Opus Dei: "'Camino': el camino de la Fe" - Proclamar la fe

Serie “El Camino de la Fe”

El Camino de la Fe -36
Proclamar la fe

“Proselitismo. —¿Quién no tiene hambre de perpetuar su apostolado?”
S. Josemaría
Camino, 809

Transmitir, a los demás, la fe que tenemos y, sobre todo, hacer que se vea que somos lo que somos, ha de ser tarea, trabajo, obra, de cada una de las personas que se consideran hijos de Dios.

Así, el proselitismo conviene porque conviene que se sepa nuestra fe y que se reconozca nuestra existencia como cristianos y, aquí, como católicos.

Por eso hemos de seguir lo que S. Josemaría nos dice al respecto de lo que, en realidad, es nuestra obligación:

“Sembrar. —Salió el sembrador… Siembra a voleo, alma de apóstol. —El viento de la gracia arrastrará tu semilla si el surco donde cayó no es digno… Siembra, y está cierto de que la simiente arraigará y dará su fruto”.

Y es que lo que nos corresponde, según el número 794 de “Camino” es sembrar la doctrina cristiana y, sobre todo, no preocuparnos de cuál será el fruto y dónde el mismo saldrá porque tal resultado es, sin duda, cosa de Dios, porque (punto 795) “Con el buen ejemplo se siembra buena semilla; y la caridad obliga a sembrar a todos… “

Es decir, no dice que, por ejemplo, corresponda sólo a los sacerdotes, es un decir, transmitir la Palabra de Dios y la doctrina de Cristo sino que, muy al contrario, a “todos” nos corresponde llevar a cabo tales espirituales labores.

Nos dice, también, para animar aquellos creyentes que pudieran tener dudas al respecto del apostolado que “¿Quién no tiene hambre de perpetuar su apostolado?” (punto 809) lo que nos ha de impulsar, por lo tanto, a ser apóstoles en el mundo de hoy; mundo que tan apartado se muestra de Dios y que tantas veces trata de olvidarlo.

Pero si, en determinadas ocasiones, no sabemos la razón por la cual tenemos que hacer apostolado, bien nos la da a entender el fundador del Opus Dei y refiriéndose a alguien mucho más importante que él mismo:

“Aún resuena en el mundo aquel grito divino: “Fuego he venido a traer a la tierra, ¿y qué quiero sino que se encienda?” —Y ya ves: casi todo está apagado…

¿No te animas a propagar el incendio?”

Así, en el punto 801 viene a hacernos ver que no podemos olvidar la principal misión que vino a llevar a cabo Jesucristo: el fuego del amor, la Palabra de Dios hecha fuego que quema lo que no se corresponde con su voluntad.

Y es que, al fin y al cabo, Jesús elige a los suyos, como quiere (punto 799): “Lo que a ti te maravilla a mí me parece razonable. —¿Que te ha ido a buscar Dios en el ejercicio de tu profesión?

Por tanto, no nos vale de excusa nuestra vida porque eso es lo que, precisamente, quiere Cristo: nuestra vida misma.

Por otra parte la página dedicada a las obras de S. Josemaria, en el apartado dedicado a “Camino”, y, en concreto, en el capítulo titulado ”Proselitismo” trata, precisamente, sobre el tema al que hoy nos referimos.

Ahora, lo que sigue, es lo que yo entiendo, como cristiano (no miembro del Opus Dei aunque creyente en su espiritualidad) al respecto:

1 Apóstoles de ahora mismo. Así nos tenemos que considerar.

2 Dar a Dios el fiat es, sobre todo, saberse transmisor de Su Palabra.

3 Lo primero para un cristiano es que se vea que lo es.

4 Lo que se siente en el corazón no puede quedar Escondido en él.

5 ¿No quieres ser un Juan, un Santiago, un Pablo?

6 A pesar de mucho que nos pasa y nos rodea, ser apóstoles ha de ser algo preferido entre nosotros.

7 Si Cristo dijo “Remad mar adentro” no podemos, nosotros, dejar de mover los remos.

8 Decir “Dios mío y Señor mío” ha de algo más que una expresión de entrega.

9 En las Sagradas Escrituras tienes algo más que palabras que transmitir.

10 ”Palabra de Dios” son, sólo, tres palabras pero, para un cristiano, lo han de ser todo, todo.

11 Orar y pedir a Dios que te dé ánimos en el apostolado. Tal cosa la has de tener, siempre, en cuenta.

12 Es más que posible que te sea difícil ser apóstol moderno. Sin embargo, no les fue fácil, precisamente, a los primeros apóstoles, serlo.

13 Gracias a Dios puedes escoger entre ser apóstol o no serlo. Piensa, sin embargo, lo que querría tu Padre del cielo.

14 Primero pedir ser apóstol; luego, escuchar a Dios; luego, por último, no dudar sobre la razón de tu petición.

15 Verte en el espejo de aquellos primeros apóstoles ha de serte más que suficiente como para saber qué debes hacer.

16 Dejó escrito Pablo que, muchas veces, no hacemos lo que queremos. Ojalá a ti no te pase a ti lo mismo.

17 Puedes pensar que no aciertas en el apostolado, que no ves los frutos que tanto deseas ver. Eso es porque aún no te has dado cuenta que eso es cosa de Dios.

18 Sembrar…. es tu labor.

19 ¿Yo apóstol?… ¿No eres hijo de Dios?

20 La Palabra de Dios es tu escudo, no lo olvides.

¿Qué hacer, por lo tanto, para hacer un buen apostolado y para ser, al fin y al cabo, proselitista? (y vale la pena repetirlo):

“Sembrar. —Salió el sembrador… Siembra a voleo, alma de apóstol. —El viento de la gracia arrastrará tu semilla si el surco donde cayó no es digno… Siembra, y está cierto de que la simiente arraigará y dará su fruto”.

Lo dejó bien claro y escrito en el número 794 de su “Camino” el fundador del Opus Dei: hay que sembrar independientemente del resultado de la siembre porque el fruto ya no es cosa del sembrador sino, en todo caso, de Dios.