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6.01.17

La Predicación misionera de la Iglesia desalentada en Karl Rahner

Entre los enemigos de la Misión, debemos destacar al tristemente célebre “teólogo” Karl Rahner, quien, con su hipótesis del “cristianismo anónimo”, apartó a muchos de la Misión Ad Gentes”. Refutación que el Padre Meinvielle hizo contra Rahner: “La Predicación misionera de la Iglesia desalentada en Karl Rahner” (J. Meinvielle, La Iglesia y el mundo moderno, pp. 109-114).

 

Karl Rahner es un teólogo, que ha adquirido gran notoriedad estos últimos años. Su teología se distingue por su fecundidad en suscitar problemas cuya solución lejos de satisfacer, produce malestar. Su problematicismo sistemático engendra legítimamente escepticismo. A su vez, este problematicismo denuncia una evidente falta de claros principios que pueden dejar de ser tales y convertirse en errores si se los desplaza del lugar que les corresponde y se les asigna un lugar y una significación preponderante. Tal, por ejemplo, la enseñanza de la Iglesia de que Dios da la gracia necesaria para la salvación a todo fiel o infiel que hace lo necesario para salvarse, de acuerdo con el axioma teológico que dice: “Facienti quod est in se, Deus no denegat gratiam”. Al que hace lo que está en sus manos, Dios no niega la gracia. Esta enseñanza tiene especial significación para los infieles que no tienen oportunidad de recibir la influencia del cristianismo. Aunque esta verdad sea manifiesta, como luego veremos, no hay que asignarle en el plan cristiano de la Iglesia y de la Salvación un lugar primario como si luego la incorporación a la Iglesia visible e histórica no fuera tan necesaria y ocupara sólo un lugar secundario o de supererogación. Porque las cosas se ordenan precisamente al revés.

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3.01.17

Tras la huella de Santa Teresa de Lisieux: oración y penitencia por las Misiones

(Sermón predicado en una Parroquia del Bronx; 1-10-14, Fiesta de Santa Teresa de Lisieux)

Hoy es la fiesta de la Santa Patrona de las Misiones, Santa Teresita del Niño Jesús. Ella se dedicó a rezar y hacer penitencia por las Misiones, por los Misioneros. De este modo, trabajó enormemente por la Propagación de la Fe en tierras infieles. No salió de su convento, pero como rezaba tanto y se mortificaba tanto por las Misiones, fue una gran Misionera.

La Santa amaba las Misiones. Una vez escribió:  “Quisiera iluminar a las almas como los profetas y los doctores. Quisiera, ¡oh amado mío!, recorrer la tierra, predicar vuestro nombre y sembrar sobre el suelo infiel vuestra cruz gloriosa. Pero una sola misión no me bastaría; desearía anunciar a un mismo tiempo el Evangelio en todas las partes del mundo y en las islas más remotas. Quisiera ser misionera no sólo durante algunos años, sino haberlo sido desde la creación del mundo y continuar siéndolo hasta la consumación de los siglos” (Historia de un alma). También nosotros podemos rezar esta bella oración a nuestro Señor: “”Quisiera, oh amado, bien mío, recorrer la tierra, predicar vuestro nombre y clavar en tierras infieles vuestra cruz gloriosa.”.

“"Quisiera, oh amado, [...] clavar en tierras infieles vuestra cruz gloriosa” (Santa Teresita, Doctora de la Iglesia)

“”Quisiera, oh amado, […] clavar en tierras infieles vuestra cruz gloriosa” (Santa Teresita, Doctora de la Iglesia)

Ella rezaba especialmente por dos misioneros: el P. Rouland y el P. Maurice Belliere. La Superiora le había encomendado a la Santa la “custodia” de estos dos Misioneros. La Santa consideraba a estos dos Misioneros como hermanos suyos. Ella suplicaba a Dios que estos dos Misioneros puedan conquistar muchos almas para Dios. Pedía que Dios les dé la victoria a estos Misioneros.

Una vez le escribió al P. Rouland diciéndole esto: “Mientras yo atraviese el mar en su compañía, Usted permanecerá junto a mí, escondido en nuestra pobre celda”. También le escribió: “¡Trabajemos juntos para la salvación de las almas! Tenemos sólo el único día de esta vida para salvarlas y ofrecer así al Señor la prueba de nuestro amor”.

"Quisiera ser misionera no sólo durante algunos años, sino haberlo sido desde la creación del mundo y continuar siéndolo hasta la consumación de los siglos" (Santa Teresita)

“Quisiera ser misionera no sólo durante algunos años, sino haberlo sido desde la creación del mundo y continuar siéndolo hasta la consumación de los siglos” (Santa Teresita)

No podemos ser indiferentes y no hacer nada por la salvación de millones y millones de paganos por los que Jesús derramó toda Su Sangre.

Si nosotros rezamos y hacemos sacrificios por los paganos, ¡mucho más rápido se extenderá el Reino de Dios!

Mientras los Misioneros están luchando para liberar muchas almas del diablo, los demás pueden rezar y hacer penitencia para que Dios ayude a los Misioneros a convertir a muchos paganos. El Rosario ofrecido a la Virgen por la conversión de los paganos es una ayuda preciosísima para los Misioneros que se gastan y desgastan en lejanas tierras.

¡Seamos generosos! ¡Ofrezcámosle Rosarios a la Virgen por la conversión de los paganos!

P. Federico, Misionero en la Meseta Tibetana 

1.01.17

La mayor obra de caridad: abrir el Paraíso

 

En el fondo, ¿qué es lo que hace el Misionero? Abre el Paraíso. Lo abre a todos aquellos para quienes está cerrado. Abre el Paraíso como Cristo le abrió el Paraíso al Buen Ladrón, San Dimas. Si se le pregunta a un buen Misionero a qué se dedica, bien podría contestar: “me dedico a abrirle el Paraíso a la gente”.

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Puede, entonces, definirse al Misionero como un “abridor del Paraíso”. Y como no hay nada mejor para el hombre (y aún para el ángel) que el Cielo, el mayor bienhechor de la Humanidad es el Misionero. No es la nuestra una idea nueva. En la época de los Santos Padres, el Pseudo Dionisio exclamaba que “el apostolado es la más divina de las divinas obras”.

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29.12.16

Escuelita Cristocéntrica en la Meseta Tibetana

 

Por gracia de Dios, hace sólo seis años, se fundó una escuelita católica en el Himalaya oriental, a pocos kilómetros de la región autónoma del Tíbet. Dicha escuela se encuentra en una aldea ignota que ni siquiera se ubica en muchos de los mapas locales, llamada “Näggha”. 

Desde el punto de vista bio-geográfico, se halla dentro de la “Meseta Tibetana” mientras que, desde el punto de vista étnico, la zona es habitada por la raza Buthia la cual, hace algunos cientos de años, emigró desde el corazón del Tíbet hacia estos remotos parajes. La otra etnia principal es la tribu “Rong”, la cual fue invadida por sus “pacíficos” vecinos del Tíbet y, por ende, hace unos cuatro siglos, adoptó el budismo tibetano como religión propia.

Los habitantes de las aldeas adyacentes a la escuelita pertenecen principalmente a la etnia “Rong”, la cual se caracteriza por lo que podemos llamar mansedumbre, respeto, docilidad y humildad; todas estas actitudes son, podemos decir, semillas de bondad que el Espíritu Santo depositó en estas apartadas naciones, preparándolas a la llegada de nuestro Divino Redentor.

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24.12.16

Las 3 preguntas para la refundación de la Iglesia en Japón

Sucedió el 17 de marzo del año 1865, fecha inolvidable que nunca se borrará de la memoria de los católicos japoneses ni se enfriará del rescoldo de afecto de su corazón.

Hacía pocos años habían intentado los misioneros católicos volver al Japón después de aquellos siglos en que fue triturada por la persecución la cristiandad fundada por San Francisco Javier. Era verdad que en los años de persecución había tenido aquella cristiandad muchos y admirables mártires. Pero, ¿qué quedaría de ella después de dos siglos y medio de aislamiento total ? Si algunos cristianos hubiesen acaso escapado del huracán de la persecución, ¿cómo habrían podido conservarse durante dos siglos y medio sin sacerdotes, sin sacramentos,, sin ninguna comunicación con Roma ni con el mundo cristiano ? Sin embargo, en el corazón de algunos misioneros quedaba una vaga esperanza.

 

En 1844, el Padre Forcade, de las Misiones Extranjeras de París, había llegado al puerto de Naja (Okinawa), pero no se le permitió entrar en Japón. Cuatro años después del tratado de Kamagawa (1858) se permitió al Padre Girard levantar la primera capilla católica, que fue en Yokojama; al año siguiente, en 1863, el Padre Furet levantaba la primera capilla católica en Nagasaki. Pero no aparecían por ningún lado rastros de la antigua cristiandad que había fundado Javier. Los misioneros habrían de empezar de nuevo la evangelización desde los cimientos.

 

Cuando he aquí que un día, el que antes hemos calificado como fecha inolvidable, el 17 de marzo de 1865, el Padre Petitjean, de las Misiones Extranjeras de París, se hallaba rezando el breviario en el pórtico de la capilla recién instalada en Nagasaki. De pronto un grupo de campesinas se le acercó y le preguntó: ¿Dónde está la imagen de Nuestra Señora la Virgen María?

P. Petitjean, MEP

P. Petitjean, MEP

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