la Ley. Nosotros, al contrario, sin reconocer el pecado y sin Temor de Dios, no nos escondemos tan siquiera y preferimos la desnudez y la caducidad de la vida a la Eternidad y el abrigo de la Gracia, pues ya ni sentimos, ni amamos ni esperamos. Estamos muertos.
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EFG
Francamente, no sé lo que quiere decir.
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