A Cayo Lara, de Izquierda Unida, le importa demasiado el dinero de la Iglesia católica

En Albacete se ha reunido algo denominado Europa Laica que es una organización encargada de difundir el laicismo. El evento se ha llamado VI Jornada Laica y aunque habrán querido decir laicista, seguramente la modestia les habrá impedido llamar a las cosas por su nombre.

La cosa dio mucho de sí. Por ejemplo, el magistrado emérito del Tribunal Supremo José Antonio Martín Pallín (abanderado del progresismo judicial) sostuvo la peregrina idea según la cual lo mejor para que no haya problemas con los abortos en los centros públicos es que los médicos que se manifiesten en contra de tal crimen no ejerzan su profesión en los tales centros. Ejemplo claro de sentido democrático… pero ninguno, claro.

Sin embargo, como hay personas que les gusta ser el perejil de todas las salsas laicistas, el dirigente de Izquierda Unida, Cayo Lara tuvo que decir lo que pensaba que, como podemos imaginar, no era muy a favor de la Iglesia católica.

Como da la impresión de que le interesa mucho el dinero que tiene la Iglesia católica vuelve a remachar sobre lo que tantas veces dicen los adalides del comportamiento antidemocrático:

“Estamos en el momento histórico en el que la Iglesia Católica recibe más dinero público“

Se refiere al cambio que se produjo tras el acuerdo entre el Ejecutivo laicista y proabortista que preside Rodríguez Zapatero y la misma Iglesia católica en el sentido de que, en vez de destinar el 0’5% del IRPF sería el 0’7% el fruto de tal acuerdo.

En primer lugar, esto suponía que, a partir de tal momento, el Estado no iba a destinar ningún dinero público para entregar a la Iglesia católica. Pero es que, en segundo lugar y en todo caso, el dinero que pueda recibir la misma por tal concepto depende de la voluntad manifestada por el contribuyente que, si así lo estima necesario, lo hace constar en la declaración que, anualmente, tiene que presentar en Hacienda.

No parece que aquí haya nada extraño porque, al fin y al cabo, se trata de que cada cual haga con su dinero lo que le venga en gana.
Pero, sin embargo, lo peor no es que Cayo Lara desconozca (o haga como que no conoce) la realidad sociológica de España y lo que, al respecto, dice la Constitución Española aún vigente y que, cada vez que se diga esto por parte de algún representante público tendremos que volver a repetir:

Artículo 16.3: “Ninguna confesión tendrá carácter estatal. Los poderes públicos tendrán en cuenta las creencias religiosas de la sociedad española y mantendrán las consiguientes relaciones de cooperación con la Iglesia Católica y las demás confesiones”.

Por eso, le gustaría, al que esto escribe, que, de una vez por todas entendiesen, personas como Cayo Lara, que el texto constitucional dice lo que dice y que lo que dice quiere decir algo.

Pero como, al parecer, le parece poco hacer uso de una demagogia tan demagógica se permite el lujo de decir a qué tiene que destinar la Iglesia católica el escaso dinero del que dispone.

Entonces, lo peor, decía arriba, es que el dirigente de Izquierda Unida no se limita a desvariar sobre el IPRF sino que, yendo más lejos, diga que no le parece bien que la Iglesia católica destine el dinero que “recibe” del Estado (esto es, básicamente, falso) para:

“Hacer campañas muy duras contra el aborto, el matrimonio homosexual o para pedir el voto a la derecha sin ningún tipo de tapujos“.

¿Qué espera el dirigente comunista de la Iglesia católica?

En realidad lo que espera que haga es que no haga nada. Es decir, que no diga nada sobre el aborto; que del imposible matrimonio entre homosexuales nada de nada y que pedir el voto… vamos que mutis por el foro.

Lo que pasa es que Cayo Lara y, en general, las personas de matiz izquierdista y no pocas de derecha preferirían una Iglesia católica silente, muda, apartada del mundo. Y a sus fieles calladitos ante la avalancha laicista que nos invade y que trata de modificar el perfil de la sociedad, como poco, española.

Pues verdes las han segao, Sr. Lara; verdes y muy verdes. Vamos, que nada de nada; que de permanecer muditos niente di niente. O sea, que si Ud., que es un don nadie político, pía lo que quiere no espere que la Esposa de Cristo, siendo Santa, mire para otro lado.

Vamos que no cuela.