Opus Dei: "'Camino': el camino de la Fe" - Ser apóstoles

Serie “El Camino de la Fe”

El Camino de la Fe -39

“Si piensas que al trabajar por Cristo los cargos son algo más que cargas, ¡cuántas amarguras te esperan!”
S. Josemaría
Camino, 950

Cuando Jesucristo, en Pentecostés, envío a aquellos que lo escuchaban y veían a transmitir la doctrina que tantas veces le habían oído de su propia boca y a hacer patente la Ley de Dios en el mundo los convirtió, a todos aquellos, en apóstoles.

Sin embargo no sólo fueron, a partir de entonces, aquellos primeros doce los elegidos (once quedaban entonces) los que con verdad podía llamárseles apóstoles sino que en cada uno de sus discípulos Jesús quería ver a una persona que, especialmente, entregara su vida por el Reino de Dios.

Apóstoles, por eso mismo, somos todos los que nos consideramos hijos de Dios y queremos, de la mejor manera, que se sepa.

¿Qué es lo que nos hace falta para, en la medida de nuestras posibilidades, llevar a cabo tal labor?

Se puede llegar a pensar que los apóstoles eran personas que, con su brillantez intelectual, hicieron lo que hicieron porque era lo que su inteligencia les permitía hacer.

Eso está alejado de la realidad pues bien dice S. Josemaría lo que dice al respecto (punto 932):

“Mira: los apóstoles, con todas sus miserias patentes e innegables, eran sinceros, sencillos…, transparentes.

Tú también tienes miserias patentes e innegables. —Ojalá no te falte sencillez”.

Eran, por así decirlo, personas del común de aquella época pero, sin embargo, atesoraban sinceridad, sencillez y transparencia que son, por eso mismo, las características que también tienen que concurrir en nuestras mismas personas.

Sin embargo, para evitar los males que nos pueden aquejar en el mundo de hoy, no debemos olvidar lo siguiente: “Sed hombres y mujeres del mundo, pero no seáis hombres o mujeres mundanos.“

No es poca cosa la que nos dejó escrito en el punto 939 de “Camino”: evidentemente vivimos en el mundo pero, no por eso, podemos seguir las mundanidades que el mundo nos ofrece porque, con toda facilidad, nos pueden desviar del camino que, recto, nos lleva al definitivo Reino de Dios.

¿Y cuáles han de ser los consejos que mejor nos pueden servir para llevar a cabo nuestra labor de apostolado?

Pues son los siguientes (punto 934):

“El celo es una chifladura divina de apóstol, que te deseo, y tiene estos síntomas: hambre de tratar al Maestro; preocupación constante por las almas; perseverancia, que nada hace desfallecer”.

Es que la voluntad de querer conocer a Cristo se ha de unir tanto a la voluntad de tener la lógica preocupación por aquellas almas que queremos acercar a Dios y, sobre todo, perseverancia en nuestra labor para no caer en el pesimismo o el desaliento que son dos realidades al alcance de nuestro corazón.

Y, por último, algo que es muy importante y que, por desgracia, muchos creyentes no llevan a rajatabla: “Es mala disposición oír la palabra de Dios con espíritu crítico”.

Y es que, en el punto 945 de “Camino” pone el dedo en la yaga de la verdad: más de un creyente tiene, en la Palabra de Dios, a un enemigo.

Por otra parte la página dedicada a las obras de S. Josemaría, en el apartado dedicado a “Camino”, y, en concreto, en el capítulo titulado ”El apóstol” trata, precisamente, sobre el tema al que hoy nos referimos.

Ahora, lo que sigue, es lo que yo entiendo, como cristiano (no miembro del Opus Dei aunque creyente en su espiritualidad) al respecto:

1 No dudes en ser apóstol moderno. Tal es la voluntad de Dios.

2 La Palabra de Dios necesita ser difundida y tú eres, como hijo suyo, un buen instrumento para llevar a cabo tal labor.

3 El enemigo siempre procurará sacarte de la cabeza tu labor de apóstol. Véncelo haciendo, justo, lo contrario.

4 Ser primero entre los apóstoles no es malo, humanamente hablando, pero, como Cristo, también tienes que ser el ultimo en tal labor, sirviendo.

5 Tienes que tener en cuenta que la Palabra de Dios es luz para el mundo. No se la niegues por egoísmo.

6 Santiago Alberione, fundador de la familia Paulina, dejó dicho que hay que acercar al hombre moderno el Evangelio con los medios modernos. Pues hazlo.

7 Apóstol es aquel que tiene una misión: difundir la Palabra de Dios. Tú has de ser así aunque te cueste, por desidia o te sea difícil por la maldad del mundo.

8 Recuerda que eres templo del Espíritu Santo. Contigo, pues, también va Dios.

9 Tienes que ser apóstol donde los valores que gobiernan el mundo se han torcido.

10 Tienen que ser apóstol donde la forma de pensar se ha malversado.

11 Tienes que ser apóstol donde la constitución de un modelo de vida ha devenido contraria a la voluntad de Dios.

12 Tienes que ser apóstol donde la humanidad se ha visto zarandeada por vientos de doctrina equívocos.

13 Tienes que ser apóstol donde unidad de los hijos de Dios se está rompiendo.

14 Ser apóstol ha de ser no decir nunca “no” a la Verdad.

15 La fe necesita de tu corazón. Sin él, llevando la Palabra de Dios, poco podrá hacer aquella.

16 Que nunca te afecte, en tu labor de apóstol, el qué dirán.

17 Muchas veces lo políticamente correcto no está de acuerdo con tu labor de apóstol. Apártalo de tu lado y sigue adelante.

18 De todas formas, Dios es tu Señor. Nada, por lo tanto, has de temer en tu apostolado.

19 Apostolado, hoy día, es ser, simplemente, hijo de Dios y demostrarlo.

20 Has de ser apóstol, aunque sea, por la simple supervivencia de tu fe.

Y para que no haya confusión entre lo que se hace y lo que, en verdad, se siente, al considerarse hijo de Dios, esto:

“¿La Cruz sobre tu pecho?… —Bien. Pero… la Cruz sobre tus hombros, la Cruz en tu carne, la Cruz en tu inteligencia. —Así vivirás por Cristo, con Cristo y en Cristo: solamente así serás apóstol”.

En el punto 929 de “Camino” deja escrito S. Josemaría algo que merece la pena repetir: no basta con aparentar que se es cristiano. Al contrario, sólo llevando la Cruz a toda nuestra vida, a toda, podremos llamarnos, en verdad, hermanos de Cristo.