Para que quede claro: el objetivo es Benedicto XVI

Creo que la cosa está bastante clara: han puesto en el centro de la diana al Santo Padre Benedicto XVI y no van a parar hasta haber extraído todo el jugo de tan podrida fruta persecutoria.

El título de la cosa es ”Ratzinger, en la hoguera” y es la expresión, más que definitoria de una situación, de voluntad a que ha llegado Juan G. Bedoya en un reportaje de “El País”.

Todo el artículo tiene un objetivo que es bastante claro y que no es otro que causar malestar al actual Vicario de Cristo, el alemán Benedicto XVI.

Poco a poco va desgranando lo que podría ser utilizado por cualquiera que quisiera hacer daño al Santo Padre o que, al menos, lo intentase.

Al referirse a la prensa alemana dice que “Tampoco olvidaron en Alemania que el nuevo pontífice, además de teólogo y profesor universitario, militó en las Juventudes Hitlerianas y que fue soldado de la Wehrmacht al final de II Guerra Mundial”.

Eso es, como poco, hacer un uso torticero de la realidad porque es más que sabido que tal participación fue obligatoria y, más o menos, testimonial. Pero siempre conviene enredar las cosas por si cuela algo.

Pero, donde se puede apreciar, a la perfección el ánimo de persecución que anida en ciertos corazones es cuando se juntan, para que hagan bulto, algunos asuntos y, de paso, se tergiversa su sentido. A saber:

-“En cinco años ha provocado varias veces la indignación de los judíos -13 millones-; por ejemplo, cuando readmitió en la “comunión eclesial” a los seguidores del arzobispo Marcel Lefebvre -la llamada Hermandad Sacerdotal de San Pío X-, entre ellos a Richard Williamson, que niega el Holocausto y al Vaticano II”.

Si para defender tan peregrina idea se apoya en Juan José Tamayo (teólogo progre) cuando dice que “Al levantar la excomunión de los integristas, sin exigirles la aceptación del Concilio Vaticano II, no son ellos quienes se incorporan al cristianismo conciliar. Es más bien el Papa quien se convierte al integrismo y lleva a la Iglesia en esa dirección” está claro que el desnortamiento es la conducta de Bedoya.

-Tampoco gusta que Benedicto XVI cumpla la voluntad de Cristo (de atraer a todos hacia Dios) cuando “ha reintroducido en la liturgia una oración por la conversión de los judíos, de carácter preconciliar”

Es que es, claramente, preconciliar el contenido de la misma porque es, exactamente, expresión de la voluntad del Hijo de Dios.

-También, por abundar en el tema judío dice que “suele irritar a esa comunidad religiosa cuando insiste en elevar a los altares (es decir, en colocar como ejemplo de santidad para todo el mundo) al papa Pío XII, acusado de callar ante los crímenes de los nazis y ante el terrible Holocausto”.

Eso, además, de estar demostrado que no es cierto y molesta, claro, a todos los judíos sino, en todo caso, a aquellos que no quieren escuchar la realidad de las cosas.

-Sobre el discurso de Ratisbona (16 de septiembre de 2006) en aquella Universidad alemana, también parece que molestó a los musulmanes porque dijo que (esto lo dice Bedoya) “Mahoma impuso la fe con la espada y proclamó la guerra santa, vinculando al dios del islam con la violencia y la irracionalidad”

Y es que cualquiera diría que el escribidor de “El País” vive en otro planeta que no sea la Tierra.

Pero, hay tantas cosas que falsea Bedoya que no me puedo resistir a citar unas cuantas más.

-“Tampoco los protestantes -650 millones- y los cristianos ortodoxos ,250 millones, tienen motivo de contento con este Papa. En un documento oficial de julio de 2007, el Vaticano identifica la Iglesia de Cristo con la Iglesia católica, a la que considera la única verdadera, y califica en consecuencia a las Iglesias ortodoxas como Iglesia imperfecta y niega que las Iglesias de la reforma sean Iglesia”.

Y esto es, exactamente, como es. Sin darle más vueltas para marear la perdiz la verdad es la verdad.

-“El proceso ecuménico (de encuentro entre religiones, en la idea del teólogo Hans Küng de que no habrá paz entre las naciones sin paz entre las religiones) también sufrió un duro revés cuando el Papa les dijo a las comunidades indígenas latinoamericanas -el 10% de la población en ese continente-, durante su viaje a Aparecida (Brasil) en 2007, que una supuesta vuelta a las religiones precolombinas no era un progreso, sino un retroceso. Lo dijo Benedicto XVI en su discurso inaugural de la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano, y en el mismo viaje acusó a los nuevos líderes políticos latinoamericanos de estar sometidos a ideologías superadas y de no actuar en concordancia con la visión cristiana del ser humano y de la sociedad”.

Todo ello cierto y hay que estar ciego para no darse cuenta de que, efectivamente, están volviendo, algunos, a prácticas totalmente paganas que pueden ser del agrado de Benedicto XVI ni de nadie que no quiera ser retrógrado.

-“También atacó allí a los teólogos de la liberación por politización, falso mesianismo, ideas erróneas y dependencia del marxismo, como había hecho, excomulgándolos, cuando estaba al frente de la Congregación para la Doctrina de la Fe”.

Sobre la Teología de la Liberación todo está más que dicho: cizaña en estado puro pero podrido.

Pero donde se le va la mano a Bedoya es cuando trata de decir que la actuación de Benedicto XVI es una “deriva antiecuménica o anticonciliar”. Y se le va la mano porque para argumentar, a contrario, la opinión del Santo Padre acerca de que el “Concilio Vaticano II le ha sentado muy mal a su Iglesia” dice que “Los hechos son testarudos, en la dirección contraria. Cada día hay menos vocaciones sacerdotales y más parroquias sin cura. La juventud sigue alejada…” sin darse cuenta de que, exactamente, por eso, el tal Concilio no ha sentado demasiado bien a la Iglesia católica.

Y por eso, precisamente por eso, gusta tanto a ciertas personas.

Eleuterio Fernández Guzmán

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