¿Saben quién es Donna León?

Siento decir que entre mis muchas lagunas está el no conocer a Donna León. De todas formas por lo leído ahora tampoco creo que me haya perdido mucho aunque sobre gustos no haya nada escrito.

En un sitio muy apropiado para publicar escritos contra la Iglesia católica por ser un medio laicista y anticatólico, ha procedido a fijar por escrito una especie de engendro que, a lo mejor, en el género policíaco que ella cultiva podría tener algún éxito pero que, en la realidad más real, no pasa de ser un juntar letras para manifestar una forma de pensar francamente mejorable.

No hay peor acción que querer tergiversar las cosas en interés de quien escribe. Por ejemplo, dice Donna León “que la Iglesia se irá por la tangente” refiriéndose al tema de la pederastia.

Sin embargo, nada más falso que decir tal cosa porque, fácilmente se puede demostrar lo contrario y demostrar, así, la más absoluta desvergüenza de quien escribe lo que no es cierto con ínfulas de que lo sabe todo.

Pero lo que es el colmo es que pretenda hacernos comulgar con una rueda de molino que no rueda porque, al parecer, equipara a la Iglesia católica con una empresa, con lo cual pretende hacer válidas, para la Esposa de Cristo, los comportamientos que en las tales se llevan a cabo y confundiendo a quien lea su artículo por llevarle a creer que, al fin y al cabo, no es más que una organización humana, que Cristo no la fundó y que más valdría que desapareciese.

Resulta, por otra parte, preocupante que pretenda decir que, al igual que haría una industria tabaquera (ofrecer productos light ante la realidad de que el tabaco es perjudicial para la salud) la Iglesia católica va a proceder, por ejemplo, a actuar como si tal cosa fuera porque la pederastia haya demostrado que la doctrina católica es, digamos, regular y poco importante. Entonces propone que, a lo mejor, la Iglesia católica procede a nombrar “¿mujeres curas?” se pregunta como una posible salida a lo que pasa.

Esto demuestra, sobre todo, que sabe poco de la Iglesia católica, que le importa un rábano su doctrina y, sobre todo, que poco o nada entiende de lo dicho, al respecto, por Benedicto XVI, Papa al que, por cierto, denuesta en el artículo haciendo mofa de su acento alemán, de su nombre, y de su paso, obligado, por el ejército de Hitler que es el ejemplo más exacto de hasta dónde, por lo bajo, se puede llegar.

Además, esto tan rastrero:

“Los paquetes de cigarrillos llevan mensajes que advierten de sus riesgos, pero me temo que habrá que esperar mucho para que se coloquen mensajes similares a la entrada de los colegios religiosos, por muy necesarios que los consideren algunos”.

No es que sean necesarios sino que, para muchas personas, resultan imprescindibles para que una doctrina como la que se defiende (no siempre, es cierto) desde los mismos pueda compensar toda la mala baba que, por ejemplo en el caso de Donna León se impone en los medios de comunicación que, pensando más en causar daño que en informar u opinar, se dedican a la poco noble tarea de mentir y sembrar cizaña.

Tampoco anda mal de comparaciones según cómo porque compara a la Iglesia católica con una ameba cuando con toda facilidad, por lo que escribe y por a quién se dirige, bien se le pueda comparar a ella misma, Donna, con un buitre que, en la carroña putrefacta se deleita y se sumerge.

Y, por si fuera poco, confundiendo el todo con la parte, hace uso de la frase “Dejar que los niños se acerquen a mí” para malmeter con el tema de la pederastia.

¡Qué buen ejercicio periodístico!

Lo demás, quien quiera que lo lea aunque queda avisado de que, a lo mejor, sufre su católico corazón de un ataque de bacterias malignas.

Eleuterio Fernández Guzmán

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