La palabra del Domingo - 16 de agosto de 2009 - Yo soy el pan vivo
Jn 6,51-58. Mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida.
51 Yo soy el pan vivo, bajado del cielo. Si uno come de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo le voy a dar, es mi carne por la vida del mundo.»
52 Discutían entre sí los judíos y decían: «¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?»
53 Jesús les dijo: «En verdad, en verdad os digo: si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. 54 El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna, y yo le resucitaré el último día. 55 Porque mi carne es verdadera comida y mi sangre verdadera bebida. 56 El que come mi carne y bebe mi sangre, permanece en mí yo en él. 57 Lo mismo que el Padre, que vive, me ha enviado y yo vivo por el Padre, también el que me coma vivirá por mí. 58 Este es el pan bajado del cielo; no como el que comieron vuestros padres, y murieron; el que coma este pan vivirá para siempre.»
COMENTARIO
Verdadero pan para la verdadera vida
1.-Continuó Jesús con su, digamos, promesa escatológica. Muchas veces vemos que el Mesías insiste en determinadas cosas para, pienso yo, que fuesen comprendidas; muchas veces el Enviado ilumina la vida de sus contemporáneos diciendo lo mismo repetidamente porque sabía y conocía la dificultad que tenían de comprender su doctrina y el mensaje que traía de parte de Dios.
Esto viene, por eso, a concretar lo dicho sobre el pan vivo en un momento inmediatamente anterior.
2.-Se refiere, Jesús, a su cuerpo, que lo va a entregar para la salvación de todos. Por eso dice el pan que yo le voy a dar; y ese pan, que será transubstanciado a partir, y en, la Eucaristía, es la causa necesaria de nuestra fe.
3.-Sin embargo, muchos de los que escuchaban no entendían y, llevados por el concepto del mundo que tenían, se dejaban llevar por su mundanidad y sentían, seguramente, repugnancia por aquello de comer su carne. Aún, para ellos, no había llegado el momento de la comprensión. Como para muchos, hoy día.
4.-La vida, la verdadera, la que Él trae, requiere, para tenerla, para poder sentirla, requiere, digo, la aceptación de eso que dice Jesús, aún sin entenderlo (hay que reconocer que eso es difícil) y así, “si coméis”, o sea, si queréis creer en lo que digo, entonces, comiendo su cuerpo y bebiendo su sangre (entendamos esto como hay que entenderlo, claro) pues entonces no es que vayamos, en un futuro, a tener la vida eterna, que también, sino que ya, ahora, desde este momento, ya la tenemos.
5.-Resulta evidente que esto, la posesión de esa vida desde el mismo instante que ingerimos una cosa y la otra, es una aportación de esperanza y de amor por parte del Mesías que nos permite, si queremos, si queremos y voluntariamente así lo manifestamos, optar por este lado del Reino de Dios en el que podemos sentir que ya vivimos. Esto no es, si lo pensamos bien, cosa baladí.
6.-Para afirmar esto, para confirmarlo y dar razón, si es que fuera necesario, Jesús les dice que ese comer y ese beber contribuirá a una permanencia mutua. Jesús permanecerá en el que lo hace y, a su vez, el que lo hace permanecerá en Jesús. Y esto es de vital importancia para cimentar un sentido de pertenencia de cada cual con Dios.
7.-La resurrección queda garantizada por este comer y este beber. Bien dice Jesús que el que le coma y le beba vivirá por Él, pues si su Padre vive en Él, y su vida es, ya, eterna, para siempre, de tiempo infinito, también el permanecer en Cristo, ese vivir, se hará eterno pues eterna es la vida del Hijo de Dios.
8.-Vemos, pues, que este texto de Juan, tan cercano a nosotros y tan profundo, como todo lo de este evangelista que es, a la vez, tan dulce y tan nuestro, dice muchas cosas: que Jesús va a dar su vida, que su vida la da por el mundo, para que se salve; que, por eso, y para esa salvación, y por esa entrega que hace de sí, se hace, para quien anhele la vida eterna, manifiesta esa voluntad comiendo su cuerpo y bebiendo su sangre en la Eucaristía (que, ciertamente, aún no ha tenido lugar en su primera vez) Así no se dará el caso de aquellos antepasados de sus contemporáneos que, como ya dijo en otro momento, comieron el pan del cielo y murieron. Ahora, con Él, que es la Vida misma, este caso no se dará.
9.-Todo lo que sucedió, y sucede, entonces, y cada día, certifica este Verdad.
Ahora bien, como hace siempre Jesús, Él propone determinada posibilidad y está de nuestra parte llevarla a cabo, aceptarla, o no. Esto es, siempre, cosa nuestra.
ORACIÓN
Padre Dios; ayúdanos a aceptar a Cristo como el Pan que alimenta nuestro corazón.
Gracias, Señor, por poder transmitir esto
El texto bíblico ha sido tomado de la Biblia de Jerusalem.
Eleuterio Fernández Guzmán
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Noticia de servicio espiritual
Entre el 14 y el 19 de agosto se está celebrando en Paray-Le- Monial (Francia) el Festival Mariano Internacional.
En el marco del mismo, se tiene la intención de rezar los Misterios Gloriosos del Santo Rosario (en los 5 continentes) a las 5: 00 p. m. (o sea, a las 5 de la tarde) de HOY DOMINGO 16 de agosto.
Invito a los lectores de este blog a que, si es posible y disponen del tiempo necesario, se incorporen al magno rezo del Santo Rosario (Misterios Gloriosos) a tal hora.
6 comentarios
Antes que nada, le tengo que decir que sí que leí el comentario que hiciste, el segundo. Siento no haberle contestado.
Creo, de todas formas, que creo que es cierto eso de que el significado es de que se terminará "un mundo", es decir, una manera de hacer las cosas (como,por ejemplo, ahora se hacen) y que el mundo "nuevo" será en el que impere, de verdad, el amor.
En cuanto a lo de comerse la carne de Cristo y beberse su sangre, más que de sobra sabemos lo que quiere decir la transubstanciación y, por eso, no nos asusta lo más mínimo sino que recibimos, con gozo, en cada eucaristía, tanto uno como otra sin temor alguno de estar cometiendo actos de canibalismo.
Aunque, por otra parte, comprendo que muchas personas no comprenderían, entonces, el verdadero significado de aquello de la carne y de la sangre.
Ciertamente, es difícil de entender.
-Si no bebéis mi sangre y si no coméis mi carne. No tendreís vida eterna.- Dice Jesús.
Y bien que lo dice, en lógico conocimiento de causa, ciertamente lo dice. Yo así lo tomo. Y si éste, Jesús, no lo dijera así: Yo diría éste no sabe lo que pasa en el proceso subsiguiente a la ingesta de los elementos gasesos, líquidos o sólidados de la flora o de la fauna racional o irracional de este Universo. .
Es más: aunque asuste a los ignorantes: lo digo y lo diré:
-Si en aquella ÚLTIMA CENA de los doce apostóles con Jesús. Estos hubieran despedazado a Jesús. Y así crudo, sin cocer o quemar: Se hubieran bebido su sangre y se hubieran comido su carne, en la media que estos -cada cual lo hubiera hecho y se hubiera aprovechado de su cuerpo-
La potencialidad mística de Jesús se habría encarnado en los cuerpos de estos apóstoles. Y les habría cambiado de tal forma mente y voluntad que más que aquellos amedentrados discipulos, estos sin esfuerso alguno, y de hecho se habrían presentado ante las gentes como verdaderos prolongadores del poder de la personalidad de Jesús.
Y ni que decir tiene que el Espiritu Santo en la inherente consubstancia mística de Jesús, al ser en sus propios cuerpos asimilado les habría inundado de tal forma que como bien dice Él: "el que come mi carne y bebe mi sangre, yo estoy en él y él esta en mi." Estos ya no serían timidos individuos, sino seguros prolongadores de la personalidad de Jesús.
Y si así hubiera sido: Jesús de resultas de en esta ingesta, ingestado habría muerto y resucitado. Pues ellos los apóstoles así cambiados no sólo lo habrían asegurado sino que con sus actos lo habrian demostrado.
Y si esto, tal cuál y cómo aquí lo digo, hubiera ocurrido: Jesús no habría dicho esas palabras tan sentidas como son cuando dijo:
"Este es mi cuerpo que será entregado,.. - dado, vendido a mis enemigos-. Este es el cáliz de mi sangre que será derramada,... -tirada, pisoteada."-
Y por la falta de fe de sus discipulos; El Jesús funcional para que pudieran comerle y beberle. Al no poder encarnarse en los cuerpos de estos:
Yo no digo que se encarnó, -pues esto en codición de carne- sino que digo que éste, Jesús, se humilló más: Hasta envejetalizarse en cuerpo de pan de "trigo-harina-sin fermentar" ; y en sangre de "vid-pisado-fermentado".
Sólo si Jesús, en éste su poder de transubstanciación se hubiera encarnado en un cordero. Podría haber dicho a tenor de la sangre y el cuerpo del mismo. "Esto es mi cuerpo y esto es mi sangre.,..
Y aquí el tiempo de la Pascua.
También, Jesús, humillandose más: Tomando una piedra podría haber dicho: Esto es mi cuerpo; y el fluído que dentro de esta piedra hay es mi sangre. ¿Mas cómo comer y disolver y digerir una piedra para que en este caso el cuerpo de Jesús muera y resucite?
Ha descrito Ud., perfectamente, la actitud de muchos católicos. Muchas veces no estamos en lo que tenemos que estar y, sobre todo, no nos interesa.
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