Seminaristas: tomarse un tiempo…
Lo que hace que un joven (o menos joven) se decida por la vida sacerdotal es, muchas veces, eso que llamamos “un misterio” porque permanece, en exclusiva, entre la llamada de Dios y la respuesta dada por quien, al escuchar, da un paso adelante y obvia el previsible miedo que tal decisión le puede provocar.
Es, por eso, una decisión difícil pero, también, gozosa para quien así actúa.
El que esto escribe, por su relación de pertenencia a la Iglesia católica, conoce a algunos de tales jóvenes que, tras el correspondiente discernimiento interior, decidieron en su día dar un sí al Señor y hacer su particular apuesta para su vida consistente en hacer de tan personal un Fiat que demuestra hasta dónde la fe puede llevar a una persona y, así, se encuentran en el Seminario.
No se puede suponer, en tal momento decisorio, dudas que sobre la decisión tomada recaigan porque, de otra forma, dar un paso de tal jaez devendría imposible espiritualmente hablando.
Por la propia naturaleza de a Quien representa, es Cristo quien habla y obra cuando el sacerdote habla y obra. De aquí que el Decreto Presbyterorum ordinis, del Concilio Vaticano II, dejara dicho que “El sacerdocio es fundamentalmente configuración una transformación sacramental y misteriosa del cristiano en Cristo Sumo y Eterno sacerdote, único Mediador. El Sacerdote no es más cristiano que los demás fieles, pero es más sacerdote, e incluso lo es de un modo esencialmente distinto” (PO 12); por eso en la Primera Epístola a los Corintios, San Pablo indica que era “preciso que los hombres vean en nosotros a los ministros de Cristo y a los administradores de los misterios de Dios” (1 Cor 4:1)
También, Juan Pablo II Magno, en su Exhortación apostólica Pastores dabo vobis (nº 15) nos dejó dicho que “Los presbíteros son llamados a prolongar la presencia de Cristo, único y supremo Pastor, siguiendo su estilo de vida y siendo como una transparencia suya en medio del rebaño que les ha sido confiado”.
Es, pues, su labor, para el pueblo de Dios, de lo más necesaria e importante y su formación, en cuanto seminaristas, fundamental para el resto de la grey de Dios.
Sin embargo, las cosas pueden torcerse por razones que sólo quienes se encuentran en tal situación conocen. Entonces, se “toman un tiempo”.
“Tomarse un tiempo” es una expresión que denota duda y, aunque es posible que se trate de un paso atrás para, como se dice, tomar carrerilla y seguir el camino escogido, a lo mejor es un paso dado para no volver a andar por donde se había caminado.
“Tomarse un tiempo” es, sobre todo, algo que entristece a quienes, en el laicado, vemos en sus personas a hermanos en la fe que gozan con la labor que llevan a cabo y, sobre todo, que nos impelen a seguir sus pasos hacia el definitivo Reino de Dios.
“Tomarse un tiempo” es una expresión que nos pone sobre ascuas porque nos previene contra la mundanidad y contra lo que atrae el siglo, como antes se decía.
“Tomarse un tiempo”, como expresión, no debería encontrarse en el vocabulario de los seminaristas aunque bien sabemos que está agazapada para salir al menor descuido de desaliento.
Deberíamos orar, con intensidad y perseverancia, para que los seminaristas, esos hermanos en la fe que tan especiales son, no sucumban a “tomarse un tiempo” sino que su tiempo sea, siempre, el que eligieron que fuera.
Por otra parte, el próximo 19 de junio finalizará el denominado Año Sacerdotal que Benedicto XVI abrió otro 19 de junio de 2009.
Pidamos a Dios que aquellos supieron decir sí al sacerdocio no tengan que tomarse un tiempo. Un gran bien sería para la viña del Señor.
Al fin y al cabo, los trabajadores de su mies son, para nosotros, hijos predilectos.
Eleuterio Fernández Guzmán
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Y, si puedes, da el siguiente paso. Recuerda que “Dios ama al que da con alegría” (2Cor 9,7).
5 comentarios
No obstante, yo sigo sintiendo vocación y se que si Dios quiere algún dia seré o sacerdote o diacono (si no puedo ser cura, al menos quiero ser diacono)
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EFG
Yo me refería al caso de los seminaristas que, voluntariamente, hacen tal cosa. De todas formas, es bien cierto que su forma de "tomarse un tiempo" también hay que tomarla en cuenta.
Espero que el Espíritu Santo ilumine a sus formadores y vean, en Ud. a la persona que quiere ser sacerdote.
http://sites.google.com/site/tollersjack/VocacionesPeligrosas.doc
Saludos.
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EFG
Muchas gracias por el enlace al texto de Newman porque define, muy bien, las dos formas de "tomarse un tiempo" o, mejor, de las razones por las cuales un joven puede dejar el seminario.
De todas formas, esperemos que tales ejemplos no cundan en exceso.
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EFG
Resulta necesario rezar por los jóvenes que han tomado tan gozosa decisión. Pero, más que nada, para que no se dejen llevar por el mundo de una forma poco adecuada.
Y EL ESPIRITU SANTO ha dicho" No querais tocar a mis CRISTOS"
Recemos todos a la VIRGEN MARÍA, EL santo rosario, pidiendo por las vocaciones sacerdotales.
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