Para que vean los progres: proteger al embrión no es, sólo, posible, sino que se ha hecho

Hay personas que, en su maldad cómplice con la muerte del nasciturus todo lo que se pueda hacer para defender a tan indefenso ser humano, les parece impresentable porque su naturaleza poco humana no les permite entender ciertas cosas.

Pues al parecer, se puede llevar a cabo tan beneficiosa acción que es propia de quien sabe a quién vale la pena proteger.

Molesta, ahora, que la Generalitat Valenciana quiera que el no nacido tenga la identidad del nacido y que, por lo tanto, los beneficios que, de cualquier clase, puedan recaer en la familia, pues recaigan.

Eso no parece cosa tan anormal ni que esté fuera de lugar.

Sin embargo tal reacción no es nueva sino que, mucho antes, cuando se inició el proceso de protección nasciturus ya ladraron porque no es del gusto de según qué personas que otras cabalguen

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¿Qué es lo que molesta en lo hecho por la Generalitat Valenciana?

Cuando la ideología que, por desgracia, impera en España (a saber, la socialista) ha entendido que es buena prueba de su poder decidir sobre la vida ajena, ha puesto todo el que lo es político y mediático en defender tan peregrina y peligrosa idea.

A esto se ha añadido la actuación de una oposición política, la del Partido Popular (no en todos los lugares, claro), que se muestra demasiado tibia con el tema del aborto porque ha de creer, pensar y tener por seguro, que, a lo mejor, le quita votos no ser moderno y no estar, como se diría en otros tiempos, en el siglo.

Y es que no podemos tener la más mínima duda de que se ataca la posibilidad de proteger al nasciturus porque lo que se pretende es la difusión del aborto: una realidad es opuesta a la otra. Por eso dicen, los portadores del Mal, que “La medida no fue más que una clara oposición a la nueva Ley del aborto impulsada por el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero”, como si fuera necesaria y obligada tal oposición.

Seguramente ha de ser un extraño sentido perverso de la concepción de la vida el que se tenga para poder pensar, siquiera, en la posibilidad, de no proteger al ser humano que, por tanto, es de la misma especie, que las cabezas pensantes que deciden, sobre lo que no les corresponde, lo más inadecuado.

Por otra parte, sólo una mente que, en realidad, tiene distorsionado el sentido de la realidad, es, siquiera, capaz de negar la posibilidad de defensa que tiene el ser que, de forma totalmente inmerecida, lo abocan a una muerte prematura e injusta sin defensa posible por su parte.

Hay que ser, además, muy perverso, como para escribir que el “Gobierno de Francisco Camps hace alarde de una exagerada defensa de la vida, dando al embrión los derechos de los niños nacidos” como si fuera demasiada alguna defensa de la vida y no se tuviera, como malo, lo que es bueno o como negativo lo que es de admirar.

Además, en una manifestación de ignorancia digna de otra causa, incluso ha habido una diputada valenciana que ha sugerido que, realidad, la normativa del Ejecutivo valenciana no es, sino, una “reacción tridentina” como si la protección de la vida del nasciturus tuviera que remontarse al alejado tiempo en el que, en Trento, se celebrara un famoso Concilio.

Pero, sin embargo, hay algo que, por manipulador y torticero, no deja de llamar la atención. Es lo que sigue.

Resulta más que curioso que se tenga como negativo, y así se escriba, que el Vicepresidente Cotino sea miembro del Opus Dei.

A mí me gustaría saber qué miembros del Ejecutivo de Rodríguez Zapatero son masones.

Lo digo, vamos, para ser justos aunque sepamos, a la perfección cuál de las dos opciones, está con el Mal y lo sigue a machamartillo.

Eleuterio Fernández Guzmán

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