Fundamentos de la teología moral
Esta bitácora tiene ya unos cinco años y medio de existencia. Como ocurre con la vida, el paso de los años supone una evolución. Los asuntos planteados en su inicio (bioética, historia de la religión en España, moral social) han ido modificándose; algunos temas han perdido presencia y otros nuevos han sido añadidos, como las biografías de científicos católicos, o la historia de las Iglesias orientales. Naturalmente, las inquietudes e intereses de su autor influyen en las novedades.
En estos momentos de la historia de la comunidad cristiana, considero importante divulgar y repasar la teología moral, un conocimiento al alcance de cualquier creyente con intención de formarse en su fe, y de extraordinaria importancia para nuestro actuar cotidiano como cristianos.
Lejos de mis conocimientos el tratar sobre la teología teórica o especulativa, materia sobre la que además existen excelentes bitácoras en Infocatólica. Pero la preparación de los diversos artículos sobre moral social que he publicado en los últimos años me ha llevado a profundizar en el tema, llegando a apreciar la importancia de la teología práctica en la vivencia religiosa, así como en la apologética para el mundo, asunto totalmente cotidiano en el ambiente secularizado en el que estamos inmersos o hacia el que nos dirigimos (dependiendo del lugar del mundo donde se halle el lector).
La serie comienza en este artículo tratando los fundamentos de teología moral. Se basa principalmente en dos obras: el catecismo de la Iglesia Católica (CIC) y la obra “teología moral para seglares”, del dominico Antonio Royo Marín, siendo mi intención resumir sus conceptos de forma clara para mis lectores.
Confío en que todos podamos aprender de este repaso, y saber aplicar esta parte fundamental de la enseñanza católica en nuestra vida diaria.
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Definición de teología moral
La teología (del griego teos, Dios y logos, conocimiento) define el estudio de Dios partiendo de los principios de la Revelación, que constituyen su materia propia (por contraposición a la teosofía que pretende alcanzar el conocimiento de Dios sin la Revelación divina).
La moral (del latín mor, moris, costumbre) hace referencia a las normas debidas en los actos humanos.
La definición clásica de la teología moral es la de “parte de la teología que trata sobre los actos humanos ordenados a su fin sobrenatural”.
La otra parte de la teología, la llamada dogmática o especulativa, estudia a Dios en sí mismo, y se ocupa de explicar, desentrañar y desarrollar las verdades de la fe y definir los dogmas a partir de las fuentes de la Revelación.
La teología moral, por su parte, considera los actos sobrenaturales que nos llevan a Dios.
Así, la primera se ocupa de Dios en cuanto principio de todo lo existente, mientras la segunda trata sobre el movimiento de la criatura racional hacia Dios como fin de su existencia (CIC 1696).
La teología dogmática o especulativa se fija en el objeto de nuestra Fe, mientras la teología práctica o moral lo hace en la virtud de la Caridad.
Es importante recalcar que la moral y la dogmática son dos brazos de la misma teología, y no dos disciplinas distintas. Ambos se completan y complementan, y no marchan por separado ni se contradicen. Doxia y Praxis actúan siempre de consuno, por tanto, no puede existir ortodoxia sin ortopraxis ni viceversa.
Por último, hemos de conocer (siempre, y más actualmente) la diferencia con la filosofía moral, o ética. Esta trata también del objeto de la existencia del ser racional y las normas debidas a los actos humanos, pero lo hace desde la pura razón natural y con fines puramente naturales.
No olvidemos que para un cristiano, los principios de la divina revelación, considerados a la luz de la razón iluminada por la fe (CIC 1706), encaminan los actos humanos al fin último sobrenatural (CIC 1709).
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Fuentes de la teología moral
Las Sagradas Escrituras- textos redactados por mano humana bajo la inspiración del Espíritu Santo- son la primera y principal fuente de la moral cristiana (CIC 115, 132). Los preceptos morales en ella contenidos fundan la guía vital del cristiano (CIC 117). En el Antiguo Testamento se hallan los preceptos de la ley natural, resumidos en el Decálogo. Cabe recordar que los preceptos rituales y jurídicos de la Antigua Ley pudieron ser modificados o abrogados por la Nueva Alianza dada por Jesucristo. Los preceptos morales, no obstante, se conservan debidamente iluminados por el nuevo mandamiento del Amor.
Por expresa disposición de Cristo, fue constituida una primera comunidad apostólica (la ekklesia- Iglesia- o asamblea de creyentes), en la cual sus ministros sagrados, y muy especialmente Pedro como cabeza (CIC 891), recibieron el poder de atar y desatar en el cielo como en la tierra (Mt 16, 18-19) y juzgar a la Nueva Israel sentados en los tronos de los doce patriarcas (Mt 19, 28). Es por ello que el Magisterio de la Iglesia recibe la comisión infalible de interpretar adecuadamente las enseñanzas bíblicas y la aplicación de la ley natural, posee plena autoridad para imponer leyes a los hombres (la ley eclesiástica, como por ejemplo el precepto dominical), y dar un fallo definitivo en materia de fe y costumbres (Denzinger 1831-1839). Este magisterio se ejerce de forma extraordinaria en las declaraciones dogmáticas de los concilios generales o de los romanos pontífices (que exigen asentimiento pleno de todos los cristianos) o de forma ordinaria por medio de las encíclicas, declaraciones doctrinales de las sagradas congregaciones, instrucciones pastorales de los obispos en comunión con el papa, etc.
La Tradición cristiana recoge todas aquellas verdades de fe transmitidas oralmente por Cristo a los primeros discípulos o por inspiración directa del Espíritu Santo a los apóstoles y que estos conservaron, ya que es bien sabido que no toda la revelación divina se halla en la Sagrada Biblia (Jn 21, 25). Las fuentes de la Tradición son los Santos Padres, autores eminentes de los primeros siglos (cuya opinión coincidente en una materia doctrinal es considerada irrefutable), los teólogos- entre la multitud de los cuales destaca Santo Tomás de Aquino- y también el sentir unánime del pueblo cristiano plasmado en las costumbres (CIC 92).
Por último, existen una serie de fuentes secundarias de la teología moral, que son la razón natural (CIC 354), la autoridad de los filósofos y las diversas ciencias que son influidas o influyen en la moral, auxiliándola, como son el derecho, la historia, la medicina, la psicología, la sociología, la economía y la política (CIC 159).
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Métodos de estudio de la teología moral
Clásicamente, se han empleado tres métodos principales para el estudio de esta disciplina:
Deductivo o especulativo. Es el llamado clásicamente escolástico. Parte de los principios de la Revelación, analizándolos con la razón humana, para de ellos deducir normas para la vida cotidiana. Es predominantemente teórico.
Inductivo o sintético. Es el conocido como casuístico, y emplea la razón para, a partir de los casos particulares, deducir leyes generales aplicables a otros casos similares. Es predominantemente práctico.
Ascético o místico. También llamado de la perfección cristiana. Trata fundamentalmente del cultivo de las virtudes, apenas considerando los pecados salvo como contraposición a aquellas. Es fundamentalmente abstracto.
Aunque una combinación equilibrada de los tres métodos es sin duda lo ideal, lo cierto es que en la condición filosófico-moral social existente actualmente (secularización y agnosticismo), adquiere un mayor peso y relevancia el estudio deductivo de las Verdades de la fe, por su acendrada racionalidad, que permite su fácil sistematización y comunicación. El casuismo, aunque útil, corre el riesgo de perder de vista la elevación connatural al estilo de vida cristiano, y cuando se abusa de él, degenera en una suerte de sofismas de abogado para convertir la teología moral, más que en la conducta para alcanzar virtudes, en la ciencia de evitar pecados o, lo que es peor, en el método de señalar cómo podemos acercarnos al pecado sin pecar, tiñéndose de un evidente negativismo. En el otro extremo, el método ascético, aunque encomiable y positivista, es muy personal y subjetivo, y no permite fácilmente su aplicación concreta y generalizada.
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Resumen
La teología moral se ocupa de encaminar los actos humanos hacia la mera razón de su existencia, que es alcanzar su fin sobrenatural.
Con la teología especulativa (que se ocupa de las verdades de la fe como principio de la existencia humana) forma un todo indivisible: enseñanza teórica y práctica moral siempre son coherentes.
Las Sagradas Escrituras (Antiguo y Nuevo Testamento) son la principal fuente de estudio de la teología moral, iluminadas por el Magisterio de la Iglesia y con el apoyo de la Tradición. Otras fuentes secundarias (como la razón natural, la filosofía y las ciencias) son las principales auxiliares para dicho conocimiento.
Los métodos de estudio de la teología moral son tres: el deductivo o escolástico, el inductivo o casuístico y el ascético o de perfección espiritual. Lo ideal es trabajar con una combinación de los tres, pero predominando el primero, por ser el más racional.
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