Convocatoria a la Guerra Misional
No estamos llamados a ser pasivos contadores de las desgracias hodiernas, ratas de la burocracia impersonal o trepadores asnos de las corporaciones sinárquicas.
No estamos llamados a negociar las sagradas consignas con los enemigos seculares de la Iglesia de Dios, ni a dialogar con los obstinados que quieren tomar por asalto altares y hogares.
No estamos llamados a despilfarrar nuestros cortos años en el tedio insoportable del consumismo hedonista de la posmoderna Babel de credos falsos, multicolores sodomías y otras degeneraciones al uso.
Tenemos la sublime libertad y la épica oportunidad de ser Apóstoles de Cristo en la hora final, en la angélica cuenta regresiva cuyo término es la inminente Parusía del divino Soberano que quiere volver ya y Cuyos divinos pasos parecen oírse en los últimos versos inspirados y las primeras horas del alba.
La vida es una y no tiene vuelta atrás… Si tú quieres y tu alma fue electa por el Padre Celestial, puedes tirar por la borda el fárrago agobiante de los deberes impuestos por los hipócritas, mercaderes y farsantes de este siglo corrupto, y consagrarte por entero a contemplar, en Sus insondables misterios, al Dios Uno y Trino y a quemar las naves en siempre nuevas expediciones heroicas que no busquen sino gritar a los cuatro vientos la Buena Nueva de la Redención, la única y definitiva proclama salvífica del único Dios, ante Quien, todo es como nada.
Mas no para multiplicar abrazos y franelas, provecho de los estómagos, excitación de los afectos, recepción de los premios “Templeton” o los galardones de la paz mundana.. Sino, noble y soberanamente, para que las almas se salven eternamente de los realísimos fuegos infernales y se deleiten por siempre con la visión beatífica de la Sacrosanta Trinidad, en interminable y exultante estado de ininmaginable felicidad.
Si el Espíritu Santo os inflama de celestiales anhelos de poner fuego en esta tierra yerma para que el orbe todo se arrepienta y se postre adorante ante el Rey de Reyes, no perdáis tiempo en agobiantes cavilaciones ni en dudas cartesianas que, bajo capa de prudente discernimiento, consumirán vuestras aún magras fuerzas… Recibe la espada que la Virgen Santa te entrega y corre a predicar y morir para la conquista del mundo infiel para Cristo Rey.
Opongamos a la moderna malicia de la Contra-Iglesia y sus secuaces, la sagrada milicia de la Iglesia vera y sus avanzadas, sabiendo y recordando que pasa la figura de este mundo, y …
¡Cristo vence!
¡Cristo Reina!
¡Cristo impera!
Que la muerte nos sorprenda cabalgando exultantes y testimoniando al Dios vivo, Que se goza en las hazañas que Sus hijos osan emprender con Su gracia soberana.
30 de Mayo 2017.
12 comentarios
Imploro su bendición.
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Muchas gracias a tí, por tu parresía.
+ Con mi bendición
Padre Federico
El libro se titulaba "Caballero cristiano".
Sus palabras rebosan un estilo muy católico, muy nítido y muy vibrante, que abunda poco en estos tiempos.
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¿El libro está digitalizado?
Sus palabras me llenan de aliento, tan necesario en estos tiempos sombríos. ¿Qué puede hacer un joven laico para testimoniar a Cristo en un ambiente donde se ataca con saña la dignidad del nombre cristiano? Un abrazo y que Dios proteja esta empresa.
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¿Qué puede hacer un joven laico...?
Osá hacer, con la gracia de Dios, la máxima hazaña que desees hacer por la mayor gloria de Dios.
Pensá en grande. Todo lo puedes en Cristo. Todo. Hasta mover literalmente montañas.
Como decía Anzoátegui, hay que vivir "a lo grande, a la tremenda".
La clave es perseverar. Hasta el final. Y quemar las naves.
En el Dios de las Batallas,
Padre Federico
Imploro su bendición, Dios le guarde
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Con mi bendición
PF
Abrazos y bendiciones
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¡Seamos esos Santos!
PF
¡Cristo vive, Cristo reina, Cristo impera!
Lucho por ello padre, pero para ser sincero, llevo una época que pierdo más batallas de las que gano; aun así ¡No me desanimo! Sé que se puede ser (casi) santo; -lo de (casi) lo digo con humor-.
Un abrazo
Sus post o escritos son muy alentadores y profundos.
Siga escribiéndonos desde ese lugar tan altísimo, lejano y frío.
¿Ha padecido el mal de altura?
El Señor le bendiga y le guarde.
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No aún.
En Dios
Pero lo he dicho bajito, con miedo a que el Señor me dé una respuesta.
Muchas gracias, Padre, por predicarnos también a nosotros.
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