La Palabra del Domingo - 7 de marzo de 2010- Convertirse

Lucas 13, 1-9: Si no os convertís, todos pereceréis de la misma manera

1 En aquel mismo momento llegaron algunos que le contaron lo de los galileos, cuya sangre había mezclado Pilato con la de sus sacrificios.
2 Les respondió Jesús: «¿Pensáis que esos galileos eran más pecadores que todos los demás galileos, porque han padecido estas cosas? 3 No, os lo aseguro; y si no os convertís, todos pereceréis del mismo modo. 4 O aquellos dieciocho sobre los que se desplomó la torre de Siloé matándolos, ¿pensáis que eran más culpables que los demás hombres que habitaban en Jerusalén? 5 No, os lo aseguro; y si no os convertís, todos pereceréis del mismo modo.»

6 Les dijo esta parábola: «Un hombre tenía plantada una higuera en su viña, y fue a buscar fruto en ella y no lo encontró. 7 Dijo entonces al viñador: “Ya hace tres años que vengo a buscar fruto en esta higuera, y no lo encuentro; córtala; ¿para qué va a cansar la tierra?” 8 Pero él le respondió: “Señor, déjala por este año todavía y mientras tanto cavaré a su alrededor y echaré abono, 9 por si da fruto en adelante; y si no da, la cortas.”

COMENTARIO

Convertirse

1.-El sentido que tenía el pueblo judío del pecado y su trascendencia en la vida ordinaria no era del gusto de Jesús. Con eso se quiere decir que como había venido a hacer cumplir la Ley de Dios y no a derogarla, seguramente tampoco aquella forma de entender las cosas era buena ni era del agrado de Dios.

2.-Tenían, los contemporáneos de Jesús, la idea según la cual cuando una persona sufría un mal físico (digamos ceguera, sordera o cualquier otro daño inferido por la causa que fuese) era porque, indefectiblemente, había pecado y Dios, por decirlo así, lo había castigado.

3.-Bien sabía Jesús que las cosas no eran, exactamente así. Por eso, por ejemplo, en el episodio del enfermo que es llevado, ante Él, por sus amigos y es descolgado en una camilla le ordena caminar después de haberle perdonado los pecados para que se viera que una cosa nada tenía que ver con la otra.

4.-De los ejemplos que les pone saca, el hijo de Dios, una conclusión bastante clara: es necesaria o, mejor, ha de ser necesaria la conversión para salvarse.

5.-Por eso les pone la parábola de la higuera. Con ella pretende hacerles ver que, en realidad, a pesar de que, en determinadas ocasiones no demos el fruto que se espera de nosotros es posible darlo si se pone el remedio correspondiente. Convertirse, por lo tanto, supone una confesión de porque no basta con decir “creo” y luego no hacer nada de lo que decimos que somos. Muy al contrario, con la confesión de fe estamos, por decirlo así, al orden del día de nuestra fe.

6.-Dios, por eso, con su inmensa paciencia, espera de nosotros que demos los frutos adecuados a Su Amor. Por eso la confesión de fe ha de ser, para nosotros, el objetivo primordial de nuestra vida de creyentes, de nuestra situación de Hijos del Creador.

PRECES

Por aquellos que no quieren convertirse a Dios.

Roguemos al Señor

Por aquellos que no quieren dar frutos.

Roguemos al Señor.

ORACIÓN

Padre Dios; ayúdanos a confesar, siempre, nuestra fe.

Gracias, Señor, por poder transmitir esto

El texto bíblico ha sido tomado de la Biblia de Jerusalem