La paciencia

Definición

La paciencia es la virtud por la cual soportamos sin tristeza de espíritu ni abatimiento de corazón los padecimientos físicos y morales sobrevenidos. La paciencia es auxilio para mantenerse en el camino del bien, pues los trabajos y sufrimientos son inherentes a la vida humana, y la paciencia aumenta el mérito de sobrellevarlos.

Varios son los fundamentos de la paciencia. En primer lugar, la conformidad del alma con la voluntad divina, que permite los padecimientos. En segundo lugar, la admirable imitación de Nuestro Señor Jesucristo y la Santísima Virgen María, que soportaron con paciencia todos los sufrimientos en la Pasión. En tercer lugar, la disposición al empleo de las turbaciones como reparación por nuestros pecados. En cuarto lugar, la cooperación con Cristo para aplicar los frutos de su redención a todas las almas, uniendo nuestros dolores a los suyos (véase Colosenses 1, 24). Por último, la perspectiva de la bienaventuranza eterna, pues los males sufridos pasan, pero el premio por soportarlos con paciencia es perpetuo.

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Grados

Según Royo-Marín, existen cinco grados en la virtud de la paciencia.

1) La resignación: soportar los padecimientos sin queja.

2) La serenidad: asumir las cruces con ecuanimidad, evitando la amargura interna por su causa.

3) La aceptación: abrazar voluntariamente los padecimientos, por los bienes que por ellos nos envía Dios, según lo explicado en la definición.

4) El gozo: agradeciendo a Nuestro Señor que nos permita asociarnos al misterio redentor de la Pasión.

5) La locura de la cruz. Reservada a unos pocos santos, que no disfrutan morbosamente del sufrimiento, sino que disponen su alma y su cuerpo a la preferencia por el padecimiento antes que el placer para moldearnos según Cristo, que sufrió para alcanzar la gloria.

No quiera Dios que me gloríe sino en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por quien el mundo está crucificado para mí y yo para el mundo” (Gálatas 6, 14); “padecer o morir” (Santa Teresa de Jesús); “padecer, Señor, y ser despreciado por vos” (San Juan de la Cruz); “he llegado a no poder sufrir, pues me es dulce todo padecimiento” (Santa Teresita de Lisieux).

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Características de la paciencia en la Biblia

En las Sagradas Escrituras, la paciencia es indudablemente un atributo divino y, como el resto de virtudes, emana de Dios mismo. El Señor es paciente con su pueblo, y también con los pecadores, y espera que, ablandando su corazón, se conviertan. Este tema es recurrente tanto en el Antiguo como en el Nuevo testamento

Tú fuiste paciente con ellos durante muchos años; les advertiste con tu espíritu por medio de tus profetas; pero ellos no escucharon.” (Nehemías 9, 30)

Dios ha querido mostrar su justicia en el tiempo de la paciencia divina, pasando por alto los pecados cometidos anteriormente” (Romanos 3, 25).

El Señor tiene paciencia con vosotros porque no quiere que nadie perezca, sino que todos se conviertan” (2 Pedro, 9)

Se pueden advertir afirmaciones similares en Jeremías 15, 15; Miqueas 2,7; Sabiduría 15, 1; Eclesiástico 5, 4; Eclesiástico 18, 11; 2 Macabeos 6, 14; Romanos 2, 4; Romanos 9, 22; 1 Timoteo 1, 16; 1 Pedro 3, 20; 2 Pedro 15, etcétera.

No obstante, hay también referencias a los límites de la paciencia de Yahvé, por ejemplo con los impíos: “El Señor no tardará y no tendrá paciencia con los impíos” (Eclesiástico 35, 19)

También Cristo elogia la paciencia: “Aprended de mí, que soy paciente y humilde de corazón, y así encontraréis alivio” (Mateo 11, 29). “Bienaventurados los pacientes, porque ellos heredarán la tierra” (Mateo 5, 4).

La paciencia es virtud de todo cristiano. Así lo afirman las cartas católicas de san Pedro o Santiago, pero sobre todo las de san Pablo, que es el gran predicador bíblico de la paciencia: “Con mucha humildad, mansedumbre y paciencia, soportaos mutuamente por amor” (Efesios 4, 2). “Practicad la benevolencia, la humildad, la dulzura, la paciencia” (Colosenses 3, 12). “Imitad el ejemplo de los que por la fe y la paciencia heredarán las promesas.” (Hebreos 6, 12).

Véanse también: 2 Corintios 6, 6; 2 Corintios 12, 12; 1 Corintios 13, 4; 1 Tesalonicenses 5, 14; 2 Timoteo 3, 10; 2 Timoteo 4, 2; Santiago 5, 10 o Dignitits Humanae 14.

Por último, cabe leer el libro de Job, dedicado íntegramente a la virtud del justo que soporta pacientemente las adversidades que Dios permite que le acontezcan, aparentemente sin causa.

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Cualidades de la paciencia

Esta virtud es uno de los doce frutos del Espíritu Santo (Gálatas 5, 22; Catecismo de la Iglesia Católica [CIC] 1832) y, según Santiago, “la fe, al ser probada, produce la paciencia. Y la paciencia debe ir acompañada de obras perfectas” (Santiago 1, 3; CIC 227)

Se pueden contabilizar en las Escrituras y el Magisterio de la Iglesia los siguientes efectos virtuosos de la paciencia:

- ante todo, soportar las pruebas, incluso el martirio (Sabiduría 2, 19; Baruc 4, 25; Romanos 12, 12; 2 Timoteo 2, 24; Santiago 5, 11; Lumen Gentium 34; CIC 1460; CIC 1473)

- persuadir a la práctica del bien (Proverbios 25, 15; CIC 854; CIC 1466)

- hallar la sabiduría (Eclesiástico 6, 19; Eclesiástico 38, 27)

- evitar la soberbia y alcanzar la humildad (Eclesiastés 7, 8; Eclesiástico 2, 4)

- practicar la templanza (Eclesiástico 1, 23)

- soportar los defectos y molestias de los demás (CIC 2447)

- aceptar la corrección fraterna (Hebreos 13, 22)

- producir buenas obras (Santiago 1, 4; CIC 2046)

- esperar la venida de Cristo (Santiago 5, 7-8; CIC 2772)

- confiar en el auxilio divino (Judit 8, 17)

- fundamentar el pudor y la pureza en el noviazgo (CIC 2533)

- dar constancia a la oración (CIC 2613)

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Vicio opuesto

El vicio opuesto a la virtud de la impaciencia es la impaciencia, que nos lleva a dejarnos dominar por las contrariedades, conduciéndonos a la práctica de los lamentos, las murmuraciones, o directamente el pecado de la ira.

La falta de paciencia es señalada en las Sagradas Escrituras como inductora del pecado: “En el camino, el pueblo perdió la paciencia y comenzó a hablar contra Dios y contra Moisés ¿por qué nos hiciste salir de Egipto para hacernos morir en el desierto?” (Números 21, 4); “El hombre gastado por los años y lleno de ansiedad, se rebela y agota su paciencia.” (Eclésiástico 41, 2)

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Conclusiones

Aunque no suele ser objeto de la catequética o la homilética contemporáneas, pocas virtudes son tan citadas explícitamente, o atribuidas a Dios en las Sagradas Escrituras, como la paciencia. La paciencia nos ayuda a sobrellevar las muchas contrariedades que la vida nos va a presentar. Muchos apologetas la equiparan con la mansedumbre, también alabada por el propio Cristo. Muchos de los grandes santos sobresalieron precisamente en esta virtud, empezando por los mártires, que fueron maestros de la misma.

Es además muy necesario predicar esta virtud en estos tiempos en los que la ansiedad neurótica campa por sus respetos, pues hace mucho que no se enseña el autodominio de las pasiones, y es común que muchas personas estén persuadidas de que aquello que les parezca bueno o conveniente debe ser satisfecho de forma inmediata.

El cristiano es, sí, sufrido ante la adversidad, apacible, y dispuesto a soportar y esperar para la justicia. Es además, paciente con los defectos y ofensas de los demás, como conviene a la obra de misericordia, y siempre espera el bien por la persuasión y el ejemplo, dejando el castigo en manos de Dios. La paciencia fortalece el alma y la hace más lilbre.

Practiquemos y enseñemos esta virtud, una de las más caritativas, y de las que más admiran los paganos e incrédulos. Cristo fue paciente ante quienes le ofendían y maltrataban. Cuánto más debemos serlo sus discípulos, llamados a seguir su ejemplo. Así es como heredaremos la tierra.

3 comentarios

  
Mariano
Gracias, Luis Ignacio, me alegro de leer tus artículos tan buenos para un cristiano.

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LA

Gracias a usted por leerlos.
28/04/24 7:27 PM
  
África Marteache
La Paciencia es esa virtud que Santa Teresa de Jesús nos recomienda como imprescindible en su famosa oración. La repite dos veces: "La Paciencia todo lo alcanza/quien a Dios tiene/nada le falta" o "Ámala cual merece/Bondad inmensa/pero no hay amor fino/sin la Paciencia".
Los que le han dado la espalda a Dios, y no pueden hablar de virtudes, se han sacado de la manga la resiliencia. ¡Qué tristes y huecas son algunas palabras comparadas con las más añejas y cristianas cargadas de sentido!
29/04/24 11:39 PM
  
Mariano
La paciencia no consiste en la pasividad o en la laxitud, sino en perseverar en la gracia y en la virtud aunque haya que soportar contrariedades en el camino.
02/05/24 4:33 AM

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