María, concebida sin pecado, es nuestra fe
Cuando se habla, cuando hablamos los cristianos católicos, del misterio sagrado de la Inmaculada Concepción de María ponemos, eso es pensable así, un obstáculo entre los que creemos en tan maravilloso hecho y aquellos que, desde otros puntos de vista, no alcanzan a comprender esta manifestación de la voluntad de Dios.
Sin embargo, a pesar de las posibles incomprensiones que puedan darse sobre esta peculiar verdad, no es menos cierto, no es menos verdad, que se ha de mantener la misma por encima de toda duda. No porque el ser dogma haga imposible la crítica ni la reconvención sino porque es lo que se corresponde con el correlato de la historia del hombre; porque, por decirlo así, es como tenía que ser.
En el Catecismo de la Iglesia Católica se recoge algo que, a fuerza de meditarlo, nos informa de algo esencial en la historia del género humano y en el de su futura salvación. Esto es que “María, la Santísima Madre de Dios, la siempre Virgen, es la obra maestra de la Misión del Hijo y del Espíritu Santo en la Plenitud de los tiempos” (CEC, 721)
No era, por lo tanto, una mujer más la que iba a nacer sino que, evidentemente, había sido elegida por Dios para cumplir, para llevar a cabo, una misión para cual estaría preparada desde el mismo momento en que Joaquín y Ana, sus padres, la engendraron. No cabía, por lo tanto, ningún tipo de mancha en aquella persona que, en su humildad y espíritu piadoso, iba a dar la razón, una vez más, a Dios de su misma obra.
Por eso, desde los tiempos en los que se considera a María no sólo madre de Jesús, del Maestro, del Emmanuel, sino como dotada de unas gracias y dones de tal especialidad que hacían, de ella, una Madre modelo de Madre, no cupo duda alguna de que su naturaleza, su forma de venir al mundo; es más, su inicio mismo como ser humano, tuvo que estar afectado, por así decirlo, por la mano misericordiosa y sabia de Dios.
Fue en 1854 cuando Pío IX, mediante la Bula “Inneffabilis Deus” (ID) estableció, el 8 de diciembre de aquel año, como dogma, la denominada Inmaculada Concepción de María. Con eso no impuso nada, ni estableció una obligación para que los creyentes asintieran sin más. Aquel Pontífice, mediado el siglo XIX, lo que hizo fue fijar, en una Bula, lo que desde hacía muchos siglos ya se tenía bastante claro por parte de los creyentes, de la jerarquía y por todo aquel que tuviera conocimiento de la realidad de la Madre de Dios. Lo que hizo, pues, fue definir lo que ya era reconocido por la Iglesia desde sus primeros tiempos.
Como bien dice Pío XII, en su Carta Encíclica Fulgens Corona “En la citada carta apostólica, pues, en la que el mismo predecesor nuestro estableció que este artículo de la doctrina cristiana debe ser mantenido firme y fielmente por todos los creyentes, no hizo sino recoger con diligencia y sancionar con su autoridad la voz de los Santos Padres y de toda la Iglesia, que siempre se había dejado oír desde los tiempos antiguos hasta nuestros días” (FC, 6)
Ya Alejandro VII (elegido Papa 1655 y fallecido el 22 de mayo de 1667) en la Constitución Apostólica Sollicitudo Omnium Ecclesiarum, de 8 de diciembre de 1661 había dicho que “Antigua es la piedad de los fieles cristianos para con la Santísima Virgen María, que sienten en su alma, que en el primer instante de su creación e infusión en el cuerpo, fue preservada inmune de la mancha del pecado original, por singular gracia y privilegio de Dios, en atención a los méritos de su Hijo Jesucristo, Redentor del género humano, y que, en este sentido, veneran y celebran con solemne ceremonia la fiesta de su concepción; y ya crecido su número, y después que Sixto IV, de feliz recordación, publicara sus Constituciones Apostólicas , renovadas y mandadas observar por el Concilio de Trento, en que recomienda este culto, éste aumentó”.
Por eso, y volviendo al principio mismo de los tiempos humanos, si por una mujer, según la Tradición y lo escrito en el Génesis, entró el pecado en el mundo y, aunque esto no quiera decir, en sí, nada en contra de esta parte de la creación de Dios, sí sirve de causa de explicación del papel de María, de lo que con el paso de los siglos sería la aceptación, por parte de esta joven de Nazaret, de la proposición que le haría Gabriel, el ángel del Señor.
Sobre esto, dice Pío IX que “Eva, miserablemente complaciente con la serpiente, cayó de la original inocencia y se convirtió en su esclava; mas la santísima Virgen aumentando de continuo el don original, sin prestar jamás atención a la serpiente, arruinó hasta los cimientos su poderosa fuerza con la virtud recibida de lo alto” (ID, 13). Y ese “don original” no puede ser otro que el de la Inmaculada Concepción pues es de pensar que Eva también lo tuviera, el ser preservada del pecado original al ser creada por Dios (y esto es obvio porque el pecado aún no había entrado en el mundo), pero que hizo un uso, digamos, inadecuado del mismo, de ahí de lo “original inocencia”.
Era necesario, para que la encarnación tuviera lugar de forma indubitada, para que fuera lo que, exactamente, Dios quería que fuera, que la persona elegida para ser Madre de Dios (y Madre nuestra, por tanto) fuera, en todos los aspectos, perfecta; Inmaculada, al fin y al cabo. De aquí que el Catecismo de la Iglesia Católica diga que “Ella fue concebida sin pecado, por pura gracia, como la más humilde de todas las criaturas, la más capaz de acoger el don inefable del Omnipotente” (CEC, 722), porque el mismo Pío IX ya había dejado escrito en la Bula citada que “Y, por cierto era convenientísimo que brillase siempre adornada de los resplandores de la perfectísima santidad” (ID, 1).
Por tanto, ahora que, como cada año desde hace tanto tiempo, celebramos (y siempre tuvimos y tenemos presente los católicos) ese regalo de Dios a María y, a través de ella, a toda la humanidad en su santa persona, no dudemos en aclamar, a los vientos del mundo, que su singular privilegio es amado, sentido y aceptado por sus hijos, hermanos, además, de Cristo, hijo suyo.
14 comentarios
Efectivamente. Sigue, la humanidad adelante, porque Dios quiso que María fuese concebida sin pecado alguno. Por eso no podemos dejar de recordar que, pese a quien pueda pesar, la voluntad de Dios también se cumplió en eso.
La Inmaculada Concepcion de Maria...
¿Por que no hablamos de lo que existe? por que no hablamos de enamorarse,de la vida de pareja,de los hijos,del trabajo,del descanso,del crecimiento personal.
DIOS NO QUIERE QUE REZES Y AYUNES Dios quiere que te desarrolles profesionalmente,que te cases y que tengas hijos.Asi amaras al Creador.
Esto es lo que deberia de haber hecho Jesucristo...y que desgraciadamente no hizo.Se dedico a ser "un martir" de no se sabe que.
Los dogmas de fe, precisamente, no están para evolucionar porque son lo que son: verdades de fe que, por eso mismo, no pueden adaptarse a los tiempos. De hacer eso con Dios mismo... ahora no existiría como Quien es: Único y Creador sino que volveríamos al antiguo paganismo politeísta.
Dios no tiene Credo.No me dira usted que Dios solo tiene 2000 años de antiguedad...vamos que Dios trabaja para los catolicos.
Bien sabe Ud. que cuando los católicos nos referimos a los últimos 2.000 años de historia de la cristiandad tenemos más que claro que Dios tiene más de tal tiempo porque es, sencillamente, eterno.
Lo sabemos porque, desde el principio de la historia de la humanidad se ha ido manifestando a su creación y, luego, cuando lo consideró oportuno, escogió, de entre los pueblos, al judío, para ser su elegido. Las razones de tal decisión no las sé yo, como Ud. comprenderá. Sin embargo, lo que quiero decir con esto es que sabemos, muy bien, porque así está escrito en las (todas) Sagradas Escrituras.
Y, por cierto, el Credo lo tenemos los creyentes como símbolo de nuestra Fe. No es que Dios, digamos, tenga o deje de tener sino que, nosotros, como filiación suya, nos dirigimos al Padre, entre otras oraciones, con el Credo.
Y no, no trabaja para los católicos sino, en todo caso, para toda persona que crea, o no, en él. El caso es que consiste en estar seguro de tal cosa. Ni más ni menos. Y si no se está de acuerdo o no se comprende... pues es una gran pena.
De todas formas, deben saber las personas que no son creyentes o, incluso, que son ateas, que también rezamos por ellas porque aunque a ellas les importe poco a nosotros sí nos importa que Dios así nos vea y sienta.
Alabado sea el Santísimo / Sacramento del Altar / y la Virgen Concebida / Sin pecado Original.
Todo el mundo en general / A voces Reina escogida / Diga que sois concebida / Sin pecado original.
Confunde usted Inmaculada Concepción con que sus padres no la concibieran con sexo.
CARLO
No todos tienen que ir por ese camino, cada uno tiene sus razones. Por qué tenía que casarse Jesús, usted no verá para qué sirvió pero que usted no lo vea no quiere decir que no sea.
La salvación del Hombre y su descendencia se inició cuando el Dios Creador se comprometió a salvar su Creación perdida por causa del pecado Original. Por medio de una corredentora mujer que siendo Madre y Virgen concibiera un Redentor hijo, sin causa de cópula carnal que la consecuencia del Pecado Original.
Dicho sea como dice el verbo: Que como Mujer Virgen concibiera un Hijo por obra y gracia del Espiritu Santo. Que es, dicho de otra forma, por imperativo espontaneo amor del infinito Dios Creador.
Luis C:
al menos habla y critica informado; a estas alturas de tu participación casi asidua en blogs católicos, no se puede confundir la Inmaculada Concepción de María con la Concepción Virginal de Jesús.
De la Virgen nunca se ha dicho que no fuera entera y solamente humana.
No voy a repetir la anotación que ya te han hecho YOlanda, y demás, pero el echo de que pongas entre comillas "dios" y lo pongas en minusculas refleja tu ateísmo
Cuando un ciego quiere guiar a otro ciego, a eso se refiere la Revelación con personas como tú
PUes también dice la Escritura: Dice el necio, no hay Dios
Dejar un comentario